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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-05-1960 página 111
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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-05-1960 página 111

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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oa ¡ráo. fcer poemátioo, íignira ntre las. prediteatais de i (ntérp. reteis y públiioo. Lia de Szymanowsfcy, a í u lado, no pasa d e poseer un atnajotívo más direioto. y virtuosista. Ambas, acopladas ee un solo- disco La V; OZ; de su Amo de oaiiidad tóonioa ieiSipJéinidida, resultan mahjiar muy atrayente que lo es más por lia talla de los ejeioutantes el ¡pianista Vladimir Yampolstey, dueño de una ejieouoión brillante y sieguira y leil vSiOlini ta- David Oisitralsih, que por soraido, eistilo y iiniecanismo jUiStífica, una- vez más, la primacía de que diisifruta en lel presente, oomo legemplo de intéirpreites que s aben equidiBitaír de ló nvaraido y lo que se desmesura en Jeocióii pe- rfeota de equilibrio y buen stistóv no rhaoen falta aidjetivaclon etí y el maestro Greonge Soiliti. Con todo existen grabaciones igualmente meritoirias Dos! (lisioos muyíííbien realizados por D- eoea nos ofi esben la escena, má? y hiasta, si se nos apura, d mayor talla en la batuta íieotoira. No. así por jmpoirtamte- del- Begündo aoto -ila del lo que respeiota, al i lexiteojo. rolé d anuncio de la muei- te. -y todo el B- runilda n el que da una lección, tercero, -eil imás bello de La Walkymaestra, ineuparable KirsiteD Plagstad, ria que miairoa también una de las por voz, seiguridaidi y laidecuaeión. No más a l t a s cimas de Ja inspitración wagnetóana. Sobre ella pareo e ocioso será, fácil que vuelva a oaoer ailguien oon un color, votemen y exteniSión hablar. Un juicio detallado sobre IOR más ideales para personaje: juna, 1 interpretas ocuparía un espacio del maravilla! que no disponemos. QuCi las simples ditas 66 consideren como aoompaña, das poír los logios a que íse hacen Antonio i ERNANDEZ- CSD acreedores Marianne Sobeoh. Otto Eideimann y Set SvantooJm, así como (i) D e u t s c h e I Grammophon LiPM el extraordinario ígrupo de walty 18383. i rias perfecto de cohesión y empaste (2) Voz de u Amo. IiAX. P. 497. la Filarmónáioa de Viema, para la que (3) Decoa LXT 5389- 90. CANTO (3) RlllOlGíN SOBRE LA CARNE VIVA Papa nosotros, escHbip debe sep, a n te todo y sobpe todo, capidad, consuelo a quien sufpe, pues quien sufpe es, en vepdad, pobre. Esta caridad, este deseo de consuelo, no pueden limitapse al sufrimiento corporal: duele m u chas veces el alma, y es su dolor el más hondo por ser el más constante y el más callado. Entre esos dolores figura, como muy singular, el d e l a pérdida de la fe, o al menos el de ser puesta en trance de rotunda crisis. Tema al que me acerco en esta serie de artículos con cercanía empujada por ía experiencia, pero batida por el temblor, pues resulta dificilísimo generalizar, diagnosticar: estas dos palabras son, hasta cierto putito, incompatibles, pues el diagnóstico es algo rigurosamente personal. La experiencia de bastantes años de sacerdocio y hasta una lejana y agudísima experiencia personal pueden y deben sepvir, sin embargo, para montar estos artículos sobre ia carne viva. ¡Qué fá- cilmente podrían ser otra cosal Asoma la tentación d la carta, de la novela, hasta del poema; pero la posible fuerza, el posible consuelo querido para estos artículos debe venir de una cierta objetividad. Todo es personal y t o do es común a ia vez. LA FE SIN CRISIS Creo, Señor; ayuda m i incredulidad jeemos en el Evangelio: quiere esto- decip, que una fe con raíces de honda seguridad debe ser merecida, supMcada a través de una labor muy personal. No