Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 03-11-1935 página 108
BLANCO Y NEGRO MADRID 03-11-1935 página 108
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 03-11-1935 página 108

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página108
Más información

Descripción

El Viejo del aei JÁJAL. ¡Muy bien! ¡Aquí hace calor! ¡Qué día, señor, qué (Ua! Va a nevar más que en d 96. Se acuerda usted, don Ramón? ¡Qué nevada aquélla! Dos días estuvimos bloqueados en casa... -Yo estaba entonces en Madrid- -respondió don Ramón. Y don Ramón y don Juan, los áos viejos, callaron un instante cada uno metido en la fría ceniza de aquellos recuerdos que les hablaban de otra vida más suya. Eran dos supervivientes, Y todas sus evocaciones estaban en los ataúdes en que ya se pudrían sus contemporáneos. Ya todo era distinto de lo de entonces Madrid, contagiado de París, se había convertido en una ciudad nueva, cosmopolita, frivola, ligera y luminosa. Y las provincias, envidiosas de 3 íadríd, le copiaban sus modernas costumbres, le imitaban en la transformación, borrando sus antiguos y característicos perfiles, para terminar confundiéndose en el uniforme de todas las ciudades de nuestro siglo. ün Pinares, en la misma Pinares, la vida iba tomándose, de callada, de apacible y sencilla; que era, en bullidosa, inquieta Y complicadEL; Ruido, estrépito, competencia de lujo con la capital; festejos con nombres exóticos mujeres que, casi acabada de 3 esdavar en su ventana la celosía de nuestras precaucione medioevales, cruzaban por d paseo con la falda corta y los brazos desnudos, sin mangas, ni siquiera con mangas de tul Bailes en el casino, en los que aturdía el estrépito dd jazs- band; quebrando el ritmo de los viejos violines... Cervecerías en la Plaza. Mayor, en las que los altos taburetes, conio jñes de macetas, substituían a los cómodos divanes antiguos... Y hasta en las bebidas: wisky, pipermint, coctail... Y los licores dásicos, olvidados en las anaqudérias... Otra cosa, otra vida, otra humanidad... Ni nietos de sus abudos parecían estos hombres de ahora. Y los viejos- -don Ramón y don Juan- -se contentaban con que no hubiese desaparedA su Café del Comercio, en que se conservaban los antiguos usos y hasta los mismos camareros de antaño Fuera dd café todo les era ajeno. Pero dentro, en cambio, todo les hablaba de co- viejo V yah (CUEMTO) A sas propias... Las lámparas doradas, conservadas bajo gasas azules; los techos pintados, en los que dos n ros toi tabaa d grano dd café y, a su alrededor- -graciosa fantasía del artista que dibujó la tela- -bailaban en corro veinte angelitos desnudos. Los spejos, a trechos iolcerado ya su azogoe, eran los que, a través de treiitta años, habían copiado tanto rostros qtttí pasaron ya a descomponerse bajo la tierra dd camposanto. El rojo pduc de los divanes aparecía rasgado en sus pli es; los mármoles de las mesas, mellados en sus bordes por el roce de los brazos de varias generaciones de dientes... En d Café, don Juan y don Ramón podían sentirse aún en su tiiempo y en su ambiente. Y allí pasaban las tarde -ya no salían de noche porque la tos, que no gusta de trasnocharj se vengaba luego- hablando siempre de sus dos temas étvoritos; los dos temas entre los que la vida sé escurre: el ayer y el hoy. Pero ¿usted ha visto qué hombres éstos de ahora? Mi nieto se ha afeitado d bigote... ¡Puaf! ¡Un asco... ¿Qué querrá hacer un hombre sin bigote? En nuestros tiempos sólo iban sin b ote los curas x los cómicos... (Y que no presumíamos riada con d bigote apenas empezaba a nacer... ¡Figúrese usted! Como mi nieta... En confianza, don Juan. i. Elstoy avergonzado... ¿Qué dirá todo d mundo? Mi nieta se pinta los labios... Lo mismo que una... Sí, don Ramón, sí... No lo diga usted... Porque es la nieta... Como. yo no digo tampoco lo que de mi nieto se me Ocurre... Una loca y un loco... Eso son los dos... ¡Ni polvos usaba su abuela! ¡N i polvos! Y había, que verla, con aquel color sonrosado, suyo... Y los labios, como la fresa... Y siir. colorines de la perfunMTÍa... yo... Lo que más le gustaba de raí a mi pobre Rosario era d bigote... Me lo rizaba ella misma, hasta que cayó enferma... Ahora ya, desde que día murió, ¿para qué voy a cuidarme d d bigote? Volvieron a quedar en sUendo. Estaban solos en el café. EL encargado Ida somnoliento un periódico en la trastienda... El camarero charlaba con el codnero en la cocina... Don Juan y don Ramón se adormecían recordando la vida yieja al calor de la estufa...

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.