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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-10-1935 página 168
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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-10-1935 página 168

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página168
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Ó al mundo su proclama anunciando qtté el Estado catalán quedaba constituido y, requiriendo a todos para luchar por el triunfo de la República federal española. Ahora que sabernos lo que sucedía en tales instantes en Cataluña, podemos decir ciertamente que a Generalidad intentó la aventura sin más fuerzas ni; poner en acción más elementos combativos que aquel micrófono instalado en su sede. Era el cañón que hacia llegar sus proyectiles hasta fsedos los puntos de la rosa de los vientos de España; en él estaba todo el fragor, todo el ardor y hasta los silencios de una íiucha que nadie sostenía; las palabras sa lían de él por legiones para asaltar los centros oficiales de Madrid, los cuarteles y S- hasta las porterías, los, pisos y las bohar dillas de las despreciadas poblaciones de la meseta, sin que les resistieran guardias rá muros, en ondas incontenibles y victi iriosas. Pero no había ningún asaltante más. i Hermanos rabassaires- -llamaba el locutor- hermanos socialistas, hermanos comunistas: a las armas, a las armas, a las armas! Desde la tranquila habitación donde yo, fiumilde ciudadano español, asistía a aquel grave momento de la historia de mi patria, me parecía oír él rumor dé todo un pueblo aprestándose a defender la contagiada locura de aquellos hombres que la experiencia y la observación de sus actos me haljía enseñado a desestimar. El hervor de la radio era como la marcha, por todos los caminos de Cataluña, de rabassaires. crispadas sobre los fusiles las manos ae uñas sucias de tierra, de socialistas con la pistola oculta en el bolsillo trasero del pantalón abultado en rodilleras por la sedante postura a que obligan los cargos de la burocracia bien retribuida, de comtinistas con los bolsillos hinchados de bombas, que aprovechaban los minutos para terminar de leer la última preciosa novela rusa, desdeñando los peligros de un tropezón; de grandes y pequeños burgueses, tocados con barretinas rojas como llamas, y, en el pecho, la misma decisión sombría de romper. el yugo que les fuerza a vender tejidos caros a los demás pueblos de la Pennínsula. ¡Jjjj ¡Rrr... hervía la radio. Y ra el arrastrar de tantos pies por tantos senderos, y el lejano entrechocar de las armas en la negrura de la noche. Entonces sonaba Els segadors, para acompasar aquella marcha. Y la burbuja lírica de la Santa Espina, la más bella de todas las sardatias, estallaba melancólicamente sobre l a superficie negra de un disco de ebonit á que giraba en el estudio de ía estación difusora: Pero surgía una voz: E A. J. 7. Madrid... Eran, las baterías eléctricas del GobieriBO central, que contestaban. -Desconfiad- -decían- -de las noticias 5 ue lanza Radio Barcelona Faltando a SU honor, traicionando a España, los hombres de la Generalidad han proclamado la República catalana. Pero el Gobierno se prepara a reducirlos. Y Barcelona: -i A las armas! ¡A las armas! Y vengan- sardanas tristísimas. El duelo continuó toda la noche. Dencás disparó él mismo el cañonazo de una alocución, en la que llamó faccioso al Gobierno de Lerroux, Vaquero respondió con otro tiro, en el que anunció que el general Batet enviaba tropas contra la Generalidad. Alrededor de millares de altavoces, en toda España, millones de ciudadanos entristecidos se miraron los unos a los otros y modularon esta sola palabra: ¿Batet? Una. hora más tarde, el Gobierno avisaba qué el Ejército había atacado los edificios donde anidaban los rebeldes. Inmediatamente, Radio Barcelona hacía saber que el ataque era cierto, pero que las tropas habían sido rechazadas. A quien conozca Barcelona y sepa la angostura de las calles que conducen a la plaza en que se alzan los palacios del Ayuntamiento y de la Generalidad, no se le ocultan las dificultades con que han de tropezar los hombres que quieran llegar a ellos, en son de guerra, por pocas precauciones que tomen los- atacados. Quienes acometan tsA empeño han de ser, no sólo decididos, sitio valientes que desprecien las muchas probabilidades de perder la vida. La noticia barcelonesa era falsa, pero verosímil. En torno a los altavoces, la desconfianza pesimista dialogaba con el buen sentido, y llegaban a un acuerdo. -Si no hubiesen sido, en verdad, rechazados, i cómo se atreverían a decirlo allí, en Barcelona misma, donde la comprobación no se haría esperar? Pero es que aún no nos dábamos cuenta de que la Generalidad luchaba únicamente con una estación de radio y que era el locutor el que, a su antojo, ganaba batallas, formaba ejércitos, aniquilaba enemigos inflando sus propios carrillos para gritar: i Pum! ayudado por Dencás y Companys, que hacían también, afanosamente: ¡P u m! i Pum! j Ratapúm! Las tropas 1 e a 1 es triunfan- -insistía Unión Radio. Los ministros, congregados en el despacho del de la Gobernación, se abrazan, conmovidos y entusiasmados. Sí, se abrazaban, los pobres, con lágrimas en los ojos. Pero aún había mas. Samper e Hidalgo bailaban rudimentariamente, como bailan en las mayores alegrías los hombres serios que no han bailado jamás. Bailaban y se abrazaban como aquellos a quienes toca la Lotería, como el comensal que ha encontrado una perla en una sopa de ostras, como el pasajero de un avión Este articulo termina al final de la página siguiente.

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