BLANCO Y NEGRO MADRID 17-11-1935 página 90
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página90
- Fecha de publicación17/11/1935
- ID0005178043
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V. r- M S -iré Del picacho, dejó caer una mirada de odio sobré el caserío. ¿Por qué... Allá, entre la obscuridad de su conciencia, asomaba una negra cabeza de sierpe, un deseo de venganza... ¿Contra quién? jContra todos! Sintió que una lengua tibia lamía su puño, que pendía, apretado. Era el penacho. -1 ¡Hala, chucho! Pero el chucho s echó a sus pies, hundiendo- la cabezota entre las patas. Batiste, dio un paso, agdrró un canto y el perro, al ademán de arrojárselo, se plañó; pero siguió con la testa bmnillada y arrastrándose fué a echarse de nuevo a sus plantas. El Bordet, miró entonces a su amigo, como si lo viese por vez primera; pero al punto dejó de verle porque una bruma de lágrimas cerró sus ojos. Con ambas manos, tomó Ja cabezota del perro, y los dos se miraron: eran las del animal unas pupilas humanas, sólo que en ellas no había egoísmo. Y teniéndole así cedido. Batiste, íe dijo mu 3 formal: ¡Como ha) Dios! i O tú verás mi muerte o yo veré la tuya! Juntos para siempre! III Y el buen padre jesuíta, que era, eso, un buen padre de todos sus hijos desgraciados.