pocas veces la gran tranquilidad es sintonía de un egoísmo que se defiende de cualquier angustia: el intelectual; el científico que no se plantea ios ppoblemas de la fe junto a los de la verdad y a los dé l a ciencia, LAS GRISIS DE FE Por el P. Federico SOPEÑA el que se ampapa en una Mamada f e del carbonero no es leal a esa misma fe, a la que pondrá en ridículo no pocas veces. Quien no es carbonepo está estpictamente obligado a que el grado de conocimiento, de información, de actualidad en su fe vayan muy en compañía de su cultura, de Su situación en el mundo. Esto no quiere decir que busquemos la angustia como cumipliendo un programa, esto no quiere decir que creemos una como gula de la duda, pero sí queremos expresar la obligación de enterarse, de íeep, de no sep enemigos de la misma fe pop cpeep, insconscientementé, que la lectura, que el planteamiento de problemas van a derrumbarla. En un mundo como el nuestro, fundamentalmente dessacralizado donde abrir los o j o s n o es ver símbolos, ieep, enterarse, b u s c a r tiempo para eso, es cumplir una obligación elemental de defensa contra las crisis. Esconder la cabeza bajo el, ala, meter la fe en un rincón inatacable por cerrado e i n activo, es injuriar a la misma f e LA FALSA PAZ Es un error creer que siempre, siempre, la pérdida de la fe supone i n decibles angustias, amargura constant e ojalá. Suele ser más corriente lo contrario, eso que tan bella. y trágicamente exipresa Julien Green al decir que al perder la fe se sintió pasar de la Edad IVlediá al Renacimient o es decir, de la dificultad, del problema, de la angustia, a una cierta paz. En el ppóximo aptículo veremos cómo las pérdidas, dé la fe empujadas por crisis morales se caracterizan precisamente por eso: por la falsa paz, con apariencias de verdadera paz que trae consigo la pérdida del remordimiento. He aquí, escribiendo oon sinceridad, lo más impoptante de este aptículo: cuando en el fondo ele esa falsa paz comienza a agitarse una cierta sensación de vacío, una interrogante que parece c o m o escrita con letras del alma, es en verdad ¡obligatorio no querer taponar, sino, ¡al contrario, colocarse valientemente frente a lo que llamaríamos prehistoria de la conversión Alguien con la fe perdida tiene un accidenté de automóvil: en ese momento se acuerda e Dios. Alguien s u fre un desengaño radical: siente subir desde lo más hondo del alma una llamada. Rlgu ien Ás capaz de colocarse, misteriosamente empujado, frente a su propia muerl Alguien se da cuenta, de peí 6 nte, del enorme cero que puede r e s u m i r l a vida sin sentido. A l guien entrs sin sabep por qué en una iglesia al pijasar... Alguien lee o escucha algo que parece es r ¡to p dicho para su falsea paz, para; su vacío. Enterrar la inopmodidad de esas angustias es desoííf ia voz ide Dios. LA oBLIGACION NUESTRA Es funcionar, tantas veces, como auténticos aguafiestas no sólo de los portadores de lifla falsa paz sin fe, sino también de ios otros, de los que no quieren ihquietiid ni problemas par a su fe arrinconacla. En un mundo como el que nos rocíea, tari despojado de soledad, de silenc hemos de ser nosotros los que oblig ienios a que las gentes se paren para niipapse a sf mismas, papa hacer un examen dé su falsa paz o de su fe demasiado tranquila. Por eso, porque funcionamos como aguafiestas, no es extraño el que se nos mire p se nos léa de reojo; por eso también puede parecep hasta absurdo que a una revista para el domingo por la tarde, a uirya revista papa descansar, se traigan realidades como dichas a gritos; No importa; quizá ese rato del domingo por la tapde en la casa o en el campo sea el hueco por donde puede meterse la voz del Dios que llama, que humádemente llama.

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