BLANCO Y NEGRO MADRID 21-11-1959 página 84

TOROS i. m i tíSfVi M Í- J. í Loü hermanos Ángel y Rafael Peralta rejonearon a; altmón aso verdaderannente Insólito- -un novillo. Rafael, al hilo d e 4 as tablas, clava un par de banderillas, mientras Ángel q u e d a a la espéctativa p a r a hacerle, si el caso lo requiere, el correspondiente quite. (Poto Cano. r o n Viva 1 Duende aludiendo, sin duda, a un establecimiento donde con Pastora Imperio se rinde culto al arte gitano. Yo al oír esto pensé: Viva el duende, sí, pero el duende que lleva dentro Citanillo, de Triana. Así Manolo Escudero, que, como entonces, toreó de capa, marcando mucho las manos bajas y el garbo de torero que tuvo y conserva, como si quisiera volver. Y eso que este torillo de Cervantes no era el otro. Así Paco Muñoz, como cuando era Paquito, aunque su novillo de Severino fué el peor, el más manso, huido desde que salió, atropellando, llegó a lastimarle en el cuello en un derrote Así Fernando Domínguez, que empe- peligroso. zó muy bien la faena y la faena fué a Asi Morenito ie Talavera, que tuvo menos, por culpa del novillo de C e r- la humorada de matar el sobrero en yantes, y porque esa fué siempre la tarde larga y fría; habíamos empezado caracjéristíca de este elegante torero a las tres jf media y hubo que encender con más elegancia que recursos. la luz eléétrica para lidiar este noviAsí Citanillo de Triana, a quien t o c ó llo de Cervantes. Morenito de Talavera, aun comprendiendo que salía sólo el mejor novillo, un bravo novillo de Cervailtes (que le están saliendo muy a retener a la gente, momento poco propicio para él, no quiso que quedara bravos) y toreó de capa y muleta como nada po? hacer en este homenaje y sin él t o r e r a cuando le salía un toro asi: estar anunciado pidió y lidió el sobrero. lances maravillosos y pases naturales, ligados con el de pecho, irreprochables, Como intermedio, los hermanos P e limpios, perfectos. AlguSas voces dije? ralta rejonearon un bravo novillo, el dieran nn capotazo le tendió su maravilloso capote; el novillo hizo la p r i mera huida y, cuando los que hacían de peones iban tras él, Ortega les dijo con la voz y el ademán: Dejarle, d e jarle due corra. Y él, sin correr, se fué a buscarle. Todo se hizo como d e hía hacerse; si no se hace asi el n o villo nianso hubiera dado mucha guerra. Pero él capote de Domingo Ortega y su muleta limaron la mansedumbre de los toros, y les hicieron potables, pero había que saberlos beber. Asi ocurrió con este novillo que hasta se quitaba el estoque y no le dejaba meter el brazo, pero le tocó a Domingo Ortega, el nfeestro. mayor de todos, de don Antonio P é rez. El novillo, con fuerza y bravura, les dio fuertes arrancadas que muchas veces salvaron las colas de los caballos; no dejaba parar a nadie, ni caballos ni capotes, y si cansado de tanto correteo se fué alguna vez a la barrera, de allí partía de nuevo celoso de lo que se le ponía delante. Esto dio lugar a una l u c i d a actuación de los caballistas. Técnicamente lo que más me gustó fué la brega a caballo para abrir el toro metido en tablas, para que aprovechara el pequeño de los Peralta y pusiera un par de banderillas por dentro, muy preciso y muy espectacular. Cuando los hermanos Peralta daban la vuelta al ruedo con los trofeos correspondientes (ya hemos dicho que todos cortaron orejas) freí que t a m bién iban a dar la vuelta al toro. En la presidencia estaban el Gallo y Belmonte que, con Vicente Pastor, compusieron muchas tardes un cartel. iLa tarde fría del homenaje, tan c o pioso como retardado, a Vicente P a s tor, nos recordó aquellas tardes de n o villadas de invierno, cuando bajaba a la capea El chico de la blusa G. C. mili