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BLANCO Y NEGRO MADRID 27-10-1935 página 138
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BLANCO Y NEGRO MADRID 27-10-1935 página 138

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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SOBBB BL COI. 1. ADO FIÍIKENTIKO LA SOMBRA DEL D. 4 VI DE MIGUEL ANGBI. Revolución francesa. Porque el triunfo de la burguesía significa el resentimiento hacíatodo lo extraordinario que á la raesocracia k parece antinatural. Ya la gente no quiere que la gobierne un rey de linaje superior, s. no. uno como los demás; ni se complace en eil lujo y decoro de la cort tapices, armiños, grandes galas, cetros, sino que con obsícura y mezquina complacencia desean ver reproducidos en el jefe del Estado sus gustos, su ajuar, su atuendo, su sombrero flexible, su bastoncito de paseo municipal, su existencia sin alas, desalada. El caso es poder deoir: hombre, esto ya lo había pensado o! porque la vanidad de! burgués es tan grande que no soporta nada que le supere. La mezquindad burguesa lo invade todo y lo arrasa todo. Los reyes se alejan y los actores ya no cantan, thurmuran. H a vencido el demos sin fervores y la ópera ha muerto: ¡Viva la ópera! Desde entonces los buenos contertulios de café van al teatro a oír los mismos pensamientos qiK se le curren en la tertu- lia de café; las niñas áe Molinero pagan un duTo por ver en escena otras niñas de Molinero; y los jefes de negociado, al sa 3 jr- de la oficina, van a distraerse con ios profundos conceptos que le pasan a elíos por eJ magín cuando se rascan la calva en la oficina. Esa complacencia democrática por no salir nunca de su pequeño y borroso ambiente, a mi me es muy difícil de comprender y rne es absolutamente imposible de sentir. Concibo y siento el arte como utia. evasión. ¿A lo hondo? ¿A lo lejos? Yo he robado, ¿salféisf, íncreíbtes Floridas, dijo Rimbaud una vez, aludiendo a esas fugas imaginarias a un mundo fabuloso, lleno de tesoros, sorpresas, cantos y encantos. Porque la vida es siempre iHia cosa manca y sólo vale por anhelo de completarla con lo extraordinario, con todo eso de que nos privamos habitualmente y quí, no poseemos en los trabajos y los días. Y por eso es absurdo pedirle al arte que reproduzca el horizonte en qtse la existencia nos ha confinado, en vez de pedirle, generosamente, aquello que la existencia nos negó. Si yo cenase todas las noches entre trípodes, diosas con voz de cristal, arúspices y sangre de sacrificios a un olimpo implacable, entonces no vendría aquí. Pero he venido a oír las quejas de Alceste ante el arúspice por los años de la guerra de Troya, porque yo no vivo entre arúspices ni entre alcestes, íii el tiempo de la guerra troyana. Ahora se queja la reina en el templo apolíneo e impetfa inatiSmente del oráculo que desmienta el presagio de muerte para su esporo. Lloran las arpas dulces, se enluta el inirito de los jardines Bóboli, sobre las cien cúpulas de Florencia, las estrellas lloran sus lágrimas de plata y la música de Gluck pas. a con su larga cola lunar por el silencio. Para salvarla a él, Alceste ofrece inmolar su vjda. Entonces- se deshojan los violines y el esposo conturbado duplica con gratitud el sacrificio. Por el vial de estos jardines florentines donde sonó la canción medicia a los goces de la vida, bajo un dolor de mármoles antiguos se alejan los amantes lentamente, prendidos por e talle y por la muerte. Eugenio Montes. Florencia, 1935.

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