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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-04-1960 página 71
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BLANCO Y NEGRO MADRID 16-04-1960 página 71

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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ruHu o un pnpel, wnos aiile de peíetas qm le permitían sub ÍHtif algún tiempo, pero íiempre con el fantasma del vacio final, con la inseguridad de nn futuro que dependia de loa demás, no de ét ni de u voluntad de trabajo. Tuvo Mijíuel nn par de amoríos í cileH. (ue le disgustaron a su final mái que le consolaron, por lo cual cada vez se encontraba más sólo, más descentrado. Mauricio Barres era el único amisto leal qtie había encontrado desde que saliera del orfanato, Mauricio que había triunfado, y cuyo corazón generoso era el único asidero espiritual que Miguel tenía en su actual vida. Poro el éxito de Barrís lo llevaba constantemente de nn lado a otro de la tierra, por lo que poca compañía eran para Miguel las esporádicas visitas que Mauricio hacía a su ciudad natal, Madrid, Y Madrid se convirtió en un desierto par el muchacho valenciano que año de l ü y color, la alegres bandas do valenciana embriagándose. de luces mulatrás lo pisara por primera vess con música que recorrían las calle tocan- ticolores que estallaban en el cielo con Inseguro paso de principiante, para lle- do, vibrantes pasodobles, las ruidosas estruendo alucinante. Era l Nil del gar ahora a k triste conclusión, de que tracas que dejaban tras de sí aquel pe- foc y por todas partes estallaban las estaba como entonces, peor, porque culiar olor a pólvora, el dulce dialecto tracas, subían los cohetes. deslumbriiantes no conocía el desengaño ni la que osituchaba sumado u la multitud, ban las palmeras, cegaba la pólvora, desgana, y traía aún en su equipaje la produjeron en Miguel VellSs una ex- roja, a ul, blanca, sibilante, al subir, esperanza y la ilusión. traña reacción. Ya no recordaba con esiruondo, TM al derramarse en el espa- nosíalgitf su vida de eütrella en triunfo, cid, en la incruenta lucha por ia be? Su efímera época de triunfo le había sino aquella otr más lejana en qne lleüa de la fiesta fallera. dejado un hábito por la bebida, tm jugara, sin deformidades de cuerpo ni Miguel sentía nha rara üensación; gusto que ahora empezaba a ser con- do Sima, en su Tiente pueblo natal. Quería volver a sor él. de antes; olvisuelo de sus hora largas y vacias. No En una pausa del trabajo pudo es- dar los años en que triunfó y cayó es que se emborrachara, porque Miguel caparse hasta el orfanato btiscar tenía raíces n su conciencia del ejem- sus recuerdos y sus afecto para antaño, como un ícaro de frágiles alas, y su de por momentos, Tenía plo que los frailes de San José habían a. lo que encontró intactos, cotrio si el excitación crecía del polvo, del olor a la garganta seca dado a su vida, pero sí que llegaba 1 tiempo se hubiera detenido dentro de pólvora que se respiraba en toda la punto de nublar su triste realidad con loS; muro de la Casa en espera de que ciudad, y entró en un bar; a beber, in ilusoria alegría deK vino. Asi las Miguel vólyiefa a buscarlo, Aquello A codazos se abrió paso entre la mucosas, Horacio Montes lo líamó rin día. era ttn tttilagro. Los rósale. del huerto cíiedumbre qué rodeaba la barra y pi Vamos a rodar una película sobre venían idénticas rosa los niños can- dio un coñac cott soda. Cuando e lo h fallas y he pensado en ti- le dijo. taban las mismas canciones y reían bebió se encotitró mejor, y pidió otro. igni) que él en su infancia... Era real- Luego otro y- otro, hasta que la ene El corazón de Miguel dio tin salto mente aquel mundo fellís y apacible bríaguesi del ambiente se fundió Con de alegría, para caer después en el que él había dejado allí seis años atrás, la de) vino. desaliento. Él papel principal lo haría Lo único que faltaba era sn media cara Salió dé nuevo a la calle y- otra ye un italiano, famoso en el motttento, al para que el cuadro fuera exacto. le asaltó el tropel dfr dormidas sensacual traía de la mano María OHyer, Pero el padre Arturo ya había dicho ciones que llevaba en el- atea. Miguel separada ya de. su viejo marido desVellás quería borrar, de su vida aquepués de nn gran eacáridaló. A Miguel aquella frase que 1 dolía a Miguel gran llos le parecían vale correspondía en el reparto un puesto como uijiparecés error en la conciiíncin! cíos últimos años que sentido, dé tina- ¡No el mismo 1 de contenido de de tercera categoría que él aceptó reY esto le ponía fuera de aquella vidaí lidad, en aquel momento Onería ser signado, casi agradecido, porque, ese hiúttildo y sosegada, una, vida que era otra veis M ídia ttra vií if entré lo. í a sus propósitos y a su dolor, no había ñitiros del Orfanato de San José, saber conseguido olvidar a la única mujer fin, para devolverlo a acuella otra en la tarea que había dé cumplir Cada día, íuc todo era lucha y camino para llc que había amado en, s vida. Marisa conocer su futuro... gnr, ¿a Oliver estaría de nuevo cerca do él lla noche dónde? Miguel regresó aque- Se tocó la cara lisa, suave como la a Valencia con la sensación por algún tiempo y ello era suficiente de ser un desterrado, perpetuo. Fuer de una mujer, y sintió rabia. Aquella para que su vanidad artística no pu- de las paredes del orfanato no érá la cara falsa, hecha con dinero, no siera reparos en aceptar un papel de ni un solo recuerdo que hiciera más lá que Dios había dispuesto para él. principiante. llevadera su soledad, y Miguel cottt Su mente nublada entrevio uña soluCon una nueva ilusión en el alma prendía ahora que el hogar de un hóni ción! W pólvora; Si la pólvora habiá partió Miguel para Valencia en busc i bve, su patria verdadera, no eran más hecho áqúeilci cuándo el era un hiño. de la temprana primavera levantina. que las dulces cosas que se aman en la. ahora podría volverlo a hacer. Habían de rodar las primeras escenas infancia, los af tos que se meten denSe dirigió con paso vacilante a. la callejeras del film aprovechando la tro del ser sin darse cuenta de ello. -pteti del Mercttái) ttabia visto, al pafallas de San José, y así Miguel se en- la savia que alimenta los árboliios hu- sar ante. s ¡por ella, cómo los encargados contró de repente sumergido en un mar manos ipara darles impulso de elevar- dé la gráh falla inelían m su interior de sensaciones olvidadas, en, un torren- se... lo dn torcerse, según hayan sido lo cohete que arderían fÓn illa al te de ruidos familiares, de olores en- esas sensacioiies n los primeros años día siguiente. Migiler conocía bien las tre los cuales había dormido dé niño, de la vida. costumbres ahora que una extraña mey algo despertó en él. El sol, violento Miguteí- vagaliundcó solo en la noche íhoria volvía él. Sabía dónde ¡ta-

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