BLANCO Y NEGRO MADRID 20-10-1935 página 97
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página97
- Fecha de publicación20/10/1935
- ID0005476469
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tirado, a medio consumir, por unos fumadores, para eolocárselo como nuevo a otros. Esos cigarrillos emboquillados de anóni. raa confección, y esos puritos con taja falsificada, que muchos ilusos compran como de contrabando, ¡qué pocos aficionados tendrían! si se supiera la procedencia de la labor- -cokisa of cigar or cigarcttc- -y la usíne o fábrica- -Embajadores croas strecl- -que los lanza al mercado. Industria es ésta que también tiene su historia, aunque no centenaria aún. Nació en 1 S 75. en París, que bautizó con el nombre de nicgoticrx a cuantos la ejercen. Su creador fué tm trapero, sin sospechar, como muchos inventores, que iba a aumentar los ínfinios medios de ínfima vida de muchos menesterosos. Hasta entonces con su gandío y su saco no había podido elevar sus ganancias más allá del franco diario. Se le ocurrió recos er las colillas de cigarros y cigarrillos, y a iuel memorable día las vio pasar de los dos francos i una verdadera fortuna para él I En seg- uida surgieron sus imitadores, un mercado regular, que duró muchos años y no sé si subsiste aún en la plaza de Maub t y los especuladores a quienes se les vendía en rama y en grande Ja diaria recolección, los cuales se encargal) an de su transformación y venta al menudeo, f agaban la libra de tabaco a peseta. Las col illa s superiores, las de los cigarros de lujo y los puros apenas fumados eran revendidos sin apenas manipulación, a los mejores olientes. Las restantes, lo mismo de puro que de j) itiilo, eran trituradas, destrozadas, enjugadas a la sombra y después vendidas en aijuetitos a ios clientes de los nrisníOs cafés y restaurantes de donde liabían sido recogidas. De e. sta industria vivían- -nial, pero sin matarse a trabajar- -cerca de trescientos pobres diablos. En el Museo de la Exposición, no obstante haber reunido un tesoro de preciiisidades en utensilios consuetudinarios para d consumo de tabaco- en rapé y miídado- tabaqueras, pipas y boíjuillas, se habrían diado de menos las artísticas de ámbar y espuma, moda que había decaído y que, según mis noticias, vuelve, como era natural, en una época de refinamientos y de lujo como la presente. He dicho pipas y boquillas, porque paní muchos son una misma cosa. No hay- tal. La md. sma Academia Española, en su Diccionario, distingue entre la pipa en la que se fuma embutido el tabaco picado, sobre todo el inglés de hebra, y la boquilla, en la que se fuma elaborado en pitillos o en puros. Pipas y boquillas tienen origen selvático ansericano. Los salvajes las usaban muy adornadas y las tenían de paz y de guerra. Con ellas fumaban en sus asambleas y otros actos solemnes. Las de guerra eran rojas, el color de la sangre que ansiaba verter, y la de paz guarnecíanla con plumas blancas. La pipa- no nte explico por qué- uvo siempre la predilección de los marinos. Por eso los demás fumadores que la usan dan sensación de navegantes. Tiene pocos aficionados, porque es bastay sucia, y requiere una laringe de hojalat; i. No hace mucho un periodista francés, para tratar despectivamente a MacDonald, el esíadi. ste inglés, le llamaba ese fumador de pipa Se olvidaba de Herriot. Ei fumador en, pipa más original que conozco es el ilustre vate González OlmeeliUa. La suya es muy artística; de ámbar, Ja punía o boíjuilla propianiente dicha, j de espruna de mar éí resto, que gura una garra de águila apresando un huevo, que es el liog ar u hornillo, en el cual cabe- claro (fue exagero un. poco! -una libra de tilbaco. pretendo como cumple a iutént! co i; oe. ta, tm imposible; acn f) tarla. El aculotadoj