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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-04-1960 página 82
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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-04-1960 página 82

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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GRITIGA L ITERARÍA EL ASALTO DE EUROPA iDavid Howa- rth: El amanecer del día D (La condición h u m a n a en una jornada histórica. -Librería- Editorial Argos. S. A. -232 págs. Earcelona, 1959. LETRAS EXTRANJERAS portar fuerzas a las inmediaciones de un puente sobre el rio Orne y otro sobre el Canal de Caen. Ambos se encontraban minados y podían volar de u n momento a otro. Los ocupantes de los planeadores debían im: pedirlo en n n audaz golpe de mano, facilitando asi, en lo posible el avance de Uis tropas que desembarcarían en u n a de las cabezas de playa. Para ello habían sido, como las demás fuerzas de choque, duramente entrenadas. El terreno no se prestaba a un aterrizaje normal, y aquellos hombres no vacilaron en estrellarse prácticamente contra el suelo. Salieron de los ¡planeadores muy quebrantados y atacaron. El centinela alemán dio la voz de alarma y se inició una corta y enconadla lucha. La victoria se inclinó del lado británico; las cargas de dinamita pudieron ser retiradas. El objetivo había sido alcanzado. Las playas e n que desembarcaron las fuerzas aliadas tenían nombres convencionales. Los norteamericanos estaban encargados de ocupar la de Utah y la de Omaha los ingleses y canadienses, las de Gold Juno y Sworg El único general que intervino en el asalto fué Teodoro Boosevelt, hijo del presidente de les Estados Unidos. Y mientras en irtah las pérdidas fueron mínimas- -una docena de muertos y poco más de u n centenar de heridos- en la de Omaha quedaron fuera de combate numerosísimos soldados. Asimismo el éxito se vio a veces comprometido en las playas atacadas por los ingleses y canadienses. David Howarth dedica gran atención a los paracaidistas de ambas nacionalidades. Muchos de ellos murieron en las ciénagas, cayeron prisioneros o vagaron p e r d i d o s en aquella tierra extraña; otros consiguieron agruparse y ocupar sus objetivos. Fué u n a lucha sorda, tenaz, sin espectacularidad alguna, pero terrible. Algunos de los supervivientes han descrito la sensación de desamparo que experimentaron al perder el contacto con los compañeros. He aquí, a grandes rasgos, El amanecer del día D Un relato emotivo, lleno dé nobles valores humanos; un recuerdo y u n homenaje sincero a cuantos soldados de uno y otro bando tomaron parte en la lucha. A todos, sí, aunque se citen sólo los nombres de unos cuantos. L A batalla d Normaindía, la invasión de Italia y la gran tragedia de Stalingnrado, son, quizá, los tres acontecimientos más sobresalientes y decisivos de la segunda guerra mundial en el continente. S o b r e StaUngrado se han escrito ya. algunas novelas; la que toma el título de la propia ciudad devastada es impresionante. Sobre Italia se han hecho, que sepamos. playas adecuadas, condiciones atmosféricas, mareas, distancias para los aviones de corto radio de acción, etcétera. El general Eisenhower fué nombrado jefe supremo; su ayudante era el mariscal Tedder; al almirante Bansay, al general Montgomery y al mariscal Leigh Mallory se les asignó, respectivamente, el mando ¡de las tres armas, tierra, mar y aire. Las tropas se nutrían principalmente de ingleses, norteamericanos y canadienses, aunque también había en ellas franceses y soldados de otras naciones ocuipadas por los alemanes. En principio se acordó que la gigantesca operación se realizara el 5 de junio, pero hubo de ser aplazada cuando algunas flotillas de desembarco habían ya iniciado la marcha hacia su destino. Por fin quedó señalada para el 6; hora, las seis y media. cosas aisladas. ahora nos llega, por fin, un documento vivo, palpitante, sobre Normandía: El amanecer del día D Este día D como es bien sabido, fué el 6 de junio de 1944. Pero ignorábamos otras muchas cosas que en este libro sé ponen de manifiesto. La creación del segundo frente, reclamada ¡insistentemente por los rusos, iba a llevarse a cabo. Para ello, el alto mando aliado estudió como cumplía todos los factores: David Howarth refiere todo con calor y sabe transmitirnos constantemente las emociones de tantos sacrificios y heroísmos. Asistimos a una serie de episodios aislados que probablemente nos dan na idea bastante exacta de lo que fué y significó la impresionante batalla. Los ocupantes de los planeadores realizaron proezas. Algunos de aquellos caballos de Troya, con hombres tan magníficos como los héroes homéricos, estaban destinados a trans-

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