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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-06-1960 página 90
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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-06-1960 página 90

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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M U J ERES I N T ERES A N T E S LA SEÑORA DE LA TORRE DE PINTO I NTERESANTE y grata en extremo resultó la visita que hicimos a la duquesa de Andría, la cual nos recibió como magnífica anfitriona, explicándonos cuanto se refería a la Torre de Pinto, al mismo tiem- te y por sus propios medios, ha emprendido y rematado la tarea de la restauración de unas ruinas, que le ha hecho merecedora de la medalla de plata y el diploma concedidos por la Asociación Española de Amigos de los Castillos. Jifo resultó empeño fácil la reconstrucción de la Torre de Pinto. Muchas y complejas dificultades se opusieron a ella. En primer lucrar, lin precarista h a b í a Ocupado la pilanta baja, instalando en ella un molino. Por si esto fuera poco, otro hombre se había refugriado en la cuadra aprovechando el desconcierto po que quitaba importancia a su la- producido por la guerra civil. Hubo, bor personal, que h a devuelto a pues, que buscar alojamiento a este nuestra Patria un tesoro artístico e segundo y tratar de convencer al histórico. mwUnero i ara que fuese a moler María Teresa Bustos es la única su trigo a lugar más adecuado que mujer española que, particularmen- las estancias de un monumento casi nacional. Todavía estaba el molinero en la planta baja cuando la duquesa inició la obra. Hubo que poner de todo. Vigas, techos, solerías, ventanas, chimeneas. Revestir y encalar las paredes. Buscar puertas y ventanas de la época. Estos trabajos se realizaron con escasos medios económicos y sin la ayuda de ningún arquitecto. Con mucha cultura, eso sí, mucho amor y mucha fe en! a tarea emprendida. Ya instalada la luz eléctrica, María Teresa Andría procedió al delicado empeño de amueblar la Torre y decorarla, dentro del sobrio estilo del siglo X V n Parte de los njuebles, cuadros y objetos que hoy aderezan sus estancias pertenecieron a los padres de la duquesa de Andría o a sus suegros, los anteriores duques de Béjar, t. 0 que hace unos años era un molino y un palomar, reíugio de vagabundos, es hoy im pfequeño museo, un monumento histórico. Y ello se debe al tesón y al celo de una mujer sencilla, que conoce la obligación que todos tenemos de contribuir al engrandecimiento de España en la medida de nuestras posibilidades. La duquesa de Andría no podía olvidar que en la Torre de Pinto sufrió prisión su antepasada Ana de Mendoza, primera daina de la Corte de Felipe Xt, aquella tuerta de belleza singular, de la que tantas cosas se han dicho, unas falsas o desfiguradas, o t r a s verdaderas, y La duquesa de Andría, con su hijo, el malogrado don Luis Roca de Togores y Bustos, marqués de Asppillas,

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