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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-04-1960 página 58
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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-04-1960 página 58

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Primavera en el Tirol Por Felipe TORROBA BERNALDO DE QUIROS L A primavera sobreviene en el Tirol cad de repente, como uu desperezo elástico y cálido de la Naturaleza; es, diriase, la primavera de los dioses. En mayo, l o s alerces, nobles y pujantes, cuyas agujas amarillas tapizan el suelo en el otoño, ofrecen sus brotes delicados, de una t e r n u r a indecible. En esos bosques profundos, entreverados a veces de grupos de abedules, el terreno se recubre de un tapiz muelle, como para un día de fiesta. En mayo florecen allí las genciana y las vistosas edelweis en junio surgen las infinitas variedades de las orquídeas, la flor noble; los lirios salvajes perfuman la brisa; la linaria viste a las rocas de escudos multicolores; un festón de primaveras de vivo granate bordea las hendiduras de los peñascos... A trechos, cuando la nieve se funde y deja el suelo al descubierto, se ven, temblorosas, las campánulas, de delicadas franjas, y en cualquier pendiente se mezclan los colores (como en una acuarela) de la globularia azulada, de la blanca primavera, de la amarillenta auricnla de los Alpes. Al fondo del barranco, donde serpentea el arroyuelo cristalino, surge el azul brillante de las miosotis, el amarillo vivo de los girasoles. En la montaña de Sonnberg crecen esas florecillas odoríferas de oscuro color pardo. El manto amarillo de la campiña adquiere en algunos lugares un vivísimo matiz rojo; en otros, color de fuego. En marzo, que es la mañana del año, los Alpes se desperezan lleno de promesas y por doquier se agita la vida renovada. Las campanas de la primera misa inauguran el día; solamente las antecede el olifante del pastor que agrupa el rebaño en la montaña. 1 tañido de las once convoca al almuerzo: el Ángelus del atardecer anuncia el descanso. En la plaza de la iglesia se reúnen los grupos abigarrados. La iglesia, de flecha aguda o de bulbo barroco, reúne en tomo suyo las casas, cuya arquitectura varia no sólo de una región a otra, sino de un valle a otro. Les techumbres de las iglesias son de tejas rojas hasta las Inmediaciones de Zillertal; a partir de allí son verdes. Las gentes que viven en la montaña construyen su casa de piedra; las de los valles, de madera. En unos sitios, la casa campesina está separada del establo; en otros forman un mismo edificio. Cada valle ha conservado sus tradiciones propias, lo mismo en el folklore que en el mobiliario En la primavera, el Tirol ofrece las más variadas perspectivas al t u r i s t a Este castillo del siglo XVI recorta s u silueta sobre el f o n d o de los Alpes.

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