BLANCO Y NEGRO MADRID 28-05-1960 página 78

TOROS que en ei público, y torear con gusto, Pero pasó con el toro lo que con algunos zapatos que se hacen a la medida perfecta de un pie, luego no los recogen y los compra otro que aunque parece que tiene el mismo pie no tiene la misma medida. El toro del encargo se lo llevó Aparicio, y le hizo su faena; pases dados con esfuerzo, con falta de naturalidad. (Al hablar de naturalidad no me refiero a los pases naturales, sino a la naturalidad, al sosiego con que se deben torear estos toros, sin esa violencia y esa fuerza. Al toro le tocaron las palmas en el arrastre, y Aparicio dio la vuelta al ruedo, lo que prueba, una vez más, que hay gustos para todo. Yo he visto muchos zapatos hechos a la medida con el tacón torcido por no saber pisar con ellos. A partir de aquí, don Alipio, la medida varió; todavía el segundo tenía algo del primero, por lo menos la nobleza, pero según iban saliendo se iban distanciando, como si cada veinte minutos, que es lo que dura la lidia de un. toro, se contara por carnadas. Este segundo le tocó a Pedrés, que ensayó en él su nobleza. Harto el toro de pases iguales, iguales, iguales, sin comprender a qué venía aquello tan pesado, tan sin sustancia, le zamarreó como para despertarle, si es que Pedrés estaba sonámbulo, y en el suelo le dio con el pitón, como un amago visible de la poca casta del toro, sin la menor intención de herirle, como cuando en una clase de esgrima se toca y se dice: touché y se para. Pedrés, a pesar del aviso del toro, siguió lo mismo: cuando se le cansaba la mano derecha, toreaba con la izquierda; cuando se le cansaba la izquierda, toreaba con la derecha, y no acababa nunca; el público, que tanto gusta de faenas largas, se cansó, y pidió que matara, y el presidente, cansado, miró al reloj y le avisó de que ya era hora de que acabase. Acabó de dos medias estocadas atravesadas (fíjense ustedes que las estocadas atravesadas, que son el noventa y ocho por ciento de las que se dan, es la demostración de que no se ha entrado derecho, sino de que se ha echado fuera; apliqúense el cuento todas las estocadas atravesadas que se dan, que son la mayoría) También dio la vuelta al ruedo. Luego Chamaco chamaqueó un poco, lo que a unos gusta y a otros no. Los toros, muy quedados. Chamaco andaba alrededor de ellos con la muleta ocuka para que embistieran menos, con lo que demostraba que ni el toro embestía ni él toreaba; a pesar de lo mal que mata, fué el que entró mejor al pinchazo en hueso que dio a su primer toro; en el otro estuvo muy mal, le dieron un aviso. Qne me he saltado ál último toro de Chamaco sin decir nada del cuarto de Aparicio ni del quinto de Pedrés? Así queda la crónica menos vulgar. Don Alipio, el primer zapato, como hecho de encargo, le salió a usted bien. Los otros, muy corrientilos, entendiéndose por corrientitos los toros que limitan por un lado con los novillos y por los cuatro coistados con esa bravura batida con mansedumbre, que unas veces parecen bravos y otras veces parecen mansos resignados, que cuando ven al torero cerca, en vez de arrancarse- que es para lo que fué criado el toro de lidia- se quedan embobados mirando al vestido del torero, como diciendo: ¡Qué bonito; la calzona del vaquero no era tan bonita! Y el torera, complaciente con el toro, en vez de torearle, lo que es molesto para los dos, le enseña el traje. G. C. ó. C O R R I D A EL MIEDO Y EL VALOR L miedo y el valor se encuentran a cada paso en la vida. Como el Ji. 4- bien y el mal, se disputan al hombre; se meten hasta en su sangre, cornó los glóbulos blancos y los glóbu los rojos. Donde se les ve más e? en una plaza de toros. Yo he leído en La lirJia que Frascuelo era el torero de sangre más roja, con lo que daban a entender su mayor valor. Convencidos le ...gusta Diego Puerta, y es de buen gusto rematar la tanda de n a t u r a l e s con éí de pecho c o m p l e t o