BLANCO Y NEGRO MADRID 02-07-1960 página 87

al saber lo que ocurría, intentó abrir la puerta Que comunicaba el cuarto de aseo, situado entre ambos departamentos, con la del señor Gonosciii, pero no lo consiguió, pues la víctima, al parecer, había cerrado también cuidadosamente el pestillo interior. En. vista de la situación, el empleado decidió descerrajar la puerta del pasillo. Así io hizo, ayudado por el médico, descubriendo seguidamente el cadáver del infortunado italiano. Mientras el doctor comprobaba su fallecimiento, el empleado salió al pasillo y accionó la palanca de alarma. Gonoschi había muerto de un tiro en el corazón. La ventana de su departamento e s t a b a totalmente a; bi erta, pero los dos pestillos interiores se hallaban herméticamente cerrados. Resulta imposibie, dada la forma aerodinámica del vagón, descolgarse áesáe el techo o pasardesde una de las. ventanas adyacentes al interior del coche, ¿Cree usted que alguno de los restantes pasajeros pueden considerarse sospechosos del asesinato? -No. El móvil del crimen no está t o t a t a e n t e- aclarado, pero he deducido de ila docüm. entación encontrada en la cartera de la víctima que los tres acompañantes de Gonoschi se beneficiaban económicamente con la muerte del financiero. ¿Los ha interrogado usted? Si. El médico, -un hombre de cuarenta y tantos años, -moreno y ojos penétrante S- -dice haberse acostado a las diez y media- fué visto por el camlsffero a las doce de la notehe, cuando pidió una b: t 8ll a de agua mineral. -Ya. -La secretaria es una muchacha esbelta, atraotdva, de unos veíatiséis años, alta y muy elegante. Su declaración no ha suministrado ninguna piS ta. A las doce y media- se trasladó al coche restauran- ts y tomó un whisky con soda. Este punto ha si do confirmado por seis pasajeros que la vieron en el citado vagón. En cuanto a la declaración del administrador, un hombre de cincuenta años, bajo, -delgado, con lentes, de aspecto inte lectual y enfermizo, tampoco creo que resulte de utilidad, pues permaneció en su dspartamento desde las diez y media de la noche, hora en que lla mó al encargado del coche- cama para ordenarle que le despertara al día siguiente, a las siete, hasta el instante en que se. oyó el. timbre de íüarma. ¿Ta- mbién ha con, t irmado usted ese punto? Ei empleado me Hevó hasta el departamento númepo 3, en e! que un médico estaba examinando ei cuerpo sin vida de un pasajero -También. Ma- rtta permane- ció pensativa durante unos momentos observando al joven que estaba frente a ella. Vio que jugaba nerviosamente con un anillo de oro que rodeaba el anular de su mano derecha, ¿Lleva usted mucho tiempo casado? Dos meses. El- detective extrajo una cartera y eon una nueva expresión de orgullo en el rostro mostró a Marita la fotografía de una muchacha de ojos Claros, inocentes y- cabello cas- taño. -Es m Uy bonita... pero volvamos a nuestro tema. ¿Cuántas paradas hizo el tren durante la noche? -Dos. Una, de un cuarto de hora de duración, a las diez en punto. La otra, de cinco ininutos, a las tres de la madrugada. ¿La hora de la muer- te ha sido fijada con seguridad a las once y media? -Sí. He comprobado tal circunstancia mediante la colaboración de dos médicos que viajaban en el tren. Mariía sonrió. -No se sienta apenado, si Se doy la solución, por no haberla h a Hado usted mismo. Mis coíaboraciones coa JDeíar me hai) hecho adquirir una experiencia e. traordinaria. -No sé por qué dice eso- -afirmó e! policía- Mucha experiencia no puede usted tener a su edad. ¿Qué edad cree usted que tengo? -inquirió Mariía impulsada por la sutil necesidad femenina de averig- uar ía cifra en que había pensado su interlocutor. EJ detective la miró con el ceño íruncido. -Veintidós- -diio. La muchacha sonrió. -Una contestación de ese jrénero bien se merece sin premio. El asesino es... Y ante el asombro del joven policía, la iKtichacha expuso una iníeresaníe teoría, que proporcionó a su nueve protegido el primer éxito importaníe de su carrera. (Solución en las páginas azules.