BLANCO Y NEGRO MADRID 23-07-1960 página 41

O MILAGRERÍA? La presunta curación prodigiosa del barrio de Orcasitas coincidió con la presencia de un mendigo a quien la imaginación popular ha rodeado de misterio AUNQUE LA ENFERMA SE HALLA MEJORADA, NO SE DESCARTA LA NECESIDAD DE INTERVENIRLA OÑA Dolores Delgado de las Heras, de treinta y cinco años de edad, enfermó hace cinco meses. Hacía poco tiempo que el marido, don Esteban Sáncihez Romacha, de treinta y nueve, había comenzado a trabajar como modesto operario de una importante factoría, después de permanecer internado una buena temipprada en el Hospital del Rey, aquejado de fiebres de Malta, Fué tratada primero como presunta paciente de dolencia ciática y reumática, hasta que hace algún tiem po, en el ambulatorio del Seguro de Enfermedad de la Puerta de Toledo, el doctor don Mariano Sanz Ramos, osteólogo, diagnosticó la enfermedad de Pott, localizada en la quinta vértebra lumbar, y previos análisis y exámenes radioscópicos que garantizaron ila certeza del diagnóstico, le impuso un tratamiento preparatorio ¡para estos meses del verano, proyectando someterla a intervención quirürglca en octubre. Desde entonces- hace u n o s dos meses- -doña Dolores ¡permaneció ¡Está loca ¡I a señora X ola sé h vuelto iocaS... A se expresaron varias vecinas de la barriada de Orcasitas cuando el día 15, alrede dor de las diez jr, media de la maAana, vieron ue doña Dolores Delgrado de) as Heras. ue llevaba cinco meses jtostrada en cama, casi iiaralftica, a causa de una dolencia de columna vertebi tl, salia corriendo a lá calle, se agraobalKi constantemente para eotrer piedras del suelo y hacfa. máttiples. contorsiones. gritando: Estoy curad ¡estoy curada! tJn andatio mendigo ue Ixabia abandonado momentos antes el domicilio de la enferma, en la calle, de María Teresa, número 1, replicó a las que ásf manifestaban s: ñ extrañesa: Noestá loca. Tiene fe en Bios. y sabe! ue dice. D inmovilizada sabré una yacija de tablas improvisada a los pies del lecho conyugal. Kstaba atenazada por el dolor y sólo con ayuda ajena y no sin grandes sufrimientos podía abandonar el duro lecho en las ocasiones en que le era imprescindible hacerlo. Los quehaceres de la pequeña casita de tres únicas habitaciones corrían a cargo de su madre, a quien varias vecinas ayudaban frecuentemente o sustituían en sus ausencias. Por eso el estado de la enferma era notorio y todo el barrio se hallaba al tanto de la evolución de su dolencia. De ahí la extrañeza de sus vecinas cuando la vieron salir a la calle corriendo. VX EPISODIO DEL MENDIGO Doña Dolores se encontraba sola en casa. El marido estaba en su trabajo; la madre había acudido a realizar la compra diaria, y los chicos, acogidos a la libertad de las vacaciones escolares, jugaban por las inmediaciones de su domicilio. Llamaron a la puerta; ella, desde REPORTAJE GtAFICO DE S A N Z BERMEJO