BLANCO Y NEGRO MADRID 10-09-1960 página 58

iÉ: fc LA MUJER DE LOS OJOS BLANCOS CUExNTO por Emilio SÁNCHEZ ORTIZ T ENIA los ojos blancos. L n invierno de oílvídos bajo rada íja y iinlilidos de lobos en la áliida sangre. Tenía, también, unas pieles de casíor, comida- s por la polilla, con un olor calentjto a naftitlina retrasada. Tenía un armario repleto de recuerdos sin senti ilo. Afilados dientes de peineta que í- uardalian el olor del úilimo toro do! a tarde de Feria. El ajuar de novia cih! fin entrenar, un poquito anjarillu áf uño encierro. Retratos. Pesetas, ori- i! di- papel, sudados por los filos, (on borlones rojos y amarillos. Las prirrM- ra- cartas ahorcadas con una cinlii m v alpii adas de palabras de amor. Galletas. Bombones. Lágrimas secas. Un auténtico cajón de sastre... Cuando se levantaba por las mañanas, un hervidero 3 e vidas le esperaba en cada recoveco de las horas. Un día elegía a sus hermanas hechas ya cenizas bajo el mármol. Otro a sus padres. Volvía a llorarles como si estuviera en el primer instante. Otro al novio inteligente que luego fué marido tonto. Cada minuto transportaba un recuerdo diferente que revoloteaba hasta perderse ante los Mancos ojos. Las retinas se habíari teñido de blanca locura inofensiva. Las palabras llegaban hasta ella como murmullos incomprensibles o como I L U S T R A C I O N E S DE definidas sentencias con su medida y su peso indiferenciado. Un día cualquiera, uno de esos que nosotros perdemos o ganamos contando las estrellas o el polvo inh nito de los caminos, llegó hasta ella, por milésima vez, el recuerdo del hombre. Cuando se levantó, viajaba por el ambiente la hora huidiza y nerviosa del día del permiso paterno... Llamaron a su puerta... -Adelante. Giró el picaporte cuatro o cinco veces por ctíípa del estropeado pestillo. Al fin los goznes cantaron su desengra. sada melodía. -Buenos días, abuelíta. c o