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BLANCO Y NEGRO MADRID 02-07-1960 página 10
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BLANCO Y NEGRO MADRID 02-07-1960 página 10

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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se evaiporarian yelotsMxáe si intetliara ceder én esté punto. La Independencia de At elia es un su uesto irrevocaibte del proceso de emandtpaoián ipolitlca del Continente aíalcano y un dogma iJoUtico d los pueblos árabes. Bl tenacísimo esfuerzo que en favor de la paz han ounuplido y aún cunuplen Mohamed V y el presidente Burguilba tiene, i xialmente, como objetivo Oierto, ese sueño de libre ipersonalídad nactonal que nutre la rebelión ai elina desde hace un lustro. W. O faltan Estados y oi andaflCion 8 internacionales que aspiran a na prolongación slne die de la guerra entre el Ejército ürancés y el guerrillerismo de la rebeldía. En esto, como en otras mucihas expresiones dram ¿tiicas de la actual vida del mundo, el deslinde de camlpos se ha ido produciendo de un modo inexorable. La mayoría de los pueblos, sin embargo, anhela ver instaurada la paa en Argel. Paz es la consigna que De Oaulle se ha dado a sí mismo y ha declarado ante su pueblo; la más honda y sincera ilusión de paz alienta y palpita en los cam) amentos de la insurrección. Pese a esos sentimientos unánimes, las posü iiUdades de luna paz negociada con los argelinos en armas eran tan insignificantes, antes del segundo adivenlmlento del general De Gaulle al OobieriK y r m i i t o de Prancia, que nadie daba ni un suspiro por semejante quimera. Sólo al través del Inmenso caudal de autoridad que De OauUe posee podía suceder lo que en la actualidad está sucediendo. ¿O supone alguien que Oi MoUet, Edgar Paure o Félix Oaülaid, para citar algunos de los personajes de la Cuaíta República, fUOTOn partidarios de la guerra y vivían con un cuitaüllo entre los dientes? Pero sólo había un homibre capaz de Ic ar que Francia se resignara en Argelia a un destino melancólico. ¿Melancólico? De Gaulle suele iluminar la perspectiva de Argel con exégesis opttoistas. Poco tiempo de vida hemos de consumir antes de ver si se equivoca o si da en el blanco. Al Ideal de paz ha sacrtflcsido el presidente de f rancia todo lo q! ue parecía más sagrado: la presbicia francesa en Argelia, la integración franco- aiigelina. El día en que se encendió en sus labios, como una súbita llama, la paHabra autodeterminación quedó el pleito listo para la suprema sentencia. Parecía imposible que E i e n pudiera proponer al pueblo de Francia ese futuro. Voces ilustres tuve ocasión de escutdiar que aseguraban: El general De Gaulle puede acometer las tareas más increíbles a condición de que se cumpla la voluntad de quienes defienden la tesis integraolonista. Si en algún momento se apartase de ese camino caería fulminado. Las boinas negras del paracaidismo acamparían a la encada del Elíseo. I as cosas, sin embaído, no han sucedido así, ni mucho menos. Paso a paso, entre sentencias sibilinas, alocuciones de miagnfflca belleza literaria y silencios indescifrables, De Gaulle ha Ido reduiciendo a capítulo las vivacísimas fuerzas del ultranacionaUsmo Los paracaidistas no piensan ya en descender, como arcángeles vengadores, sobre los a dlromos de París; el Ejército entero asiste mudo- él gran maído se le llamó otrora- -al proceso de desintegración de un vastísimo imperio; Itís compañeros de Ben Bella se reúnen con los ministros del Gobierno de Francia; desde Madagascar al Senegál, los pueblos africanos que vivían bajo la bandera tricolor levantan estandarte nacional; en suma, todo un pasado pujante se extingue para dar paso a un mundo nuevo; toda una historia re landeciente se transforma en recuerdo y engendra un futuro colmado de esperanzáis hasta ahora no presentidas... Tomad, lectores, un mapa de África, otro ád Aélii... ÍÁ d l i iido ¿óñ iÜikáJóiÁ íói iéltltpi ios iiue áyeir ñó Más eran gala Úémi del iicidério francés: indoohlna, Laos, tíáttiibodije, Madaftascár, siria, Líbano, túnw, el Alto Volita, Guinea francesa, Dahomey, Togo, Catnerán, Senegal, la Costa de Marfil, casi la totaüld d del imiperio marrc uí, Argelia... iLa h i r i a de nunca acaibarl Una a una, las tierras amarrillas 8 e desgajaron. iQué amargas las jornadas de Dien- Bien- i tan calcadas de heroísmo I Las tierras negras están organizándose en rancho aparte, en selva libre, en bc (guera y tan- tan pe cuenta propia. Ahora, el sol dé Argelia empieza a palidecer. ¿Qué acontecerá? Bl problema es grande y conmovedor. Francia acepta un nuevo destino histórico. Y acontece algo que muchas personas ten dráii tiiór extraordinario; al frente de la enorme cancelación aparsce un general del JSJército ifrahcés, el primero de todos ellos, el de itodos los ¡demás obedecido, 1 libertador, el salvador de ima patria invadida, él que habla cotí lenguaje de soberano; un militar que, en días acerbos, pidió todos sus compatriotas iheroismo, abnega ón, sacrificio, fe, para qus la grandeza de Francia no sufriera quebranto. Yo no me siento movido a sorpresa, porque pienso que, cuando la vida de un país ha de afrontar una profunda ¿risis de tipo histórico, nadie como im mülitar adivina los rumbos exactos, nadie halla como él los caminos del puerto seguro y de la segura salivación. En el fondo de su ser, los franceses de hoy, en proporción abrumadora, sienten que las inicliativas del general De Gaulle Mgniflcan eso tan profundo: la victoria sobre una crisis, por mucho tiempo, qui! por todo el siglo venidero. Y la confirmación de las altas misiones de Francia en la Historia. La óptica del castro y del campamento es la mejor de todas ipara xtüT r con claridad hacia tales horizontes. todos acaba de consuD mir los modos, éáté áíihgti iueva a segregar intrámites preambukrés, eivltabiés dosis de acidez para los franceses. Renunciar al Imiperlo es deficil, cuando de verdad se ha tenido akna imperial. De eso se trata, de renunciar no solamente con hcnor y con grandeza, sino con la ceriddumibre ás que van a venir nuevos moti vos de orgullo nacional, razones de inédita grandeza. Porque la experiencia francesa es acaso la más vasta y la de más hondura entre cuantas e ofrecen a nuestra reflexión en la disputa de dos mundos o de dos concepciones de la Humanidad. Haberlo comprendido con singular elevación y haiber aceptado el desafio de los acontecimientos será titulo de Oran Capitanía para el general De Gaulle. la hora dé los moderados El diál o E STAMOS enespinosldad peligrosa. Pero tha costado es de lUna tanto abrirlo! ¡Se hizo esperar tan largamente I Me parece natural que el presidente francés y los argelinos loombatientes hagan cuanto sea necesario, y un poco más, para que la oportunidad no se les vaya de las manos. El retomo a criterios implacables, la ráfaga de ametralladom rasgando el aire de la KabUia y poniendo dramático punto final a las conversaciones, sería una desventara. ¡Que los días venideros sean tan propteios para la Europa occidentail como De Oaulle anuncia, y que en éstas tretas mo se abran por el Norte de AfriOa brechas de ameasza. para las viejas y nobles naciones que fueron y desean seguir siendo sal de la e dstencia human y torres del mundo cristiano! M. A.

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