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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-05-1960 página 99
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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-05-1960 página 99

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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eler que no debe casarse con ese jovelí de familia modesta. Un después con una mujer desgraciada en su matrimonio que tal Veü piense cada noche que fué su madre quien la empujó il casarse. Ahora todo va bien, lo malo es después. Nuestros acto de hoy serán juzgados después, y nuestros consejos de hoy, y nuestro ejemplo. Después puede llegar a ser como una pesadilla. El después de ese niño, de esa jovencita, de ese muchacho moderno con sus ideas transcendentales, con su prodigiosa, cruel, implacable memoria. Esa jovencita recta, inteligente, recién salida del colegio, recién estrenadas sus ideas éticas sobre la vida, a quien su madre no deja salir solía a pasear, porque es demasialdo j o ven, con el empleado de la oficina de arriba, pero anima íi ir en coche a merendar a las afueras, con un chico al que ha conocido en el Club de Golí, millonario y algo fresco, porque de ése conoce a la familia; seguramente la obedecerá a ciegas; a esa edad no se tiene todavía la suficiente seguridad en el propio criterio como para separar uno mismo lo que está bien de lo que está mal, pero no se olvidará nunca. Y si, después, a los veintitantos años empieza a tontear con un hombre casado, los sanos consejos de su madre, todas sus advertencias y lágrimas no servirán para nada. Es maravilloso inaugurar cada día una vida nueva con el café con leche, darla fin alegremente Con el sueño nocturno y luego volver a empezar. Es maravilloso, pero terrible después. Cuando se hagan adultos esos niños de ahora, callados y transcendentes, llenos de inquietudes; esas jovencitas de hoy, que anhelan tanto y abarcan tan poco; esos muchachos de piernas largas y silencios más largos todavía, que piensan dema. siado. Y si hacen a su padres deraasiudu responsables de sus propios fracasos, muchas veces sin razón, lo cierto es que también agradecen y recuerdan hasta el úhxmo momento de su vida todos los sacrificios que se hicieron por ellos. El chico cuyos padres se sacrifican V trabajan horas extraordinarias para satisfacer sus aficiones artísticas, mandándole cada verano a estudiar cultura en Italia, no lo olvida nunca, aunque fracase, pero sí no puede realizar su sueño siempre creerá que si el inundo no tiene otro Miguel Ángel fué por culpa de rfu familia. Es difícil educar a un hijo y para Una mujer a veces más doloroso que traerlo al mundo. Es difícil, dificilísimo, conseguir que ese hijo considere a su madre durante toda su vida como alguien que siempre estuvo a la altura de las circunstancias, cuyo ejemplo se debe seguir, cuyos consejos ayudaron en muchas ocasiones. El niño es la absoluta pureza de intención, el adolescente la rectitud misma, es imposible engañarlos con nuestra moral acomodaticia de hoy día: se puede hacer esto en determinado momento, hay que actuar así algunas veces, depende La muchacha df calcetines, el niño tímido, el jovenzuelo difícil, siempre esperan de su madre afirmaciones sanas y rotundas; hay que volver a casa a tal hora, lo mismo si está con el dependiente de la esquina que con un millonario americano quiero que te cases con un hombre honrado, que sea bueno y pueda mantenerte, de quien estés enamorada, lo demás es accesorio si tengo que recomendarte para que pases ese examen, prefiero que te suspendan el día que ganes lu propio dinero tendrás derecho a independencia absoluta te dije que si sacabas malas notas te que irías el domingo en casa y eso es igual de valedero si pensabas ir u jngar ron la niña del portero que si te pierdes la fiesta de esa amiguita con el papá influyente Cuando los hijos son pequeños todo eso no importa, al contrario, los chiquillos agradecen que se les mime, salirse con la suya en cosas pequeñas, ser dirigidos. Los adiilescentes tienen miedo de sus propios sentimientos de su propia vocación, no toman a mal que se les guíe por otro lamino, la mayoría de las veces son cobarde- s, tímidos, deseando acatar órdenes. Hoy no importa, es después. La chica a quien empujan a una boda brillante con un hombre a quien no quiere, hoy es feliz presumiendo m sus amigas, entrando en la iglesia del brazo de su padre vestida por Balenciaga, pero después... El hijo único a quien se penmite faltar al colegio un día sí y otro tambiéri porque está aquejado de mil enfermedades imaginarias ie siente feliz, pero después, Y el muchacho que quiere ser médico y le convence su padre de que le resultará n á cómodo y lucrativo entrar en el negocio familiar... Cuidado. Amar a los padres es un mandamiento de la ley de Dios, luego una obligación que cumplir, algo que mt es, pues, inherente con nuestra propia naturaleza, porque entonces no necesitarían ordenarnos hacerlo. Los padres quieren siempre a sus hijos, sé. comporten como se comporten, hagan lo que hagan; los hijos no, su amor depende de muchas cosas. Es una verdad terrible, en 1 que pensarnos poco. Begofia CARCIA- Í) 1 E 0

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