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BLANCO Y NEGRO MADRID 22-10-1960 página 62
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BLANCO Y NEGRO MADRID 22-10-1960 página 62

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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JERUSAIEN algunos kilómetros. El paisaje de colinas redondas j peladas por el que cruzábamos no era otro que los montes de Jadea. Montañas trabajadas por el tiempo implacable y holladas por el paso de cien generaciones en el curso de mil reñidas batallas, en las que el sol de los atardeceres pinta con oros refulgentes la carne tibia de su roca dura. Sin embargo, Jerusalén nos esperaba. Todo aquel monumental decorado nos la anunciaba próxima. Y fué en uno de los recodos violentos del camino, cuando descubrimos la ciudad al otro lado del valle, colgada en una montaña del fondo como una pintura impresionista, recortándose primorosamente bajo una inmensa cantidad de azul. Sin intentarlo, pensé, unos instantes en el deseo satisfecho del rey David viendo su ciudad erigida sobre tan elevado emplazamiento: estrecha comunión de tierra y cielo, para dialogar más de cerca con el Creador Yo sentí que algo en mi interior me revelaba como un íntimo secreto inesperado, que éste era el lugar inconscientemente apetecido para librar el último combate con la vida, e igual que Jesucristo, entregarse dulce y blandamente a la voluntad de Dios... Mi llegada a Jerusalén coincidió con la festividad de la Simjat Tora (Libro de la Ley) o fiesta de los Tabernáculos que se celebra todos los años con el mismo júbilo por el p u e b l o judío desde los tiempos bíblicos del Éxodo. Al nuevo Estado de Israel pertenece el sector moderno de la ciudad, que se alza frente al Monte Sión ampliándose de día en día con un ritmo creciente. A excepción de algunos barrios antiguos salidos de las murallas de la Vieja Ciudad en siglos anteriores, la fisonomía urbana de la Jerusalén israelita presenta una arquitectura completamente a la europea. Existe una ley que obliga estrictamente a todos los ciudadanos a edificar los muros de cualquier tipo de construcción con la misma piedra marmórea de que está edificada toda la primitiva ciudad, para guardar una unidad estética de conjunto. Esto no es realmente un gran problema. La cantera es inagotable allí mismo y en todos los montes que la circundan, A un rápido paseo de inspección por algunas de sus calles céntricas, siguió una excelente y curiosa cena con dos personalidades del país, bajo el Tabernáculo levantado en el jardín del Hotel Edén, donde me hospedaba. Más tarde inicié ima ronda nocturna por diferentes puntos de la capital, acompañado del vicecónsul español y de su esposa que habían venido a recogerme y darme la bienvenida. Provistos nosotros dos de sombreros (prenda circunstancial y salvoconducto mágico para circular sin temor por todas partes) seguí al pie de la letra el consejo de mi amigo, que me recordó el refrán: allí donde fueres, haz lo que vieres... El alJjorozo y los cánticos de la población judía comienza a entrar generalmente en su Allegro con brío hacia las doce de la noche del Viernes. Durante veinticuatro horas, los habitantes judíos de Jerusalén viven sumergidos en una alegría colectiva, cuyo principal motivo se centra en el sentido litúrgico. El gentío se desplaza de sinagoga en sinagoga, a la manera de un Jueves Santo español, alcanzando el rito religioso su completo apogeo en el moderno edificio del Qran Rabinato. Pero la visita curiosa y pintoresca cien por cien de esta noche sabática, la ofrece mejor que ningún otro lugar de la ciudad, el barrio fanático de Mea Shearim. E n c a s t i H a d o s en sus arcaicos ghettos los judíos venidos de Polonia celebran el rito del día de un modo muy particular, vestidos con sus clásicos trajes de fiesta: vestimenta que consiste en un largo batín de satín negro o marrón anudado a la cintura, y sobre sus cabezas un gorro cónico negro bordeado en su base por una ancha franja de piel de renard Al turista, aunque vaya pertrechado del clásico sombrero judío, le está completamente prohibida la entrada en las pequeñas sinagogas de este barrio, y ha de limitar su curiosidad a observar desde la calle, a través de las ventanas abiertas, el desarrollo del rito colectivo, que se acompaña de un monótono canturreo que mantienen formando corro en fila india y moviéndose cada uno a su manera y antojo. En él participan chicos y grandes hasta q u e d a r completamente extenuados, reponiéndose las bajas con nuevos elementos que aguardan turno. Pero mi inspección detenida a la ciudad, comenisó realmente al otro día, en las primeras horas de la mañana. El itinerario se inició con la visita al monumento del Candelabro (símbolo del Pueblo de Lsrael) erigido en un pequeño parque jimto a la Knesset, (Parlamento) Casi a lado y en plena fiesta de la Simjat Tora, puede contemplar el espectáculo de cantos y danzas que los devotos judíos habían improvisado frente al Gran Rabinato. Rara vez, según supe más tarde, el rito religioso trasciende a la calle, consentido únicamente este día en que todo es jiíbilo y contento. A continuación, y luego de haber visitado la Tumba familiar del rey Herodes y el soberbio edificio de la Y. M. C. A. (Asociación Cristiana d é l a s Juventudes) fui invitado a un aperitivo en el magnífico hotel King David seguido de un simpático almuerzo con todo el ceremonial judío de aquella fecha, en la residencia particular del Director de la División LatinoAmericana del Ministerio de Relaciones Exteriores. Por la tarde, mi impaciencia y natural curiosidad religiosa, se vieron colmadas con la subida al Monte Sión (límite de la frontera

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