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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-07-1960 página 63
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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-07-1960 página 63

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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ana dan u y uii trozo de zarzuela. La Blinda se retira lentamente. El bullicio prosigue, mientras tanto. Parpadeo de estrellas, caravana de luces que indicari carreteras perdidas muy allá. Las sillas se vacían poco a poco, Y Juan sin acercarse en toda; la tarde. Si se acercara, le pediría explicaciones por lo de ayer. Después de acompañarme casi un mes, no tiene derecho a irse con los amigos cuando le dé la gana. ¿Qué dirán las amigas? Yo, que ya me había hecho ilusiones... Los chicos son unos sinvergüenzas, que no bascan más qiie pasar el rato cou una. V reírse. Si se acercara J u a n i El río es ahora un reflejo sin vida, demasiado sutil, y discontinuo; inclaso sin belieza, ante la refulgencia de la tarde. Incluso monótono, extendido en lo oscuro, lejano y misterioso. El rumor disminuye. El estado de áhimo adquiere ¡solide f. ul jetivo y oculto, en Bcneralj JoHqHÍtiili formará cu la Banda. Es fácil sacar v. l raso ruando conviene. Y el detalle de pagarle la consumición, justo. Y la mujer, loca por conocer al chico. A ver, sin hijos... Mañana mismo le mando a Joaquinito; en cuanto los visite dos veces, ya está. Conviene siempre estar a buenas con el alcalde. Ya se vaii clareando las columnas que suben y bajan. Son hormigas que ríen y charlan, o alborotan, o cantan. Hormigas que han bebido, en ocasiones; con déseos o envidia, en otras machas. Hormigas qne, en la manos, encierran violencias. Y, en la cabeza. Confusión desbocada de alegría y dolor. Yo ya he avisao: que no te pasees con ninguno, que te doy. Y me ha mirao como se mira a un perro. Así no se mira a un novio de cuatro meses, y menos si ese novio tiene huella puesta. La María anda con el fuego. Maria, qne no juegues. María, que me pierdes. Que mira que estoy loco por ti, que no sé decir cosas bonitas, como 1 (íesgraciao que te acompaña, pero soy capaz de no sé qué. Maria, que estoy borracho y no sé lo que hago. María, que no te acompañe ningún hijo de su madre, que me pierdo. Y María y -I lechuguino que anda bien y tiene pañuelo de seda. María, dándome celos con esos ojos... María! Confusión repentina. Las columnas se interrumpen, se agitan y se mezclan. Estalla un alarido por encima de todo. El sargento de verde se acerca, presuroso. Pelea, un navajazo, un circulo vacío en la masa de hormigas. Goterones de sangre en el vientre elegante. Estupor en el rostro, al fondo de la vista; estupor en la mano que empuña la navaja. Una nube gris sucio que oculta mil estrellas a su paso. La navaja y la sangre desconciertan. María Luisa es algo tonta. Está siempre como ausente, romo si no le importara nada de lo que pasa a su alrededor. Es lástima que yo no llegue a interesarle. Puede que sea verdad eso de que se va a meter monja. A lo mejor es por aquello del alférez que la enamoró. Un crudo desengaño, ¿eh? Estas niñas son muy sensible a los de. -en-

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