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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-04-1960 página 10
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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-04-1960 página 10

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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El Acuerdo romano alcanzaba a Francia, Alemania, Italia; Holanda, Bélgica y Luxemtauí- go; el proyecto inglés, a Noruega, Dinamarca, Aiistria, Suecia, Inglaterra. Suiza y Portugal. He aquí a Europa partida por gala en dos. Fuera de loa grupos económicos beligerantes sólo quedan Grecia, Turquía, Irlanda y España; los dos primeros países, en actitud de incorporarse rápidamente a los Siete o a los Seis el tercero (Irlanda) alejado por ahora del debate, y España, serena y observadora, ha emprendido el camino hacia el pleno equilibrio y hacia la total reorganización de sus fuerzas económicas para entrar, llegado que sea el momento oportuno, en aquella de las dos Asociaciones que más convenga a nuestro supremo intei- és nacional. f OS países del Mercado Común- -los Seis -tienen ya reducidas en un 10 por 100 las tarifas arancelarias para las importaciones entre si. El próximo día 1. de julio debían rebajarlas en otro 10 por 100. Y el 31 de diciembre de 1961 había de sobrevenir una tercera reducción. Las naciones de la Zona de Libre Comercio -los Siete -se dijeron: Muy bien; también nosotros rebajaremos en 1. de julio próximo nuestros aranceles en un 20 por 100 a los efectos de las importaciones dentro de la Zona y así nos habremos igualado con el Mercado Común. Puesto que en éste no han de producirse nuevos retoques de tarifas aduaneras hasta dentro de año y medio largo, tendremos todo ese tiempo para negociar un acuerdo entre los dos bloques y para evitar cualquier dañoso desbaratamiento de la estructura comercial de Europa. Dicho, pero no hscho; porque cuando los Siete se acercaron a los Seis con su acuerdo de Viena- -reducción del 20 por 100 en los aranceles de la Zona de Libre Comercio para el día 1. de julio- los Seis hicieron oídos sordos. Imaginaron que debajo de todo silo había, o podía haber, una maniobra británica, y siguieron su camino. En esto nos hallábamos cuando hizo su aparición el llamado Plan Hallstein Ideado y preparado por Walter Hallstein, Presidente del Mercado Común. Sostiene este caballero que los Seis deben pisar el acelerador y aumentar así la velocidad de su marcha, abreviando trámites y anticipando etapas: para lo cual proponía que, el día 1. de julio de este año, los palse. s del Mercado Común reduzcan sus aranceles interiora. s en un 20 por 100 y no en un 10. como estaba previsto. De este modo la situación fijada para el SI de diciembre de 1961 se adelantaría a julio de 1960: es decir, ei Mercado Común acortaría sus plazos en más de año y medio. Al propio tiempo. Hallstein pide que se liberalice y facilite inmediatamente la circulación de capitales entre los firmantes del Mercado y solicita otras medidas, igualmente Interesantes, de urgencia y de aceleración. Dicen los que pasan por bien informados que la noticia del Plan Hallstein determinó la reciente visita de Mac MHlam a Washington. Quizá exageren. No hay duda, sin embargo, de que el Ministro inglés y el Pi- esidente americano hablaron muy largamente de los Siete y de los Seis En el curso de esas conversaciones se encendió el comentario de Mac Millan acerca de lo que la Gran Bretaña hizo contra Napoleón. setas- que viene a ser lo que representaron el año tasado las exportaciones británicas a Bélgica, Holanda, Luxemteurgo y Alemania occidental. De donde se colige que Londres considera la aprobación del ya famoso Plan Hallstein como un desafio, como un a t a que violento contra la economía del Reino Unido; y pensando en defenderse a toda costa, acude al recuerdo de los tiempos napoleónicos, rememorando las fuerzas de contraofensiva que Inglaterra lanzó a la luclia para vencer al Emperador de los franceses. Entre esas fuerzas, una de las más eficaces fué la Alianza anglorrusa. A partir del término de la segunda guerra mundial, muchas zalagardas se- han movido entre los países de Occidente; se me cansa la pluma de comentar en estas páginas la dispersión occidental. Sin embargo, pocas veces han llegado las cosas tan lejos como en esta ocasión; pocas vetíes se han puesto tan serlas. Inglaterra pasa ñor uno de esos momentos, característicos de su gran historia, en que, apretando los dientes, cerrando los puños, contrayendo todo su cuerpo para la acometida, pone en juego las reservas decisivas de su alma. Está convencida de que tratan de aislarla, y no quiere permitirlo; ds que la van llevando a una situación de inferioridad económica, y no lo acepta; de que piensan en cercarla, en bloquearla, y no lo soporta. Por de pronto, la campanada ha sido fuerte. Ante las declaraciones más o menos secretas o privadas de Mac Miljan, los Ministerios de Asuntos Exteriores de los Seis preguntan: ¿Qué quiere decir la alusión a la Inglaterra y a la Rusia del periodo napoleónico? ¿Hemos de Interpretarla como un ultimátum? ¿Ha pasado por la mente de Mac Millan la idea de un nuevo sistema de alianzas éon Rusia y! a Gran Bretaña contra toda Europa? Cómo esto seria una locura, un inmenso disparate, un suicidio del mundo libre, hay que pensar que nos hallamos solamente en una etapa de movilización de influencias psicológicas, como el jugador que finge retos de poker para ablandar la moral del contrincante. Parece natural que la Gran Bretaña desee lograr una mayor disposición de los Seis para el diálogo, la negociación, el tira y afloja, el daca y toma; en suma, para el compromiso. Cualquier otra interpretación de la acida polémica reavivada entre la Gran Bretaña y el Continente nos llevaría a conclusiones monstruosas. Los ingleses han tenido considerables amigos en Europa aun en los agitados tiempos del Cardenal Richslieu, de la Revolución o del Imperio. También los tienen ahora. Algunos son del calibre del propio Ministro alemán de Economía, señor Erhard, que ve con mucho disgusto el Plan Hallstein C E asegura que el Plan Hallstein aprobado ya, y con verdadero entusiasmo, en Estrasburgo- -sobre todo con el entusiasmo de Francia y de Alemania- le puede costar a Inglaterra cerca de 300 millones de libras esterlinas- -alrededor de 50.000 millones ds pe- Cf S cierto que la sombra del Emperador ha pasado du rante unos momentos por el cielo del Canal de la Mancha; pero sólo la sombra: el Emperador no h a resucitado. Las personas que manejan hoy los asuntos públicos son menos fulgurantes que Napoleón y viven más sujetas a las pequeñas realidades cotidianas. Mucho se habrá regocijado Nikita Kruschef viendo cómo se bambolean las agrupaciones occidentales y cómo sobre las cindadelas de nuestro mundo soplan vientos amenazadores; oero la naturaleza de las cosas nos lleva a imaginar que el gozo de Kruschef se extinguirá pronto. Y que la tensión entre los Siete y los Seis se aplacará según conviene a la supervivencia y a la salvación de los Trece y de cuantos tenemos vinculada nuestra vida a la vigencia permanente de las libertades cristianas. M. A.

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