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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-07-1957 página 103
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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-07-1957 página 103

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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M Ú S I C A Se h a hecho costumbre que los m e jores aficionados, los más insaciables buscadores de emociones m u sicales, acudan a Granada para seguir estas jornadas en que la música impone sus fueros. Figuras muy significantes en el quehacer y el servicio a nuestro arte- -juntas directivas de las filarmónicas provinciales, empresarios, comentaristas- -acuden a los ensayos. Con ellos, en cualquier fecha, puede conteiKipIarse, en abierta lucha con el sol, a la caza de un rincón propicio, a un Infante de España, u n título aristocrático, una personalidad diplomática, un alto cargo político. Es hermoso ver cómo todos, en silencio, asisten al trabajo depurador, preparándose de la mejor manera para la velada. Y conmueve sentir la vibración de los propios ejecutantes, entregados y afanosos en la conquista del primor que luego habremos de aplaudirles. El estrado aparece vacío; quizá entre las sillas dispersas algunos voluntarios oyentes... de altura. La Orquesta se distribuye en buena parte del círculo, entre las columnas y las paredes. Como el sector es muy estrecho, desde el puesto de mando de Ataúlfo Argenta hasta los últimos atriles de la cuerda, en la izquierda, o la percusión, a la derecha, la distancia es muy grande. Y ni aún los brazos enormes del maestro pueden aminorarla. Y, sin embargo... stn embargo, hay quien se emociona- en la entrada categórica. Yo he visto vibrar, saltar en la silla a la personalidad ilustre cuando la batuta ordena, impetuosa, u n ataque de platos, un crescendo en el timbal. Y también acobardarse, empequeñecerse cuando un instrumentista vecino, culpable de algún fallo, es advertido p o r el maestro. Luego, en la noche, cuando el pasaje surge nítido, todo son satisfacciones, gestos de inteligencia... y aplausos. ¡Qué bien! ¡Qué maravillosamente bien suena la Orquesta Nacional! Soy enemigo de las bobaliconas actitudes que consideran deber p a triótico él detallar sólo virtudes en lo de casa y exaltarlo sobre lo ajeno. Lo c r e o contraproducente. Pero, en cambio, ¡qué satisfacción cuando comprobamos la madurez y la clase de algo nuestro! Sobre todo ¡qué alegría si son los artistas de otras latitudes quienes aplauden y comentan la magnífica disciplina y calidad de lo que nos pertenece! Ese es el caso de la Orquesta Nacional. Quienes fueron solistas de sus conciertos, quienes vivieron, desde denr tro, la entrega y las posibilidades de nuestros músicos; quienes se beneficiaron de la eficacísima batuta de Argenta, son los mayores paladines. Como de Granada. ¡Tantas veces se habló de sus paisajes! Y en el fondo quien no haya visto un espectáculo de ballet blanco en el Generalife, quien no haya oído el cuarteto debussyano en el atardecer del Patio de los Leones, o escuchado la Sonata claro de luna cuando la luz muere y traza reflejos caprichosos en la Alberca de los Arrayanes, quien no disfrutó aún de un Andante de Vivaldi, cantado por la flauta de Rampal entre las coltimnas del Carlos V, no puede formarse la idea justa. Por eso, en esta coyuntura, he preferido huir de evasiones líricas y determinar con razones claras uno de los puntales; para mí, el primero, del Festival granadino: la Orquesta Nacional de España, que en seis años aportó el peso nobilísimo de su categoría, entre las que ya la dieron, definitiva, a estas jornadas de arte. Granada, Junio de 1957. tria actuó sin desmayos, fiel a la más severa y íirme autoexigencia, siempre a las órdenes de Ataúlfo Argenta. Y como el maestro santanderino es su director titular, creo que resulta bien justificado el lema: La Orquesta Nacional, protagonista de los Festivales grana dinos Unas veces por caminos indirectos: cuando elementos que forman dentro de sus filas, que perteneceii a entidades camerísticas- Agrupación Nacional, Cuarteto Clásico- -hicieron oír sus voces y merecieron el aplauso unánime; cuando un nutrido contingente acompañó los ciclos de ballet cuando intervino en el programa religioso domi- nical. Así, claro, el ái ulo de proyección no se limitó al Palacio de Carlos V, sino que tuvo ramificaciones en el Palacio Árabe- Patio de Arrayanes, Patio de los Leones- en la Capilla de los Reyes Católicos, en el Generalife... Otras, las fundamentales, por el propio valor de sus programas en las noches del Patio de Carlos V. En las noches y en las mañanas. Cuarta Sinfonía de Mahler. Va a comenzar el tiempo úitimo. Victoria de los Angeles y Argenta se ponen de acuerdo. (Fotografías Torres Molina.

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