BLANCO Y NEGRO MADRID 04-06-1960 página 82

Mím 0 de las ovaciones que refrendaron laS o b r a s de Sciiubert, Schümann y strauss, qtie esitallaron con júbilo para premiar El amor brujo t a n prodigiosamente expuesto por Toldrá, contemplamos a un público empañado en el bis ide Triana y fuimos testigos de cómo todos de aiCuerdo, el maestro y los instrumentlsftas, volvieron a dar nervio y gracia, donaire y fuego a la obra de Albéniz, el pensamiiento voló hacia otros mundos bien distintos, los del deporte, y hacia otro grupo abnegado, el Heal Madrid, que sabe creoerste y triunfar en los niom. entos. difíciles. Porque lo evidente es que en este concierto ds la Orquesta Nacional se hizo arte, pero, quizá antes, se hizo tam- bién patria. El otro punto resulta más grato a ú n Victoria de los Angeles, cantante de España y del mundo, em. bajadora permanente d e nuestros más puros valores artísticos, h a sido la, madrina de Rafael Prühbeck en su debut internacional, como un, día lo fué Jo sé Iturbi del siempre llorado Abaiilfo Argente. Recibida. la alternativa de tales manos, con ser grande la responsabilidad, ¡se hacia él honor más. acusado. La voz de belleza inverosímil, madura y joven, cálida y purísima, se plegaba, stimisa. y fiel, a u n a batuta, joven también y también madura ya, que ponía su empeño en estar a la altura de las circunstancáas. y luego de servir el apoyo debido ail Exáltate, jubílate mozaritiano, de mimar la Canción de cuna para dormir un negiito de Montealvatge, captados por la diva y ed maestro, sentíamos la fe más firme en los valores eternos de E s paña y el júbilo más legítimo ai comprobar cómo, bien próximo a la gran artista nacional del presente, nacía para el mundo un director español del que se ha de hablar mucho. Y con tanto calor como esta noche al ensalzar su fulgurante Sombrero de tres pieos para el que, todos los adjetivos resultaban, aü decir de los propios espectadores entusiastas, harto grises. No lo parecían las, ovaciones que forzaron la repetición de la Farruca Sí; todo augura que esta fecha será memorable en la historia de un maestro que, por ser joven y nuestro, bien merece la adhesión que ios propios instrumentistas de la espléndida Orquesta Nacional son los primeros en otorgarle. El Pestlvai de Burdeos- -se afirmaba- -tendrá para siemipre el honor de haber presentado, fuera de su patria a un artista de excepción. Y nosotros, que tan firme seguridad tuvimos en él desde sus comienzos, la satisfacción legítima de asistir a esta confirma. ción categórica. A, P. -C. dacques Chaban ppesldent 8 de la Asamblea Naciorial y aiialde de Burdeos, ensalza con términos que recogen la cadena de émi oras de la Radio Nacional francesa el éxito de Rafael FrUhbeck y posa entre el maestro y el critico musical Antonio Fernandez- Cid. 1 Gran Teatro centra el paisaje urbano tíe Burdeos y presta fondo incomparable a su Festival le Música. porvenii- más triunfail. Y a ese respaoto, las primeras crónicas hatolain con fer or unánime de su, (presentación. Éxito, pues, para todos, en el que iuvo una parte m i destacada, en fraternal colaboración artística, un rninente viodoncelllsta. francés, André Navarra, solista en el Concierto de Scíiumann, y 1 Quijote de Strauss, aquí con la sptícial colabo- -ración de Pedro Meroño y Lms Antón, ilustres solistas de la Orquesta. Éxito limpio, de figura y conjunto, de obras e intérpretes, que podría glosasse desde ángulos muy diversos. En la necesidad de elegir algún aspecto particular, se destacan dos, significativos: la entrega, al borde claro del heroísmo, de nuestros profesores y la alternativa internacional ds u n maestro español. l a Orquesta, luego de un viaje de quince ihoras, llegó a Burdeos con el tiempo ju. ito dé realizar un ensayo de más de tres y el inmediaito concierto, en la misma noche. Cualquier posilyle tibieza podría merecer la atenuante de fatiga invencible. No fué- así. Toldrá y los profesores actuaron sin un desmayo, con una plenitud deslumbradora, xm nei- vio y una moral de victoria y una voluntad radical de representar a España de la mejor manera. Consecuencia de todo ello, el triunfo grande. Cuando, luego