Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 24-09-1960 página 84
BLANCO Y NEGRO MADRID 24-09-1960 página 84
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 24-09-1960 página 84

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página84
Más información

Descripción

GR I T i G A LITERARIA otro tipo de juicios, en los que no siempre luce la equidad ni el sentimiento de lo universal que deben caracterizar y que son la base de u n verdadero catolicismo. No es necesario, estar de cuerdo con todas las afirmaciones de Moe 11 er (y es rara, muy rara la ocasión en que no nos hemos sentido en franca y decidida concordancia con él) para darse cuenta de la necesidad que tenía nuestro ambiente 6 e una obra como ésta. El cuarto volumen, que acaba de aparecer, excelentemente traducido por Valentín García Yebra, contiene ensayos sobre Ana Frank, Miguel de Unamuno. Charles Du Bos, Gabriel Marcel, Fritz Hoc hwalder y Charles Peguy. En éste y en los anteriores tomos, los escritores estudiados no son todos católicos, y, a veces, ni cristianos; pero la contemplación que Moeller hace de sus obras viene a demostrar la nostalgia de Dios, la angustia de un mundo en el que ha desaparecido la fe como valor objetivo. El resultado final es una convicción religiosa en la lue las ausencias no son menos convincentes que las presencias favorables. Así, en este cuarto volumen, se estudia a Miguel de Unamuno bajo el título de La esperanza desesperada Como el libro da ocasión para más de v. n comentario del tamaño habitual en estas páginas, dedicaremos tres notas a los escritores que nos parecen tratados con mayor dedicación en este libro: Unamuno, Marcel y Du Bos. Para comentar a Unamuno, el autor n o se ha limitado a leer siis libros; ha visitado España, y en especial la ciudad donde nació don Miguel, y ha solicitado la ayuda de algunos escritores españoles y aun de la familia del discutido rector de Salamanca, para llevar a cabo una investigación más fiel y minuciosa. El problema Unamuno ha suscitado en los recientes años, y t a m bién durante la vida del escritor, numerosos y muy diversos comentarios, con fespondientes a no menos diversas opiniones y punttís de vista. P a r a Moeller, don Miguel de Unamuno íes un ejemplo sumamen. te significativo del escritor que, proClamándose cristiano, y habiendo vivido en su niñez algunas experiencias muy hondas de vida católica, no logra, al avanzar en su obra, dar a esa condición de cristiano sino u n sentido analógico y confuso, herético a veces, pero constantemente DON MIGUEL DE UNAMUNO atormentado por la ansiedad de una verdad eterna, con la que mantiene una lucha ño siempre clara, y en muchas opoi tunidades discordante y hasta rebalde. Lo que no puede ser negado por nadie que tenga dos dedos de frente es la profunda, implacable preocupación religiosa del escritor, y la agonía, a ratos impregnada de soberbia, con que mantiene esa reyerta interior y exterior entre la necesidad de entrega y el poder de la libertad a veces mal considerada. Ya de muchacho, Unamuno quiso pensar el dogma como una fórmula que debía contener en si la verdad religiosa. Sin duda, esperaba descubrirla sin recurrir al testimonio de la fe en y por la Iglesia Le faltó conocer- -o aceptar- -la doctrina que permite descubrir el sentid o inteligible de los dogmas, salvaguardando al mismo tiempo su carácter de signos sagrados, que conducen al espíritu hasta la realidad significada, la persona viva de J e sucristo que se revela r; ss comunica en y por la Iglesia. Entre la. s llamadas de Dios Dios me h a llamado, debo oírle escribe don Miguel en su Diario) y las desesperaciones para hallar- -o recobrar- -la fe teologal, se debate, en constante pelea con el ángel (no sabemos qué clase d e ángel la existencia, más que la vida, de Unamuno. Llega un momento de su vida en que Dios se Is hace inaccesible, pero sigue basando toda su filosofía en un punto dogmático del catolicismo, el de la resurí- ección de la carne; dogma que, por cierto, habían ol- vidado en mucha parte la mayoría de los pensadores católicos del siglo XIX español, o que al m. enos lo habían an inconado, como muchos escritores católicos de hoy arrinconan la esperanza, como si ésta no fuese necesaria para el mantenimiento de sus hermanas virtudes, la fe y la caridad. Unamuno, por el contrario, y muy en lo europeo de su época (aunquie ta. n español excluyente) basa el acto de fe mismo no e n una luz que ilumina, ¡sino en el conflicto entre razón y sentimiento, ateísmo desesperado y desesperación esperanzada El grito más trágico de Unamuno está en una página de su Diario: ¡Santa sencillez! Una vez perdida, no se recobra. He aquí la desesperanza del que quisiera esperar, y el error de creer perdido lo que, seguramiente, no había hecho sino alejarse. Al carecer de sencillez, por mucho que luchara para obtenerla, al estar convencido d e que nunca habría de recobrarla, la esperanza en lucha de Unamuno se hace culminación de un sentimiento trágico de SH vida. El ensayo de Moeller- -que tiene también u n precioso apresto biográfico- -sugiere consideraciones mucho más amplias que las meramente expositivas, aue caben en una breve recensión. En él se muestra la historia personal y espiritual de un gran escritor, en quien el conflicto entre una razón que decía no y un corazón que quería decir sí continuó siendo agudo hasta el fin José María SOUVlROJf

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.