Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 16-01-1960 página 132
BLANCO Y NEGRO MADRID 16-01-1960 página 132
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 16-01-1960 página 132

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página132
Más información

Descripción

PROBLEAAA POÜCIÁGO por P. M. MUERTE EN EL RASCACIELOS Eran las doce y media de la no- che. El Año Nuevo, recién nacido, coontaba solamente con treinta minutos de vida, cuando un botones uniformado de rojo atravesó el restaurante sorteando- con habilidad las mesas del comedor. Entre el estruendo de la orquesta, a cuyo compás grírabaH las p a rejas sobre la pequeña e invisible pista de madera, el botones alzó la voz: Señor Delar! Señor Delar! El inspector bailaba en aquellos instantes u n a samba con Mariía. El abrazo que la muchaclia le había concedido mientras sonaban las doce campanadas con que ei año anterior se había despedido de ambos, había prestado sufjciejiííes ánimos al policía como p a r a lanzarse al ejercicio de aíjuel frenético y alucinante ritmo. Por nada del mundo hubiese querido Delar abandonar a su compañera vestida con un traje de noche negrro, con el cabello formando una bola hueca sobre la cabeza y los ojos dorados y alegres sonriéndole a muy poca distancia. Pero el botones vestido de rojo no abandonaba fácilmente su empeño y repitió en voz más- alta, pasando junto a la pista: ¡Señor Delar! ¡Señor Delar! -I e llaman- -susurró Marita- ¿Quién sabía que veníamos aquí? -El sargrento de guardia. -Vamos, entonces. Es posible que alguien necesite su ayuda. Unos instantes después el botones les conducía hasta la entrada del h a l l donde encontraron a un hombre alto, de rostro mareno que no vestía de etiqueta. Perdone, insi ector. Soy el detective idel edificio. Acaba de ocurrir una desgracia. Dadas las caracterfetioas del caso h e llamado a la Jefatura, donde me h a n comunicado que estaba usted precisamente aquí. Expliqúese. ¿Qué h a pasado? -Yo esfcaba en el despacho de la planta toáj a cuando de repente oímos un grito- espantoso procediente del exterior. Salí a, la calle, casi desierta, y vi sobre ia aeera el cuerpo de una mujer vestida de nociie con un traje color malva. íDebió caer desde una de. las azoteas del rescacielos, pero a ú n Vivía. Me mii- ó con sus ojos verdes mujy abiertos. durante unos segundos, como si quisiera decirme a ¡lgo y cerró el puño derecho suavemente. Sólo fué un instante. Ihmed itainente después expiró sin articular u n a sola palabra. Tenía la frente iperlada d e sudor, la tela del vestido rasgada y te faltaba un zapato. ¿Sabe visted quién es? Una actriz de cine. ¿No será Miriam Las preguntó Marita, volviendo la cabeza hacia el otro lado del salón- Cla- ro; va a ser ella. Estaba en, aquella mesa de a derecha y vestía un traje de noche. precioso color malva. No veo a su marido por ninguna parte. No h a podido escapar- -afirmó triunfante el detective- En cuanto me di cuenta de lo que ocUrria di orden para que los seis aseensoreá del rascacielos no se moviesen. Entre esta planta y la número diez no existen escaleras. -i- ¿Po ¡r qué sospecha usted de un asesinato y n o de un suicidio? Por la expresión, de los ojos dela víctima y tamibién porgue he e n contrado en uno, de los peldaños que. conducen á la azotea el zapato d e la señora. 1- Es extraño- -intervino Marita- Parecía estar, ipasándólo muy bierí. -Aihí llega el marido, t i v é r l a muchacha, Delar y el señor Niuua se hallaban sentados en un saloncito particular de la planta 33. -Comprendemos que la noticia h a debido trastornarle profundamente- -dijo el inspector dirigiéndose al hombre bajito, sonrosado y con escaso pelo que permanecía silencioso y atontado frente a ellos- Pero es imprescindible que nos haga usted u n a descripción de todos sus movimientos desde el. instante en que entró usted con su mujer en el edificio. -Jío acierto a comprender lo ocurrido. Eran las diez y veinte cuando llegamos. Miriam estaba de muy buen humor. Nos encontramos con Hans Demtoerg, un antiguo conocido de mi mujer, que se limitó a desearnos una feüz entrada de año. Bailamos un, rato y yo tomé unas, cuantas copas de champagfie. Miriam no ló probó siquiera, porque creía qué el alcohol le estropeaba el cutis. Siempre estaba pendiente de su belleza... aunque no era u n a mujer frivola. Hacía muchas ctoras de caridad y se interesaba especialmente por los niños sordomudos. La cena estaba exquisita y además muy bien servida. Cuando él camarero que nos atendía trajo el café sonaron las dooe carnipanaidas. Enltregué entonces a Miriam u n a pulsera de esmeraldas que le había comprad. o para esta ocasión. Pareció encantada con el regalo. Al cabo de unos momentos me levanté para poner una con- ferencia a mi. heranana, según acostumlbro en esta fecha. -Cuando regresaba a m i mesa me encontré con ustedes y oon la trágica noticia de la muerte de Miriam. Unos segundos después el detec- P I Vr J 3 DEL RASCA CIELOS í X o (o i 1, 1 Cocina o OÍS Ha c X por- lavictims Y su mando O fp, 5 t 3 C H 9- f r e VM I bdile S t fesa ocupadapot l3 pareja de f estaos cA A. O tí

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.