BLANCO Y NEGRO MADRID 02-04-1960 página 30
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página30
- Fecha de publicación02/04/1960
- ID0005262846
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APUNTE INGENUO DE Por J. L. VÁZQUEZ DODERO CINCO VECES ACADÉMICO La tradicional cena que la Real Academia Española celebra t o dos los años nos tnuestpa al llu, stre Dp. Marañón con varios colegas. De espaldas, a la Izquierda, don José María Pemán, y a la dereoha, don Ramón Menéndez Pldal. De frente, don W e n ceslao Fernández FIórez y don Gregorio Marañón. Ua medalla de la Real Acadamia Española luce sobre el p oho del Insigne científico y escritor. El Dr. Marañón era, además, miembro de las Academias de Medicina, de la Historia, de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; y de Bellas Artes. (Poto Qyenes. GREGORIO MARAÑÓN T 4 SCRIBO en la noche del domingo 27 de marzo, unas horas después de haber sa bido que Gregorio Marañón, hombre de enorme relieve entre los médicos y los escritores españoles de la primera mitad de nuestro siglo, acaba de rendir viaje serenamente, y no con serenidad estoica, sino con serenidad cristiana, que es bien distinto. Me gustaría dedicar a Marañón el reposado estudio que merece. Pero no será fácil hacer pronto ese trabajo. En primer lugar, la materia es muy vasta. La fecundidad de Marañón era prodigiosa. Nadie se explicaba cómo un hombre podía ejercer la cátedra, ver enfermos en su servicio oficial y luego, durante muchas horas, atender a los que acudían a tsu clínica, asistir a las sesiones académicas, redactar centenares de prólogos, artículos, discursos y conferencias, ir a teatros y conciertos, y, al mismo tiempo, publicar tantos volúmenes de medicina y de literatura y hacer una ordenada vida familiar en la cual mujer e hijos nunca dejaron de ocupar el puesto que les corresponde en un hogar envidiablemente armonioso. Nadie, repito, se explicaba esto; y es que, a primera vista, r e s u l t a sencillamente inexplicable. ¿Cuándo leía para estar al tanto de las novedades científicas, históricas y literarias? ¿Cuándo resolvía los tremendos problemas que le planteaban sus pacientes? ¿Cuándo escribía tantas cartas, unas a máquina, con faltas y titubeos de pésimo mecano-