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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-08-1957 página 35
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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-08-1957 página 35

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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m r m n v TBÍ! Nuestro enviado especial, ante el Mar Muerto. recido cualquier viejo manuscrito de tan extraordinarios relieves, que por el momento se guardan celosamente us secretos. EN BUSCA DE LAS GRUTAS El gran problema para los estudiosos- -católicos, protestantes, ortodoxos y hebreos- -era saber si verdaderamente existía y no era fruto de la fantasía la gruta en que se había perdido la primera oveja arqueóloga del mundo. A Kilab, como buen beduino y buen nómada, no había forma de encontrarle, y en tanto, ya convencido de que si aquellos tesoyos no relucían, al menos producían bufenas monedas de plata, escrutó la caverna hasta el fondo, y después, con 4i n séquito de pastores, penetró una a una en todas las que ofrecía la gran escollera de los montes desérticos del Mar Muerto y de todas salían rollos que iban a parar a Jericó, a los oscuros comercios de antigüedades de Belén y Jerusalén, Esta labor de btísqueda había durado dos años y Kilab y sus amigos se conjuríron a no revelar a nadie la existencia ni de la primera ni de las sucesivas grutas que habían dado el fruto de centenares de documentos, que respondían, en su mayor parte, a la época de Cristo. En 1949 se produjo el conflicto guerrero entre los árabes y los judíos, v al quedar todo el sector del Mar Muerto en la parte de Jordania, el jefe de los servicios arqueológicos del Rey Abdullah, el inglés Lancaster Harding, y el director de la Escuela Bíblica franciscana de Jerusalén, padre De a u x se dispusieron a descubrir la fuente de donde manaban tantos y tantos escritos. El franciscano recurrió a una estratagema. Discutiendo con unos jóvenes beduinos el precio de nos legajos, puso en duda la lejanía del lugar o los lugares misteriosos y la imposibilidad de explorar las grutas, a lo que le respondieron que estaban dispuestos a acompañarle para que lo comprobara con sus ojos. De esta manera, en los primeros meses de 1952, fué descubierta la caverna de Kilab y otras cuatro próximas todavía repletas de montones de fragmentos en que estaban representados todos los libros bíblicos y muchos no bíblicos, absolutamente ignorados. Y más al sur, a veinte kilómetros, junto a un pequeño torren, te llamado Wadi Murabbaat, otras nuevas grutas revelaron textos hebraicos, árameos, griegos, latinos y árabes, e incluso dos cartas escritas por Bar Kokheba, el jefe de la segunda revuelta Judía contra Roma, ciento treinta y do años después de Cristo. Desde aquel momento, intensificadas las exploraciones, surgió una tercera zona, rica de documentos, a mitad del camino entre las dos precedentes. Este ptinto, denominado Khirbert Mird, fué explorado por una misión belga, encontrando textos griegos, órameos y árabes, y entre ellos un fragmento de la Andrómaca de Eurípides, bastante más antiguo que los manuscritos hasta ahora conocidos. El frenesí de los descubíimientos enloquecía a los teó logos, a los arqueólogos y a todos los científicos, que, de otra parte- -en la dos zonas de Jerusalén- veían evapo rarse muchos de los documentos sin sa ber dónde volaban, aunque un gran nú mero se encontraba ya en los Estado? Unidos. La primera noticia del primer descubrimiento la había dado al mundo, con grandes caracteres, al iniciarse el 1948, una gran revista americana. Resuelto el problema de la gruta de Kilab con su localización, asi como las restantes, la incógnita de los estudiosos era saber de dónde procedían originariamente tantos y tantos manuscritos, dado que en las grutas situadas en pleno desierto no era i) 0 sible que hn-

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