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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-05-1960 página 39
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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-05-1960 página 39

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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ALEMANIA tarios de Trevor- Roper son al ato probatorio. Cada uno de los capitales errores de Alemania fué tormento de la mayoria dé los Jefes y oficiales, dejada a un lado la tertulia íntima de Hitler. IJOS grandes generales no estuvieron jamás presentes, ni lo estuvo tamipoco e l alma de los soldados, en los campos de concentración, en las cámaras de gas o en los recintos crematorios; en las violencias de Ucrania o en las tragedias de Polonia, Anticristianismo, antijudaismo, fanatismo frente a un pueblo determinado, pasiones envenenadas contra nobles doctrinas del mundo civilizado, fueron obras de un doctrinarismo sin freno ni compás aue enloqueció a todo un pueblo. SI profundo, decisivo nial de Alemania desde 1933 ha ta 1945 debe ser investigado en torno al fenómeno de separación que se produjo entre el Pueblo y el ¡Ejército. Siguieron caminos distintos; cada uno rumbo a su afán; cada uno hacia su ilusión. Pueblo sin Kjército es presa fácil de los enemigos interiores y exteriores. Eaército sin PUeblo, heroica inanidad. La mayor derrota que los hombres conocieron... U E ahí, en la Alemania de hoy, solos, callados, a los generales supervivientes; con, sü vida limpia y ejemplar; con sus libros encendidos de verdad. En mayo de 1945, cuando parecía cerrado para los alemanes hasta el último resquicio de esperanza, ellos dieron un paso al frente y se ofrecieron en ¡holocausto. En aquella hora ganaron sus mejores batallas, abriendo el diálogo decoroso con los vencedores, restableciendo líneas rotas... Líneas de respeto, de posible convivencia, de fidelidad a unos cuantos ideales comunes. A los doce años de la desesperación, un general de Alemania era llamado a las responsabilidades de la defensa de Occidente y al mando de los soldados occidentales. Cuando nos decían qué llegaba Von Míanstein- -escribe un alemán- kn solo nombre nos daba fuerza y confianza; su nombre sonaba, a vieja y noble tradición militar. Fuerza, confianza, serenidad, tradición... ésos han sido los tesoros que los generales, los jefes y los oficiales han conservado para su pueblo derrotado. Tiempo después del desastre, si el mariscal Von Rundsteadt pasaba junto a un grupo de compatriotas suyos hambrientos, corroídos por el mucho sufrir, le saludaban conmovidos, porque sabían que aquel hombre había querido procurar soluciones de paz y no fiaé escuchado. Sabían igualmente que había combatido como en los mejores tiempos de los caballeras: sin deshonor. En fin de cuentas, pueblos hay que temen mu ho a una Alemania unida y rearmada. Está bien. Pero, al mismo tiempo, puesto el mundo a organizar la nueva presencia de las grandes legiones de la civilización en medio de la Historia, comprende que no es posible dejar a un lado a los militares alemanes, porque dentro del pueblo germánico nadie será tan capaz como ellos de cumplir los rigurosos deberes de la colaboración. Ellos fueron quienes en la hora del tremendo drama aseguraron la continuidad de la vida nacional, aceptando para sí responsabilidades que no les correspondían: culpas de otros, pecados que no cometieron. En este nuevo aniversario de una de las más graves derrotas aue los hombres hayan conocido, no está de más, mi entender, dar a cada cual lo que le pertenece, según ordena la justicia, M. A. íyiMí vi ti J t utcko mÁ 4, fc

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