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BLANCO Y NEGRO MADRID 13-08-1960 página 50
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BLANCO Y NEGRO MADRID 13-08-1960 página 50

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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BIOGRAFÍA nacen las obras imaginativas. Velázquez es de nuevo el funcionario probo, el peón en el alcázar, el vigilante de las obras, el que distribuye los puestos en la Casa de la Panadería, en la plaza Mayor, cuando se juega al toro, se quiebran lanzas o se queman herejes. Velázqnez es también, ¡pobre Velázqnez, siempre sin dos ducados! padrino de los suyos y logra para su discípulo y a la vez yerno Juan Bautista del Mazo una plaza de ujier de cámara y para su padre una modesta secretaría eii Sevilla. SEGUNDO VIAJE A ITALIA A don Diego lo envenenó el ambiente artístico de Italia. Velázqnez necesita salir, respirar más aire que el de E s paiía. Busca un pretexto para la evasión. En el viejo alcázar de los Austria se están realizando obras de acondicionamiento y Velázquez propone a Felipe IV adquirir abras de arte en Italia para adorno de las nuevas salas. Felipe I V acepta. Debíase reír el Monarca de los pretextos del pintor para viajar y le parecería cruel negarle el permiso. Nuevamente Velázquez se pone en camino. Embarca ahora en Málaga, en 1648, y esta vez, con su inseparable Juan de Pareja, marcha en el séquito del duque de Nájera, qile busca e Trento a la nueva esposa del Hey, a doña Mariana de Austria. Las jornadas italianas de Velázquez son ahora más diferidas. Está allí dos años y medio; y viaja a Genova- -donde desembarcó- Milán, Padua, Venecia, Bolonia, Florencia, Módena, Parma, Roma y Ñapóles. Roma es de nuevo su centro de acción. En Roma, Velázquez es apreciado por los profesionales; en Roma es recibido como académico; en Roma, en fin, pinta al más alto personaje de la u r b e al Papa Inocencio X. Pjnta más; pinta a cardenales, a damas, a su criado Pareja. Y pinta a gusto. A Velázquez le gusta mucho Italia. Pero a Felipe IV no le gusta tanto que Velázquez esté en Italia. En 1650 escribe a su embajador el duque del I n fantado y le dice que apure a Velázquez para que vuelva, que es muy calmoso en el retorno y que ya debe haber cumplido la gestión que allí le llevó. Felipe IV no se puede pasar sin Velázquez, y el pintor, seguramente a regañadientes, emprende la vuelta a casa, a las covachuelas de Palacio. Nuevamente a pintar al Rey, a la reina, a los infantes. De Italia trae algunas obras, pinturas y esculturas, para su señor: ha cumplido. AMIGO DEL PINTOR LA BARRERA INFRANQUEABLE Ni siquiera a un inmortal como Velázqnez le es permitido eludir la ley de la vida que se corona en la muerte, Diego Velázquez ya no es el mozo que vino de Sevilla a servir al Rey en la milicia de las artes. ¿Cuántos años han pasado? Corren 1657, 1658, 1659... En aquél pretendió una vez más volver a Italia y Felipe IV le negó el permiso; esta vez el pretexto de contratar unos fresquistas no le valió. En 1658 ha alcanzado como cortesano el máximo galardón: cruzarse de caballero de Santiago. En 1659, como siempre, pinta. En 1660 la campana del corazón toca a muerte. Las armas del Rey reposan. Francia prefiere la alianza a la guerra, y se ha firmado la Paz de los Pirineos y se borda traje de novia para la infanta María Teresa, que va a matrimoniar con Luis XIV. Al aposentador de Palacio le toca acondicionar las estancias reales en la isla de los Faisanes, sobre el Bidasoa, donde van a celebrarse los esponsales. Velázquez emprende su penúltimo viaje. Precede En 1622 visitó Velázquez la Corte y pintó algunos cuadros. Entre ellos figura este retrato del insigne poeta don Luis de Góngora. Algunos biógrafos de Velázquez apuntan la posibilidad de que Góngora te presentara al conde- duque, su indiscutible valedor ante F. elipe IV. El retrato se iialla en el Museo de Bellas Artes, de Boston. E L P A P A En el segundo viaje de Velázquez a Italia pintó en Roma a ¡Papa Inocencio X. El cuadro se llalla en la Galería Doria- Pamphili.

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