BLANCO Y NEGRO MADRID 04-06-1960 página 12

El ministpo del Interior, Namlk Gedik, se suicidó después de ser aprestado. el ismetísrao, se h a querido servir el interés nacional. Unos y otros descienden del nacionalismo ataturkiano, y no cabe dudar de su ¡patriotismo. Lo que sucede es que la política de clanes y de facciones resulta incompatible, por sí misma, con las altas exigencias que la salud de la nación plantea en las horas graves o delicadas; y ni siquiera la voluntad de unos jefes patriotas basta a vencer la fatalidad de su triste destino banderizo. Esto iparece haber acontecido en el caso del presidente Celal Bayar y del iprimer ministro Adn a n Ménderes. Pese a ellos mismos, la tóonica y el mecanismo de las luchas faecionales han producido la división del país en campamentos violentamente irreeoncillaibles, el desgarramiento de Turquía. Esto iia sucedido a la vista de las divisiones rusas, de la cchetería soviética, del Cuartel General rojo instalado en Tiflis. Hasta que vino lo que la salvación nacional pedía: una Intervención fulminante del general Kemal Gursel, viejo militar replegado ya a las apacibles posicicnes de una especie de situación B. Detrás del general h a marchado el Ejército entero. En cuanto el telégrafo difundió la noticia de que ¡por las calles de Ankara habían desfilado contra Ménderes los cadetes de las Academias Militares, no podía caber duda acerca de los aconteoimientos que se avecinaban. Los cadetes desfilaron, indudablemente, con autorizM. ción de sus prcfesores; y éstos se hallaban sostenidos por los altos mandos. Cuando Kemal Gursel entendió que había llegado la hora, no tuvo que acudir a excesivas coacciones; le bastó con vestir el uniforme y salir a 1 a calle, donde las circunstancias habían dejado el poder en abandono, y el princiipio de autoridad suspiiraba porque alguien lo hiciera suyo. La revolución triunfante fué acogida con entusiasmo. El nuevo gobernador militap de Estambul- -ciudad clave- general Refjk Tulga, apapeoe en el centro de la foto, sin prenda de cabeza. el apoyo del Ejército, no les quedaba otra asistencia que la de su partido, es decir, la que pudiera ofrecerles la recluta de sus partidarios. Esto suele servir de poco; porque al llegar estos trances, los partidos están ya ocmo desnacionalizados, encogidos en sus egoísmos, corroídos ipor la ibequeñez de sus estímulos y de sus finalidades. Ha desaparecido en ellos toda inspiración heroica, h a muerto la capacidad de sacrificio; de donde vienen a caer en totai inanidad y son víctimas fáciles de cualquier ofensiva. Un Poder enérgico y salvador tiene que ser profundamente nacional, y contar sin duda de ningún género, sin vacilaciones ni medias tintas, con la adhesión resuelta de ima gran parte del país; tan resuelta que no se detenga ni ante el combate más difícil, ni ante el más áspero de los sacrificios. Si no es así, todo está perdido de antemano, porque la violencia o brío de unas decisiones puramente personales apenas son otra cosa que estr épito para hoy y silencio para mañana. Gobierno nacional que no cuente eón la decisión d e sacrificio de un pueblo, es el menos nacional de los Gobiernos. Batista lo había olvidado. Ménderes también, por lo visto. presidente MénA Lderes les h a Celal Bayar y al primer ministro que le sucedido- -mutatis mutandis- lo ocurrió a Fulgencio Batista en Cuba. Una vez perdido T? L general Gursel ha iniciado un nuevo capítulo en la historia política de Turquía. Sus declaraciones confirman la decisión de mantenerse al lado de los pueblos cccidentales, sin reparar en consecuencias. Así sea. Por de pronto, el presidente Ménderes estaba preparando su viaje a Moscú, porque así convenía, según sus amigos, a ciertos fines electorales. Confiemos en que Kemal Gursel tenga menos urgencia de ir al Kremlin, y se quede en Ankara, representando a un alto nacionalismo turco, celoso de la indeipsndencia y de las tradiciones fundamentales del país, y capaz de una fecunda vida internacional. M. A.