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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-10-1935 página 117
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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-10-1935 página 117

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Carlos de Rumania se hizo jjerdonar i) oc su pueblo su pecado de amor- ¡ue al fin y al cabo, para el pueblo no es pecado el amor- y cruzando los aires, como cuadra a un rey de su tiempo, se presentó en Bucarest, y dulcemente, entre besos de padre amoroso, destronó a su hijito y se ciñó la corona, que en verdad le correspondía. Hoy el principe Miguel es un guapo adolescente- -nació en 1921- -c ¡ue se educa junuí a sus padres reconciliados, para ser rey ñra vez, pero ésta con plena responsabilidad. Recientemente ha visitado en Sofía al rey niño Pedro de Yugoeslavia, primo suyo. Después de la cerenionia oficial de protocolo, sus preceptores ¡es dejaron deambular El niño que fué rey, dejó solos por el jardín del palacio de Toptschider, residencia real de Belgrado, junto al de serio y io volverá a ser. Sava y el Danubio. ¿Qué se dirían, si pudieroí decírselo, esSi exi. stiera Alfonso Daudet. hubiera descrito con su amena pluma este casi episodio del Dekamerón, que sotí los amores áé Rey Caroi de Rumania. Aun vivía su padre, el Rey Fernanda, cuando la razón de Estado echóse a i nscar princesa casadera para el heredero. La princesa Elena de Grecia fué la elegida, y un día de esplendor y bullicio para Bucarest cruzó sus calles el cortejo deslumbrador de las odas principescas, ijw del palacio real se dirigió hacia la Doma Balascha, la bizantina cátedra! cuyas cúpulas doradas y tojos ladrillos fulguraban a los destellos del sol. Un año después, la maternidad hizo doblemente augusta a la princesa Elena. El principito Miguel se asomó al mundo entre el estruendo de los cañones y ese pomposo y entusiasta regocijo popular, entre místico y primitivo, de los pueblos balkánicos. Pero una dama de la Corte... Aquí, lectores, como manda la discreción y el buen gusto, vamos a suspender el comentario. El principe Caro! en París. I, a princesa Elena y el pequeño Miguel, junto a la abuela, la dulce Reina María, aquella Carmen Silva de la literatura universal, y eí rey Fernando, noble y diP no, deshereda al príncipe en perjurio conyugal, y abatido quizá por la pena, quizá por las amarguras de haber visto su pueblo etivuelto en la guerra europea, y maltrecho y abatido también, cayó para siempre en el seno de Dios. Y he aquí cómo este niño príncipe, tiue en su inconsciencia infantil no podía comprender por qué su madre lloraba y por (lué su padre no volvía nunca de su viaje a París, se encontró rey con apenas seis años, de un país donde la amenaza de contaminación del tojo delirio ruso es una constante preocupación. Pero este cuento de hadas balkánico, ahora sí que con todo el argumento de una opereta de Franz Lehar, siguió escribiendo páginas sensacionales en la Historia de Rvtraania. I KORO DE yTTGOESLAVI. 4, REV PROCIAM. iDO POB l A TRAGEULl. cruza el Pfaffentlial con sus catorce ojos de viaducto; la desmantelada fortaleza que N apoleón utilizara en plan de amigo v protector de la independencia del país; y el pas mismo, donde la vida es plácida y sencilla, casi feliz. Por lo menos, esta impresión se llevan la parejitas de novios que en viaje nupcial hacen estación en la ciudad, como en Niza, en Sorrento o en Venecia. Ningún heredero de las coronas de Europa podrá ver un porvenir tan limpio y azulado- -con azul de ensueño- -como este s- ástago de la Gran Duquesa de Luxemburgo. Que los hados le sean propicios y Dios le guarde.

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