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BLANCO Y NEGRO MADRID 03-09-1960 página 90
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BLANCO Y NEGRO MADRID 03-09-1960 página 90

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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AURORA BAUTISTA Y GREGORIO PRIETO, EN EL HOMENAJE A VÍCTOR DE LA SERNA Víctor de la Serna por Gregorio Prieto. (Foto Oarcla- Pelayo. UANDO Aurora Bautista terminó de leer el capítulo de La Vía del Calatraveño hi obra postuma de Víctor de la Serna, con esa voz inolvidable que tantas veces nos ha hecho estremecer de emoción, una sonrisa pareció cruzar el rostro de Víctor de la Serna. Creí verle de nuevo, sentado en un café de la iplaza de Marbella, mientras me refería, entusiasmado, los e j e r i mentos agrícolas que realizaba én sn finí a de Estepona. Hacía t i e m que aquella tierra del sur se le había metido en el alma. Estaban vivos sus descubrimientos romanos, al pie de San P e dro de Alcántara, y el itinerario realizado por los pueblos de la Vega del Guadalhorce, le habían imipresionado muy hondamente. Víctor se había convertido en el Don Virto de las gentes sencillas y amables de la costa. Las t e lefonistas de estos pueblos, que comunican sin transición con Sanghay y Conil, acercaban un niño a casa del escritor, que no tenía teléfono, para qne Víctor recibiese más pronto el recado. A Víctor le querían y le respetaban. No en vano aquel montañés, afable e inteligente, había sabido reanudar ese lazo que ha unido siempre a los descendientes de los moriscos con los castellanos de Castilla la Vieja. Sin embargo, 1 último libro de Víctor de la S e m a L a Via del Calatraveño -estuvo dedicado a La Mancha, y por ésta razón ha sido un pintor manchego- -Gregorio Prieto- -el autor de sus ilustraciones. Confieso que me encanta charlar con Gregorio Prieto; Es un conversador de primera categoría, agudo, intencionado, a veces malicioso, y siempre interesante. Tiene cultura, y ha viajado por el mundo entero. Cuando habla de un tema, se apasiona y jamás deja de contar algo divertido. -lEI retrato de Víctor m ha salido muy bien- -emipieza a decir- Antes, h a bía pintado a su madre, a Concha Espina, ésa novelista estupenda, que murió en olor de Academia, y a la que i n justamente se le cerraron las puertas de la ilustre corporación. Bien es verdad que allí, como en otros mucíhos sitios, no están todos los que son, ni son todos los que están. Para mi fue un honor que P r e n sa Española m e encargase las ilustraciones del Calatraveño Como, por naturaleza, soy un descubridor, tengo que coiifesarte que debo a Víctor el haberme hecho conocer una Mancha nueva, incorporada a los tiempos modernos con visos dé americanismo. Había un punto que parecía que iba a resultar un motivo de roce entre los dos: los molinos. Sin embargo, r e sultó todo lo contrario. Víctor de la Serna luchó siempre con el tópico de G

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