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BLANCO Y NEGRO MADRID 01-10-1960 página 9
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BLANCO Y NEGRO MADRID 01-10-1960 página 9

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Entre la guerra y la paz EL AMARGO DESTINO DEL SEÑOR HAMMARSKJÓLD Por Manuel Aznar Dag Hammarsfcjfild, Secretario General de las Naciones Unidas. en el tráfago de la Primera Avenida, me lo he imaginado, fugitivo de las duras realidades cotidianas, yendo a buscar consuelo en irnos cuadros del cuatrocientos o en una sonata de Bach. Intelectual; liberal; es decir, el ser humano para quien más difícil resulta la victoria en nuestro tiempo; porque lo que el mundo moderno ha perdido es ni más ni menos que la libertad. Este es el drama da los liberales; este es ei drama que ahora mismo vive el fino y delicado Dag Hammarskjold. D AG Hammarskjold, Secretario General de las Naciones Unidas, es una personalidad de elevado rango. No sé cuál de sus rasgos principales prevalece en su perfil. ¿Acaso la aguda y penetrante especializiación en las ciencias jurídicas y económicas? ¿La sutileza de su sensibilidad para las letras y para las artes? ¿Sü rápida y profunda visión de los problemas internacionales? ¿La inagotable capacidad de negociación, hetíha a un tiempo de suavidades y de aceradísimas firmezas? Un gran hombre de nuestro tiempo, sin duda. Alguna vez cometió errores de interpretación respecto de España; y era casi natural que cayera en ellos, dada su formación y el mundo espiritual en que vivía. Creo que aihora nos conoce un poco mejor; y si muchas de las cosas españolas no son de su devoción, otras, en cambio, han llegado a cautivarle. Lequerica observar más J OSÉ Félixotro tiempo: me hacíajurado mientes de una vez, en ¿Has en los tfAMMARSKJOLD es, pura y simplemente, un inte -lectual desviado hacia la política. Sus ciudadelas y arsenales son la Ciencia, la Poesía, las Artes Plásticas, la Música, la Historia, la Diplomacia. Me atreveré a decir que de los hombres de su generación que conozco- ¡y he conocido tantos, de esa y de otras generaciones! -es el que más cabalmente se acomoda al arquetipo del intelectual político. Por supuesto; cumple a su condición y a sus gustos que HammarskjOld sea un liberal. Y lo es. Hace gala de liberalismo como de un gran lujo; igual que un principe antiguo se complacería en llevar un manto bordado con hebras de oro. El mundo que vive fuera de las ágoras liberales debe de parecerle desagradable, rechinante, monstruoso. Algunas veces, viéndole salir apresurado de la Secretaría de las Naciones Unidas, hlrviente colmenar de inquietudes y zozobras, para tomar su coche y desaparecer clamores con que ciertos amigos nuestros, hombres de la más seria burguesía española, arrastrados de su miedo a ser tenidos iijor malos liberales, hacen retemblar los escaños del Congreso o las tribunas de los Ateneos? ¿No oyes cómo dicen, muy lUfanos: No nos asustan vuestras audacia. s, señores socialistas; no- nos espantan vuestras exigencias, señores revolucionarios? Así fuimos a dar en lo que dimos; porque a fuerza de no espantarnos de nada acabamos en el espanto general, en la más sombría y siniestra de las noches. Supongo que en él ánimo de Hammarskjold ae ha dado un trámite parecida. Su izquierdismo intelectualizante tenía siempre la mano tendida hacia el marxismo. Igual que muchos otros personajes de la misma hechura y de parecido temple, creyó posible la convi vencía de dos mundos cardinalmente llamados a destruirse entre sí; -el de quienes interpretan la Historia por las vías del espíritu y el de aquellos que la entienden por los caminos de la materia; espiritualistas y materialistas. El intelectual sueco que rige la Secretaría de las Naciones Unidas es un espiritualista. Temo que

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