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BLANCO Y NEGRO MADRID 27-08-1960 página 112
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BLANCO Y NEGRO MADRID 27-08-1960 página 112

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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DE GRAFiSTlCA LAS TARJETAS POSTALES recio en Austria el año 1869 y al siguiente, en Alemania, en el mismo día de u introducción, el 25 de julio, se vendieron en Berlín ¡45.468 postales! (La escritura y el libro, O. Weise. Editorial Labor Esta sustitución de la carta epistolar reduce aún más el hreve espacio que queda para el texto autógrafo cuando la tarjeta es ilustrada (y a éstas espe- también escasos; y las tarjetas tienen, a su vez, un peculiar estudio. No nos fijemos, por de pronto, en aquello que las postales ilustradas tienen por sí de revelador, ya se trate de vistas urbanas o de mil otros aspectos: de cuadros de museos, de asuntos cómicos o amorosos- ¡acordaos de aquellos inefables idilios fotográficos donde el joven ve en sueños a la chica amada, o a la recíproca, flor suprema de la cursilería! o de los i ajaritos, flores y otras hierbas, etc. etc. Todo esto, que puede ser también revelador del gusto, en nn conocimiento extragrafológico. Vamos a éste. Descontad el calibre de la letra, casi siempre reducida a p r o pósito. No deduzcáis nada de los márgenes. El examen queda cercenado. Pero podemos ver algo que no existe en otros documentos extensos y libres. He aqxu: E L gusto por los epistolarios enipezó a decaer en el siglo pasado; y en el actual h a sido aún mayor su decadencia. P e r o realmente, ¿es el gusto, o el tiempo y el sosiego lo que nos falta para escrihir largas y frecuentes cartas? La lucha p o r la vida, las i n quietudes, el ex- cesivo trabajo a que noi somete la lucha por la vida, y, p o r añadidura, la agitación de los deportes y El escritor, para que su texto sea correcto, ha de ajustarse, le agrade o no, a ciertas normas exigidas por el buen faf J orden, comb si dijéramos, a cierto p r o tocolo. La mitad lateral de la tarjeta está destinada al texto; la otra mitad, a la dirección. Si esta colocación se in j vierte, puede llegar lo mismo a su destino; pero se, deduce de ello déficit de la atención, ignorancia, atnrnllamiento, desorden, y otro signo, menos infrecuente y más expresivo: el escritor, n o tando que le falta espacio en la postal, rebasa la línea lateral divisoria: esto revela ausencia de escrápalos, frescura, cínico aplomo, disposición, en caso de fflz- v. apuro, a saltarse a la torera las norma. sociales... Conocí, hace muchos años, a un. grafólogo extranjero, muy escamado, sin duda, respecto a la conducta de su mujer, de quien estaba ausente, que afirmaba: Este es un signo evidente de la mujer que engaña a su marido. No Líneas que rebaban el espacio destinado exclusinameunte a la dirección en deduciré yo otro tanto, ni ipor el forro, la tarjeta postal. sino sólo que, en general, quien escribe así no se cohibe fácilmente por consideraciones inórales, y hace lo que le eialmente rtie refiero) Ilustraciones que de las diversiones de una época que podemos calificar de positiva extraver- llevan ya de por sí algo de noticia viplace... cuando puede. Es, en fin, nn sión- -quizá cierto descanso en el senti- sual al destinatario. signo peyorativo. Pero no deduzcamos mentalismo- nos cercenan la posibilide ello hechos concretos, que están fueDesde el punto de consideración gradad de esa apacible comunicación de fológica, la tarjeta postal es, a todas 1 ra del alcance del grafólogo, cuyo d e las almas. ees, nn documento insuficiente; no sólo ber se limita al estudio de las tendenEsto espliea la colosal fortuna alcan- por su reducción, sino por la obligada cias. Ir más allá valdría tanto como zada entre todos los inventos (en el sen- colocación del escrito, que veda toda a- cercarse a la calumnia. tido de rapidísimo éxito y de fabulosa espontaneidad con su encasillamíento. difusión) el de la tarjeta postal. El Sin embargo, es buen complemento Matilde RAS profesor O Weise explica que ésta apa- de otros escritos, máxime si éstos son

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