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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-11-1935 página 79
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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-11-1935 página 79

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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EPISTOLAniO BÉLICO DICCIOME 5 DE LA GUERRA ITALO- ADISIMIA UERIDO Juan: Me parece que ésta va a ser la última carta mía que recibas, porque estoy desilusionado y triste y me aburro profimdamente en África. Tenía una gran curiosidad por ver esta lucha de blancos y negros, que por ser de negros y blancos a mí se me figuraba que había de ser cosa muy pintoresca; algo así como un inmenso ajedrez vivo. Acuérdate de que eii Madrid, cuando asistimos al primer combate de boxeo, entre un boxeador rubio como las candelas y otro negro como el betún, nos aburrimos mucho, y que cuando los dos púgiles, maltrechos y medio desvanecidos, gr gis, según decían los técnicos, habían llegado al cuerpo a cuerpo y se golpeaban muy débilmente, se nos antojó que ya no reñían, sino que más bien se abrazaban compadecidos uno de otro, siguiendo la farsa de su triste combate singular, más movidos por la codicia de la paga que por un rencor que en verdad no sentían. Pero acuérdate también que al cómbate siguiente, que anunciaban de re- Q vancha en los carteles, y que yo me empeñaba en llamar desquite, por no. dejar de hablar en español, asistimos después a uña juerga flamenca, con cante cotto y vino chico, ¡lo mejor del mundo! y yo habia trasegado con tan inmoderada avidez del rico caldo de las viñas andaluzas, que al ir a sentarme en mi silla frente al rin hacíame ya mucha falta abandonar la bípeda estación que no podía sostener porque estaba más borracho que el primer mosquito que picó a Noé cuando el buen patriarca, harto del agua del diluvio, cumplió su nunca bien alabado descubrimiento. De tal suerte habíame trastornado el vino la visión, que jra no veía dobles los objetos, como en la diplopia de una borrachera normal, sino multiplicados hasta él infinito, y así, en vez de un negro y un blanco zarandeándose a puñetazos, vi, como si fueran una legión de angeles y otra de diablos, mil blancos de una parte y mil negaros de otra, que se acometían furiosos, y pensé en Éscipión y en Aníbal, y en griegos, y romanos, y cartagi- 4 -i iemm s r, í v- UANDO LOS PÚGILES HABÍAN LLEGADO AL CUERPO A CUERPO Y SE GOLPEABAN MUY DÉBILMENTE, SE NOS ANTOJÓ QUE NO REÑÍAN,

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