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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-10-1935 página 163
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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-10-1935 página 163

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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el más bello de Europa. La tierra, con estas condiciones, ofrecía productos ricos y varios; vides, moreras, aceituna, maíz, algodón y- -añadía el autor- -hasta la caña dulce- Pero aparte referirse a la fertilidad y ric ueza de muchas de sus provincias, especialmente la catalana, la andaluza, la valenciana y la norteña, decía textualmente lo que sigue: Como ventaja de España están sus límites naturales, que le proporcionan medios eficaces de defensa, y sus montes, que hacen difícil y muy pelif rosa su invasión A continuación, y refiriéndose ya a las desventajas de nuestro territorio, se expresaba en el sentido de que la sequía y aridez de s ran parte de él, por causa de la naturaleza calcárea del suelo y del calor del clim. i. eran razones de desventaja y sobre todo ¡a destrucción de árboles y bosques Es curioso ver cómo hace un siglo existían montes en cantidad bastante a hacer difícil V peligrosa una invasión, y eso que ya se habían destruido árboles y bosques, a creer los juicios dé este autor, Moreau de Jonnés, que tiene en su obra aciertos indudables. Los pa. stos y las montañas ocupaban casi las tres cuartas partes de la superficie del país que entonces tenía la mitad más de bosques que Inglaterra, aunque la mitad menos que Francia. Nuestra población era de lO millones de habitantes al comienzo del siglo XTX. En un siglo ha aumentado ha. sta los 24 millones con ue hoy cuenta España, ero a medida que ha ido creciendo demográficamente, lian disminuido el valor y el número de sus árboles y bosques, y como el conjunto de é. stos atiae y sostiene las lluvias, se ha transformado el régimen de ellas y consiguientemente la temperatura. Situación actual de la floresta. España tiene en la actualidad 50.515. aoo hectáreas, de las cuales el 46,80 por 100 corresponde a la superficie forestal que comprende más de 26 millones de hectáreas. El resto está afectado a la superficie agrícola por más de 20 millones y a la improductiva por más también de 6. Dentro de la superficie forestal, existen 10 millones de hectáreas con arboleda y 13 sin ella, de nu) di que, próximamente, la mitad de la superficie de nuestro suelo queda fuei- a de la actividad agrícola. En setenta años, los montes altos han sufrido una pérdida de 2 millones y medio de hectáreas, por cnanto en el último tercio del siglo pasado existían 4. Ó 00.O CO hectáreas í e niños, robles y hayas, y en la actualidad soiámeiite IM- Jv. CCO: La mayor pérdida corresponde a los robles y a ía? S. Hay ue tener en cuenta que gran paxie de nuestro suelo no ha admitido otro cultivo (lue el árlíol, pero el presupmesto general del Estado ha desatendido esta riqueza y se ha llegado al extremo de realizanse un éxodo desde el monte al pueblo y a la ciudad v hoy las zonas forestales están huérfanas de hombres, de hombres especializados en el cultivo del árbol, en su poda, en la utilización de los subproductos y en la e. specialización del corte, tan difícil de realizar como no se posea honda experiencia. El presupuesto general del Estado dedicó esca. sas cantidades a los montes- En la actualidad, hay consignados 20 millones, en números redondos. La cifra es alta con relación a diez años hace, en que se atendía solamente con poco más de 6 millones, para un presupuesto de 4.600 a 4.700, de donde resulta que la atención no llega siquiera al medio por 100, y es pequeña para afrontar el problema. Estuvo éste, ciertamente, desatendido, y hay que inculpar no exclusivamente a un sector, sino a los que debieran haber estado atentos al caso: técnicos y políticos, como ha ocurrido en el extranjero, especialmente en Italia y Estados Unidos, necesitados de reforestación, que han aplicado convenientemente no sólo para ocupar brazos involuntariamente inactivos, sino para crear ri iueza ampliando la existente en sus países. Se ha dicho, y con razones evidentes, ue la reconstrucción nacional debe empezar por el árbol, y más cuando se ve la destrucción que se ha hecho en España, que hace siglos, según un autor podía atravesarse desde Burgos a Sevilla sin que molestase él sol en vei- ano, a causa de la frondosidad de sus bosques. ¡Qué diferencia con la España esteparia de hoy! C laro es que no puede conse, guirse cuanto se propone la iniciativa y el buen deseo, porque las condiciones especiales del suelo imposibilitan a veces la repoblación rápida. En nuestras provincias levantinas ha desaparecido en gran parte el bosque y aun el árbol es poco cuidado, y como el clima mediterráneo presenta extremadas variaciones, la obra reconstructora del arbolado es difícil v lenta, pero no por eso ha de abandonarse, pues hay otras zonas cuyas ventajas climatológicas pueden sastituír y compensar el valor dentro del régimen económico que bu. sca con la ley que acaba de aprobar. las leyes extranjeras. No desmayó Roosevelt, que sé valió de la autorización legislativa por él provocada para dar ocupación a los parados norteamericanos, construyendo obras de repoblación del suelo y obras de carácter público relacionadas con la repoblación. No logró este presidente cuanto quiso, porque la realidad es más fuerte que el deseo y tuvo obstáculos que no ha podido salvar totalmente, pero consiguió positivos resultados ocupando a más de un millón de hombres, haciendo una aCCri: rííCÍ- ón de montes públi ns v privados y aprovecliánácjios v- í nífjor modo posible para la economía forestal y para! general del país, por ser una política impulsora de la ritiueza nacional. También Mussolini ha dedicado preferente atención a la floresta italiana. Hace dos año. s dictó una lev encomendando a una en-

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