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BLANCO Y NEGRO MADRID 03-09-1960 página 86
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BLANCO Y NEGRO MADRID 03-09-1960 página 86

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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PROBLEMA POLICIACO PablQ MAGAZ A T E N T A D O EN EL M I N I S T E R I O L inspector Delar experimentaba, aquella tarde una pereza en la que se mezclaba una buena dosis de melancolía. No quiso detenerse a analizar las causas de su estado de ánimo, aunque subsconcientemsnte sabía que el calor seco y pertinaz de aquellos días de agosto, el exceso de trabajo realizado durante la semana y las incomprensibles negativas de Marita a salir con él tanto por la noche de aquel sábado como por la tarde del domingo sisruiente habían contribuido notablemente a provocar aquella depresión. 1 policía levantó las persianas del ventanal, pero volvió a bajarlas en seguida, pues aunque el sol estaba ya cerca del horizonte, el aire de la tarde resultaba todavía abrasador. Luego conectó el tocadiscos y después de seleccionar el segundo acto de Falstaff se dirigió al mueblebar dispuesto a prepararse una infusión de mate Media hora después, abstraído en la música y sintiéndose tonificado por los eíectos de aquella agradable bebida, Delar parecía haber recuperado en parte su buen humor habitual. El teléfono, colocado a corta distancia de la butaca donde se hallaba instalado, repiqueteó insistentemente y Paúl descolgó el auricular con una sonrisa esperanzada en el rostro. (Dígame. ¿Es usted, inspector? Soy yo, Grim, ¿qué pasa? -Acaban de asesinar a Raúl Minghesi en su despacho del Ministerio de Salud Fública. E ¿No podía haberse esperado al lunes? -Probablenuente no, señor. Delar apretó los labios y al cabo de unos segundos habló de nuevo. -Mire, Grim. Diga usted en Jefatura que no ha podido localizarme. Vaya al lugar del crimen con los fotógrafos y los peritos en huellas. Redacte un informe y precinte la habitación donde ha sido hallado el cadáver. Me propongo descansar este fin de semana aunque todas las personalidades del país se dediquen a morir asesinadas. ¿Entendido? -Sí, señor. El inspector cortó la comunicación y sorbió un largo trago de mate con el ceño fruncido. Después cerró los ojos, exhaló un suspiro y continuó escuchando la música alegre y desenfadada compuesta por Verdi en los últimos años de su vida. Tres horas más tarde, cuando el inspector, después de ducharse y ponerse un traje de verano recién planchado, bajaba las escaleras de su casa decidido a cenar en un restaurante italiano, se encontró con el sargento, que llegaba bástante excitado. Perdóneme, inspector, pero el caso es mmy complicado. Hemos recibido ya tres llamadas del Subsecretario de Salud Pública, t a noticia del asesinato de Minghesi aparecerá mañana en la primera plana de todos los diarios. -Está bien, Grim; pensaba telefonearle a Jefatura después de comer, pero si quiere usted acompañarme, podemos cam biar impresiones durante la cena. Juntos se instalaron en el restaurante, y mientras el inspector saboreaba unos spaguetti a la bolognesa y un excelente vino tinto, su subordinado sintetizó los pormenores del atentado: Raúl Minghesi- -em, pezó el sargento- era un hombre metódico y ordenado. Aoudia. a su des ¡pa o a las cuatro y lo abandonaba ipuntualmente a las siete y media. Antes de miartíharse acostimxbraba a layarse las manos en xm ipequeño cuarto de aseo directamente oomunJcado con la habitación donde trabajaba. El ordfenanza del corredor de la planta donde se halla enclavada la oficina de Müngtiesi, al comprobar que eran las ocho menos veinte. y que, contra su costumbre, 1 político no abandonaiba el despacho, entró con la intención de recordarle que era sáJbado y que a las ocho y media debía asistir a una fiesta ibenéfioa. ¡La habitación estaba vacia. Golpe suavemente la puerta del cuarto de aseo sin obtener respuesta. Intsiító abrirla, ipero se Jballaba cerrada ¡por dentro. Francamente alaimado ipidió ats uda al bedel del ipíso superior y por la ventana del patio vieron el cuerpo de Minghesi que yíícía en el suelo, con el jabón a poca distancia de su mano derecha. El grifo del agua calienite estaba abierto. Avisaron a la Jefatura de Policía y después de hablar por teléfono con usted nos personamos Fernández, Granslo- w y yo en el Ministerio con varios agentes. Forzamos la ipuerta con muchas precauciones, ¡pues en el interior del cuarto de aseo había cierita cantidad de deiShidracina. Rompimos el cris- Encarnan a los personajes de este problenna ei locutor de Radio tHaidPÍd José Luis Péckep (inspector Delar) y el actor del cuadro artístico de la misma emisora Ramiro IWuñoz (sargento Grim) (Fotos García Pelayo.

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