BLANCO Y NEGRO MADRID 02-07-1960 página 85

PROBLEMA POLICIACO ALARMA EN EL SUD- EXPRES E BAN las (res de la madrugada. La estación se hallaba envuelta en na silenciosa penumbra. Marita y el inspector, de pie sobre el andén, vieran a lo lejos aparecer la plateada máquina eléctrica, que tiraba de los ocho vagones articulados del Sud- Exprés. Delar tendió la mano a sn compañera. -Sólo se detiene aquí cinco mi ñutos- -afirmó con voz ronca. -Jiía esipere a que se marche. Es muy tarde. -De cualquier forma, mañana es domingo y puedo dormir hasta las doce. El policía hizo una pausa sin abandonar los dedos de la muchacha. La echaré de menos. -yo estaré fuera más de una semana. Escríbame y cuénteme todo lo que ocurra en mi ausencia. El tren se detuvo y ambos se dirigieron hacia el único coche- cama, que se hallaba situado inmediatamente después de la máq: uina. El encargado condujo a Marita basta un departamento individual, donde ésta, después de dejar su bolso de viaje sobre la cama, que ya estaba preparada, abrió la ventanilla y se asomó sonriendo. 1 inspector estaba allí, en el andén. ¿Lleva usted alguna revista? Preguntó el policía. -Sí. Siempre leo antes de domdr. ¿Ha probado si funciona la lamparilla de la cabecera? Marita extendió la mano y actuó sobre el conmutador. En orden- -sonrió. Un silbido agudo rompió el silencio de la noche y el Sud- Exprés se puso de nuevo en marcha. EI noargado del coche- cama condujo a MarHa hasta un departamento Individual... Marita vio la silueta del inspector que iba empequeñeciéndose a lo lejos. Luego subió la venitanilla, se desnudó rápidamente y se metió en la cama. Hojeó sin gran interés una de las revistas y ai cabo de un cuarto de hora apagó la luz. Le gustaban los viajes en tren. Aquella sen ión entre l a s sábanas frescas, recién planchadas, el acompasado y trepidante son de las ruedas sobre los raQes y la oscuridad la hacían sentirse protagonista de una aventura, como si el objeto de su viaje no fuese el de visitar a una prima que estaba enferma, sino una misión excitante q u e la llevaba, irremediablemente, a 140 kilómetros por hora hacia un destino desconocido. nuevo la luz y miró la hora en el relojito de pulsera. Eran las nueve y media de la mañana. El Sud- Exprés no tenía prevista ninguna escala hasta las once. Se levantó y, después de ponerse tm salto de cama, se asomó al pasillo. El encargado del vagón y varios pasajeros hablaban con signos evidentes de gnin excitación. ¿Qué pasa? preguntó la muchacha. Un crimen- -contestó un viajero con acento nervioso- Han matado de un tiro al ocupante del conupartimiento número 3. Marita cerró de nuevo la puerta y comenzó a arreglarse a toda prisa. El Sud- Exj rés reanudó su marcha norma y cuando nuestra protagonista salía, ya vestida, al pasillo, vio que un hombre alto, delgado, le interrumpía el paso. -Perdone, señorita- -dijo el desconocido, enseñándole un carnet de TTn violento frenazo del tren la despertó sobresaltada. Encendió de Encapnan a los personajes de este problema la focutopa de R jdio Madrid, Alíela López Budla (Marita Zagam) y lo s miembros déTciiadPd de actores de la misma emisora, Javier Martin (policía del tren) y Ángel CarbaJo (Dr. Oiovano Durietti) (Fotos de Garcfa- Pelayo, realizadas en el material deia comipañía Wagons- tits Coofc.