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BLANCO Y NEGRO MADRID 01-12-1935 página 141
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BLANCO Y NEGRO MADRID 01-12-1935 página 141

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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tos, i3- productos farmacéuticos, i i tabaco en rama, i i y menos de lo millones en tabaco elaborado, pieles, garbanzos (parece mentira que haya que importar 9 millones de pesetas oro de garbanzos en la tierra del cocido películas, plátanos, lubrificantes y algunos más. Para pagar estos 855 millones de pesetas oro, ¿con qué contamos? En primer término, con la naranja que España vendió por valor de 131 millones en 1934 (cada vez vendemos menos, por efecto de los contingentes extranjeros en los dos años anteriores las ventas fueron 166 y 172) Y después contamos con aceite de oliva, que vendemos por 45 millones almendras, por 33; minerales de hierro, por 32; vinos finos, 25; conservas de pescados y mariscos, 2 1 corcho, 20; sales potásicas, 19; vinos comunes, 18; manufacturas de algodón, i 8 conservas de frutas y legumbres y hortalizas, 17; pieles y cueros, 13 plomo, 13; uvas, 12, y menos de 10 millones, avellanas, patatas, aceitunas, cebollas, arroz, limones, pasas, pimientos, mercurio, minerales de cobre, cinc, azafrán, pescados frescos, sal y otros. Resulta, como se ve, que nuestros clásicos productos del suelo y los del mar- -pescados, mariscos y sus conservas- -no bastan a compensar las primeras materias- -algodón, gasolinas y petróleos, carbones, tabacos- y artículos fabricados, como son automóviles, maquinaria, material eléctrico, hilado de seda, productos farmacéuticos, películas, hierros y aceros labrados, y otros productos de industria ya elaborados, que adquirimos del extranjero. Para el equilibrio de la balanza, tendríamos que sacrificarnos y adquirir menos automóviles y menos maquinaria y menos carbones, y así otros artículos de los importados, cuyo coste actual anularía el saldo contrario, que marca la balanza por 243 millones, o tendríamos que exportar más por esta misma cantidad, y una y otra cosa son tan difíciles, que pueden seiialarse como imposibles en la proporción que el caso requiere. Cuanto se expresa se refiere a la balanza llamada mercantil o comercial, ¿Se puede hacer lo mismo en cuanto a restricciones o expansiones con los términos extracomerciales que, con los mercantiles, constituyen la balanza económica? Tampoco es posible, porque no hay Gobierno que dirija, a voluntad de todas sus conveniencias, las rutas de los buques nacionales, el turismo exportador, los capitales que salen siempre, a pesar de todas las medidas prohibitivas, porque, como decía Leroy Beaulieu, no hay quien ponga puertas al campo, y así nos resulta indomable la balanza económica. No es, pues, un problema técnico el del cambio internacional, sino político y económico, porque de la conducta política de un país que infunda confianza o que la niegue, depende la situación económica. Y al decir política, decimos también social. Echemos una ojeada a los dos Continentes. ¿Veis algún país en el que no haya ambiciones territoria- les, excitación en los partidos políticos para captar el Poder, aspiraciones revolucionarias o ideas anarquizantes y disolventes? En proporción más alta o más baja, ninguno se escapa a estas dificultades y peligros. Y así resulta que desde los proceres hasta Jos modestos y humildes, los países no pueden sostener sus patrones oro, de los que hubieron de caer muchos de ellos, y los que les mantienen son a costa de apariencias más que de efectiva realidad; y de sostener un tráfico de oro importantísimo, como, por ejemplo, Francia, que en 1929, antes de la crisis, importa millones de francos en oro 8.700, y solamente vende 198; en 1931 compra 21.800 y cede 3.200; el año siguiente, 23.600, y 2.400; pero ya en 1933 empieza a transformarse y adquiere 17.500 millones y tiene que exportar 11.3 CO, y en 1934 se desequilibra totalmente y no puede adquirir más que 6.600 millones, y se ve obligada a ceder 12.700 para mantener la estabilización de su signo monetario, y en el mismo sentido podemos decir de Suiza, que en los años 33 y 34 importa 1.200 millones, pero se ve forzada a vender 1.500, y Alemania acusa semejante significación. Solamente Inglaterra y los Estados Unidos han adquirido mayores sumas; la primera, en los dos años precedentes, y la segunda, en 1934, en que importa 1.280 millones de dólares y exporta nada más que 70. La maquinaria extranjero. El restablecimiento de una balanza no es acción de un día, sino de una política general y de la utilización de las condiciones de la raza de cada país. En épocas normales- -en el período de la guerra europea, España exportó cuanto quiso y pudo- hay que someterse a la realidad más o menos impura en cada caso y actuar sabiamente, pero esto es más fácil de decir que de hacer. Veamos uno de los extremos convenientes a la sabia dirección de un país. Importamos el año pasado 58 millones de pesetas en automóviles y sus piezas, y 46 en maquinaria, esto es, 100 millones de pesetas, en números redondos, y dicen algunos autores, como Lat r e Industrializar un país con maquinaria extranjera rio es progresar ni enriquecerse, sino caminar hacia la pobreza Y don Santigo Ramón y Cajal, gloria del intelecto español, recientemente fallecido, pero vivo en la mente de sus admiradores, tomaba pie de esa apreciación para decir en su último libro El mundo visto a los ochenta años, 1934; que hay necesidad de crear industrias originales y añadía: Los inventos y manufacturas ingeniosas de los países prósperos, donde la ciencia se aproxima a la vida, fortificándola y embelleciéndola, nos explotan y empobrecen. Barómetro infalible de este desequilibrio comercial y cultural es la incesante depreciación de nuestra moneda. Gozamos con alegre confianza de los refinamientos de la civilización, sin percatarnos de que cada mercancía importada, sin la contrapartida correspondiente, es una acusación de

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