BLANCO Y NEGRO MADRID 08-12-1935 página 75

Con todo, a nosotros nos parece que había en Lacordaire un equilibrio profundo de gran hombre que sabe pensar con el corazón y la cabeza juntamente. Su vida, su biografía, está, sí, desde luego, erizada por ráfagas de huracán y por fulguraciones tormentosas del más clásico fondo a la romántica; pero su obra es demasiado firme y demasiado católica para que pueda incurrir en desequilibrios románticos; pues el romanticismo, en rigor, no es, en última instancia, otra cosa que exageración y falta de equilibrio. La excomunión de Lamennais puso en peligro de entredicho al San Juan de la Chesn- aie. como le ha llamado alguien aludiendo a la relación de Lacordaire con el autor de Las palabras de un creyente. Esto ocurría hace un siglo; justamente al comenzar el 35 del siglo pasado. Pero en este mismo año, en marzo de hace cien años, el Lacordaire, que había sido sometido a la prohibición de predicador, subía súbitamente a la cátedra cuaresmal de Notre Dame, honra suprema para un orador sagrado. En abril del 35 escribía al arzobispo de París: Monseñor: Tengo que daros gracias a la vez de muchos favores. El testimonio público e inesperado que me habéis dado e! domingo último en Nuestra Señora, era más que suficiente para recompensar un trabajo que era en sí mismo un favor. Habéis tenido a bien añadir el título de C anónig (j honorario de vuestra iglesia metropolitana, uniéndome así más a vos y asociándome a lo más venerable del clero de la tliócesis. Lejos estaba yo por mi juventud de pretender tal honor, y lejos también por las disposiciones de mi ánimo, que jamás ha deseado encumbramientos, y que teme de modo especial todo lo f (ue puede excitar sentimientos menos benév olos de parte de personas que fácilmente creen en la ambición. En otros tiempos, aun hubiese vacilado en aceptar ese encargo. Mas hoy. Monseñor, hay en esa prenda de vuestra bondad algo que me la hace harto preciosa para que éste a quien habéis llamado amigo fiel pueda, al recibirla, experimentar otros sentimientos que los de una sincera gratitud (i) Espero (1) AI fin ili: í: i í: rie de conferencias, el arzobispo no dudó llamarle públicamente: excelente y fiel amigo iiue forma el consuelo y el gozo de mi corazón DIBUJO ACUAEELADO, POR CARLOTA BRAND. (A T E N E O DE MADKID)