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BLANCO Y NEGRO MADRID 21-05-1960 página 33
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BLANCO Y NEGRO MADRID 21-05-1960 página 33

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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SAN ISIDRO (I puede ser ipráctico: Padre, ¿no encuentra usted que los estoques son cortos? ¡Pero si no llegan al toro! ¡Que los hagan más largos! Los que vamos siempre a los toros no nos damos cuenta de estas cosas, pero la Isidra lo ha visto muy claro. Al padre de la Isidra le dieron la tarde los toreros y su hija; los toreros, con lo mal que estaban, y su hija, con las preguntas que hacia. -Padre, ése es Bienvenida? -iNo, Isidra; ése es Curro Romero. -Padre, ¿ése es Curro Romero? -No, Isidra; ése es Pedrés. ¿Cuándo vas a distinguirlos? -Pero, padre, ¿cómo los voy a distinguir si hacen los tres lo mismo? Padre, ¿éste es el toro tercero? -No, Isidra; es el cuarto. ¿No distingues un toro de otro? -Pero, padre, si todos los toros son negros, y todos son muy iguales de t a maño, y todos hacen lo mismo, ¿cómo quiere usted que los distinga? Lo que me choca es que los distinga usted y hasta que los distinga don Antonio, -Tienes rizón, hija, tienes toda la razón; yo tampoco los distingo; sé que éste es el cuarto y no es el tercero porque sigo el orden de la lidia y sé que el tercero m u r i ó y don Antonio lo sabrá porque lo mirará en ese cuadernito que llevan los ganaderos, pero tampoco los distingue. Padre, usted me dijo al entrar que los toreros eran buenos, pero no lo han parecido, ¿verdad? -Nb, hija, no lo han parecido. Padre, usted me dijo al entrar que los toros eran buenos, pero no lo han parecido, ¿verdad? No, hija, no lo han parecido. Padre, ¿quiénes han sido peores: los toros o loa toreros? -Si les preguntas a los toreros, dirán que los toros; si se lo preguntas al ganadero, dirá que los toreros. Pero yo se lo pregunta a usted. Pues yo te digo, Isidra de mis p e cados (y no es que haya ofensa para tu madre, que si digo de mis pecados es por lo preguntona qUe eres) te digo, Isidra, que tan mal han estado los toros como los toreros; algo así como tal para cual. Y otro año, a La Pradera, Isidra, que no hay por qué faltarle al Santo ni por estos toros ni por estos toreros que se conforman con hacer un quite. Y allá los turistas. -Tiene usted razón, padre, a La P r a dera, aunque llueva. G. C. Por GREGORIO CORROCHANO ¿Y para qué vendan los ojos a los caballos? -P a r a que no vean. ¿iPara que no vean al t o r o? Para que no vean en dónde pica el plcadop. 2. CORRIDA EL ESTOQUE DE MADERA ¿ES YA REGLAMENTARIO? D IECISEIS de mayo de 1960, Los toreros salen al ruedo montera en mano, en memoria de Joselito, muerto el 16 de mayo de 1920. En este país tan falto de memoria, y de tanto desdén por el ayer, es casi un milagro que todavía, a los cuarenta años, haya quien sienta este aniversario. Pasarán los años y con los años las generaciones, pasarán los toreros, que dicen que torean mejor que nunca, pasaráw los que lo dicen, y cuando ya nadie se acuerde de ellos, el 16 de mayo los toreros harán el paseo de las cuadrillas montera en mano. La verdadera gloria no es tan efímera como parece. Los toreros se pusieron la montera y empezó la segunda corrida de San Isidro con toros de doña Eusebia Calache para Aparicio, Luis Segura y José Julio. Este confirmaba en Madrid la alternativa. Cultiva la espectacularidad. Todo lo que hace y todo lo que intenta, lo rellena de hojarasca; es un torero barroco que tiende a lo churrigueresco, aun en las cosas más serias y sobrias del toreo. Es banderillero fácil y sería muy bueno si se le quitara la preocupación de hacer cosas raras. Por ejemplo: ¿a qué viene cuando tiene al toro igualado y fijo en él, volverse de espaldas y en esta posición tirarle la montera? Si el toro es pronto y parte veloz, pierde un tiempo que luego le hará falta para llegar sin apresuramien-

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