BLANCO Y NEGRO MADRID 06-02-1960 página 90

grandes almacenes los cuales no hemos pensado ni siquiera remotamente y que abultarán durante meses y meses en nuestros ya más que repletos armarios: -Pero, ué es eso tan rarísimo que has comprado? ¿Un taburete de cocina o una perciha? -iNo tengo ni la menor idea. Lo que pasa es que también lo quería otra señora y yo conseguí quitárselo a fuerza de codazos y pisotones, era tan baratísimo que pensé que ea lo que sea se trata de una buena inversión... ÍBueno, paes mucho jurar hace un año que no volvería nunca y a. yer me pasé la mañana entera en unos almacenes del centro, jhogada entre una agresiva moltítud de amas de casa ceñudas y eficientes. Eso sí, como el invierno pasado no vi nada de lo que quería y acabé llenándome de paquetes inúliles esta vez opté por llevar únicamente catorce cincuenta en el billetero para estar bien segara de no caer en la tentación. En vista d e lo cual encontré exac tamente lodo lo que deseaba idesde sierapre, a, mi talla, favorecido y tirado de barato, y tuve que ver, rechinando los dientes, como me lo quitaban otras en mis mismísimas narices antes de que t- uviese tiempo de explicar al dependiente que yo pagaría en casa y todo eso. En los saldos de invierno hay que andar presto, desplegaifdo con gran inteligencia la estrategia femenina, preparado él dinero, la vista rápida para precipitarse sobre las cosas antes de que se decidan las otras competidoras. Como en la vida, las audaces siempre vencen a las tímidas, las valientes a las apocadas, aquéllas que no tienen n i n giín escrúpulo a las que piensan mucho y actúan poco. iPero no era de eso de lo que yo pensaba hoy hablar, omo d e costumbre me estoy marchando por los c e r r o s de Ubeda. Como no podía comprar nadtt y acabaiba de ver cómo me quitaban de d e lante, por idiota, el sonibrero de mi vida, decidí ipasearme un poco por la sección confecciones de señora a ver si sacabaj alguna idea para arreglar un traje que tengo del año pasado completamente fuera de moda, porque es! de talle imperio, y como hace dos temporadas fué saco, cada vez se está p o niendo más- raro con tanto cambio de línea. Frente a uno de los grandes espejos dos amigas como de veinte años, bastante monas, peinadas al último grito y con aspecto de no tener gran cosa que hacer en la vida, se estaban probando trajes bajo la paciente mirada de una vendedora cansadísima. La mas r u bia, que era tamWén la más guapa, acahaba de ponerse un vestido de lana estampado en flores y ribeteado de cinta verde que la sentaba de maravilla y desde rluego estaba rebajado a algo así como a la mitad de su valor real, Por enésima vez maldije mis catorce cincuenta- ¿N o encuentras que me queda d i- i r C ¿s- IUCA C T ODOS los anos al volver a casa, angada de cosas que n o necesito ipara na! da, muerta de ansancio y d e sm humor d e todos los demortios, sne jvxo a m í misma que jamás volveré a meterme eu ese tumulto de fines de enero, cuando los grandes almacenes de la iadad liquidan sus existencias a p r e cios rebajadísimos y las mujeres perdemos completamente la cabeza, porque no hay nada que nos satisfaga más que com ¡prar barato, aunqae sean otjjetos en