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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-11-1935 página 28
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BLANCO Y NEGRO MADRID 10-11-1935 página 28

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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LO LADRÓME. DEL GRAM MUMDO ei úit imo miembpo de una céiGDPe banda ladpones internacionales está en rladrid de N misión informativa- la de hablar A con determinado personaje político de Cataluña- -llevó al repórter alfeaW- de aquel gran hotel recargado de palmeras y asientos de mimbre. El político no estaba- -no se ha dado en la vida el caso de que m- político esté a la hora, de una cita- -y la visita del repórter en un inútil viaje de circunvalación, resbala sobre las siluetas de tres damas somosadas que devoran propaganda turística a través de. sus lentes, sujetos con cadenilla de oro, pasa sin detenerse por delante de un alemán que se bebe la luz de España en chatos de manzanilla y ha cambiado su nombre, repleto de consoñantes, por una letra y un número que figuran en las listas de determinada orgajiización secreta, y va a posarse sobre un caballero magnífico, empotrado en un sillón. El caballero tiene ante sí a un l a t o nes al que entrega un billete de cien pesetas. Aun estando de espaldas a la puerta de entrada el desconocido de las cien pesetas despierta de improviso en el informador el recuerdo de algo que estaba a punto de perderse entre las anécdotas sin trascendencia. Rápido avanza el periodista hacia el catellero y aun llega a tiempo de oírle decir, dirigiéndose al asombrado botones -Procura no cambiar éste donde cambiaste el de ayer... ni mucho menos donde el de anteayer... ¡Sí! ¡Era él! Los recuerdos confasos se convirtieron en la seguridad de haber encontrado de nuevo a uno de esos seres que un día pasaron por nuestra vida y a los (jue, dada su condición de vagabundos tle lujo, nunca se espera volver a encontrar. ¡Mauricio! ¡Viejo! Era, en efecto, Mauricio Grimaldi; un Grimaldi un poco más viejo que el que huyó aquella noche de marzo de 1914 disfrázíido de sacerdote, a raíz de un golpe sonadísimo; pero el nii. smo conocido trotamundos, de (jrigen argentino, cuyas hazuña. s- amparadas por otro nombre y apellido- -llenaron las columnas de los periódicos en esa época feliz de los cuplés de la Fornarina, el pre lominio de Musidora y el grito de ¡L a revanche! a lo largo de los bulevares parisinos. Reconviene el repórter. -Pero ¿es posible, Mauricio? ¿Aún esa vida? -Nunca he podido vivir otra... También Aquellos liiclrone. s ñe la antegnerm fueron los creadores de los ratas de U íSsSSs

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