BLANCO Y NEGRO MADRID 27-08-1960 página 83

LIBROS HISPANOAMERICANOS SOLEDAD Y AÑORANZAS José Blanco Amor: Duelo por la tierra pérdida. (Novela. Kditorial L o s a d a Buenos Aires, 1959. CR I t i e A llTERAifÁ Muchos se h a n enriquecido, la m a yor parte han podido hacer frente a la vida y, en mayor o menor grado, h a n trmnfado. El bien y el mal existen y combaten en la novela de José Blanco Amor. Hasta Victoria reivindica esta verdad y llama monstruo a Julio Galvan, que parece olvidarla. Por éso, al estudiar romancescamente la situación de los emigrados, el novelista- -español, gallego- -refíej a su dolor. I o mismo los que lo h a n ganado todo (porque en Esp a ñ a no eran nada ni serian n a d a nunca que los que arrastran una existencia penosa, están, casi siempre, dominados por la añoranza de la tierra perdida Además, como dice u n personaje, no somos imprescindibles el pueblo español no nos conoce; se h a olvidado de nosotros El tema hondo de- la saudade, o lo que es lo mismo, de la soledad, corre, soterrado, por las páginas fuertes y ricas de José Blanco Amor. J. L. VAZQUEZ- DODERO E L tema que aquí desarrolla J o sé Blanco Amor (le citaré siempre por su nombre, puesto ue hay otro novelista de los mismos apellidos, que se llama Eduardo) es el de un inefable sentimiento ihumano: la añoranza de la patria lejana. Está aludido en el título- Buelo por la tierra perdida -y se encuentra en el hondón de la fábula imasrinativa. Uno de los mejores cuadros de la novela es el de Ja Nochebuena de los exiliados españoles en Buenos Aires. Fumaban en silencio, reclinados en los listones del respaldo, y los ojos perdidos en las estrellas. Acababan de vivir una Jornada de prestado. La fecha era universal, pero ellos estaban fuera del universo. Y es que aunque la tierra- -lo dijo nuestro Argensola- -no es el centro de las almas, la patria es la tierra y m u c h a s cosas m á s por tanto, asiento temporal de nuestro espíritu y de nuestra carne; asiento del vivir y del morir, porque no sólo lo anhelamos para continuar existiendo, sino también para que sea nuestro regazo en la muerte. ha, novela de José Blanco Amor posee cualidades positivas; e n t r e otras, el interés específico del arenero, hoy olvidado, y no sustituido, en muchos narradores; el estudio de los caracteres- -César y Victoria, protág- onistas, y al runos secundarios: Dora, Galvan- el movimiento, ritmo y compás del relato; l a prosa clara- -con nlgún argentinismo menos afortunado: masajear caratular chillido del timbre- el calor humano y vivo de las pasiones; el patetismo de algunas situaciones dramáticos... El conflicto sentimental y moral de César y Victoria es, sobre todo, apasionante. El tema de la infidelidad conyugal está estudiado en múltiples aspectos; su forma cruda se acerca más aún a la de Los Maias y El primo Basilio de E a de Queiroz, que a la de nuest r a Fortunata y Jacinta Hay e n Victoria una mezcla de cinismo y voluptuosidad con eleva- JOSÉ BLANCO AMOR aOSE BLANCO AiVtOR. DUELO pon LA TIERRA PERDIDA NOVELA dos sentimiento morales, que al entretejerse forman una figura valiosa, l a de César lo es también. Su vida está ensombrecida por la traición, pero, de añadidura, por el destierro de España y por el recuerdo de sus hijos legítimos. César representa, con vigor innegabe, al emigrante intelectual que no anhela el desquite, que es víctima de errores más que de maldades y que conserva no pocas virtudes adquiridas en la niñez. Cuando muere, son la soledad y la añoranza- junto con la deslealtad de Victoria- quienes e n realidad lo matan. Y si algo puede t r a n quilizar su conciencia, es el acto, que acaba de realizar, con el cual devuelve a sus hijos- -que viven en Madrid, en Recoletos- un poco de lo mucho que les había quitado El retrato de la sociedad exiliada tiene probablemente valor histórico. EDITORIAI. lOSADA, S. A. BUENOS AltEt