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BLANCO Y NEGRO MADRID 02-07-1960 página 95
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BLANCO Y NEGRO MADRID 02-07-1960 página 95

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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IlJclk 5l l i l i l í el -No, yo por mí, aquí nae quedaría trabajando toda la noche, pero si te empeñas en que m, e acueste... Durante la primera fase de su enfermedad, el hombre fuerte que hizo la guerra, coiTe a ciento veinte por las carreteras de montaña y se levanta por la noche a cualquier ruido sospechoso mientras nosotras nos tapamos la cai- a con las manos, muertecltas de miedo, se convierte en un niño histérico y temeroso de la oscuridad, al que no se ipuede dejar un solo instante; -No te vayas, veo sombras. No te vayas, tengo sed. No te vayas, me mareo. No te vayas... Después el niño neurótico pasa a ser, al primer bajón de la fiebre, el primer mediodía con apetito, uno de esos jovencitos difíciles que hacen encanecer a las mujeres antes de tiempo con sus terquedades: -Ya estoy bien; hoy mismo me levanto. No quiero tomar más esa porquería de medicina; este médico no sabe nada de nada, siempre lo dije, el que mejor se entiende es uno tnismo. Así que tráeme un whisky y mis cigarrillos, y diles a los. amigotes que ya pueden venir esta tarde para una partidita de poker... Le dan de alta. Suspiramos con algo de nostalgia cuando aquel ser indefenso y desesperado que ss agarraba a nuestras faldas como si fuesen su única tabla de salvación vuelve a convertirse en el- hombre de la casa; el que manda, el que gruñe, el que nos critica por tener miedo de la oscuridad, de los ladrones, de los locos y de las ratas. Volvemos a estar solas todo el día y nadie, menas mal, nos encuentra pálidas a la hora de cenar. El primer día que salimos al cine, después de la enfermedad, nos encontramos con unos amigos en las butacas de al lado: -Hace mucho que no nos veíamos, -Es que acabo de pasar lá gripe. -Qué lata. Es muy fastidioso cogerla en verano; dura más, ataca al hígado y te deja muy débil y deprimido... El hombre fuerte arquea el pacho. Ss siente en ese instante en su primer ataque a la bayoneta, llevando un bólido de carreras por una autopista alemana, jugándose la vida en las cumbres del Himálaya, de. wubriendo una, cueva a kilómetros y kilómetros de profundida. Sonríe: ¡Bah! yo no soy aprensivo. Unos días de descanso incluso vienen bien en esta vida de locos que, todos llevamos ahoí a. No fué nada. Y entonces nos mira con cariñosa condescendencia: -Si hubieras sido tú la enferma, con el miedo que te da todo Begoña GARCIA- DIEGO -rr- íHi t

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