BLANCO Y NEGRO MADRID 10-11-1935 página 76
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página76
- Fecha de publicación10/11/1935
- ID0005178223
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en la ciudad vaticana es un experimento único. No es sólo permanecer allí y ser, por lecirio así, ciudadano del Papa, vivir entre sus súMitos, compartir su diaria rutina, vagar a su antojo por el territorio de su reino, hacer compras, enviar o recibir mensajes, hablar libremente con docenas de personas, desde los principales dignatarios hasta los olireros; contemplar la imprenta del gran diario del Vaticano, estudiar los servicios públicos, ponerse en contacto con la organización militar que protege aquel Estado y (cosa que rarísimas veces se concede) poder obtener fotografías de todo lo (jue parezca interesante. v yonstpuído sobF e u n a scpuiTupa. sob ulfo i Con frecuencia se preguntan muchos: ¿Qué necesidad tiene el Papa de poseer un Estado suyo? La respuesta es que, siendo jefe de todos los católicos del mundo, no Jodría conservar su: independencia si dependiera de una nación particular. Hemos reconocido lealmente la soberanía de la Santa Sede- -dijo Mussolini, al firmar el Tratado de Letrán- no a causa de su existencia precedente, en realidad, ni de la escasa extensión de su territorio, sino porque creemos que el jefe supremo de una religión universal no puede ser subdito de ningún Estado particular sin perjudicar a la esencia