BLANCO Y NEGRO MADRID 13-10-1935 página 82
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página82
- Fecha de publicación13/10/1935
- ID0005476272
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-No ha querido Dios j eh! No ha querido que en el fondo se siente envidioso y excitan su bilis y sus exaltaciones de lo que él llaDios. Tú sí querías, pequeño mastuerzo. El pequeño mastuerzo es él. Quiso. Qui- ma decoro civil En realidad, aunque no lo diga y aunque so bien. Intensa y larg- am- ente. El anior de la mujer no le decía nada: los tal vez no lo sapa, lo que buscaba en el honiños, en canibio, le hablaban con enternece- gar era el desahogo de sus pequeñas contradora elocuencia. Y por amor a los hijos que riedades, de sus pn. gnas con todo lo que le podía tener buscó compañera ipara su vida. rodé de sus interpretaciones del deber para- -i asión villana, no- -gritaba con orgullo. conibatÍT, de paso y encarnizadamente, ias que contradicen. Aquel hogar no fué posible Y luego añadía mansamente; -Alguien con quien poder hablsr, a quien Quedó esto. Esto. La ventanilla abierta a las dtez. Pero él no tener facilidad de decir io que va por dentro de. uno. Por ejemplo: esta mañana han pre- espera jamás esta hora para llegar. Ni la de sentado un escrito de cinco pliegos. No iba las nueve y media en que todos sus compadebidamente reintegrado. Lo he tenido que ñeros arriban. Don Raimundo, D. Joaquín, don Ildefonso o como se llame, a ias nueve rechazar. Sería grato contar esto y hasta enumerar alrededor. Tiene un gesto entre conmiseray recitar los artículos de la Ley en que se tiyo y desfleñoso para la soledad que le había fumiado para ésta o la otra resolu- rodea. -i Ganapanes! El tiempo estricto, el tración. Porque sería grato, teuscó mujer que se bajo indispensable, la obligación absolutamente precisa. ¿Es que no estamos en el dedecidiese a compartir su vida. -Soy honrado. Tengo un sueldo modesto ber inexcusable de poner algo más, señores pero seguro. Y dentro de mí se encierran míos? i Es que el anior a la función no es, las posibilidades de una viudedad remunera- ante todo, y sobre todo, requisito esencial da. Cuando se poseen estas condiciones es de nuestras actuaciones? Ah, si a vosotros dable abordar dentro de los caminos de la os exigieran... dignidad a cualquiera honesta mujer. Continúa su discurso a sabiendas de que Lo realizó. Fué bien recibido. Se le signi- nadie le oye. ¡Con qué seguridad en las ficó que había sido tenida ¡nuy en cuenta sa palabras! ¡Con qué solemnidad en el puntualidad al pa. sar camino de la oficina. acento I i Con qué autoridad en el ademán! -Quien tiene el espíritu del deber cumple Comienza en la imprecación. Acaba en el con todos los que se le encomienden o él se trémolo. Solloza al final. Y entonces, su mano, con temblores de amor, se pasea suaveimponga. Le halagó que se hubiese tenido en cuen- mente por el pupitre, con la misma dulzura ta semejante detalle. Aprobó entusiástica- que si acariciara una cabeza de mujer. Unos pasos que le denuncian una presencia mente la deducción hecha. Y empezó a contar cómo cumplía él con su deber en la ofi- próxima, le hacen reaccionar rápidamente. Procura componer el semblante. Se sienta cina. Cuando acabó el relato recibió tantos plá- con vertiginoso abandono de las actitudes tricemes que estuvo a punto de empezarlo de bunicias. Requiere la pluma y pone con prinuevo. No hubo ocasión. Tuvo que dejarlo mores caligráficos la fecha del día. para el día siguiente: y, en éste, cosa inexCuando entre el de los pasos y le preplicable e ingrata, pudo adquirir el convenci- gunte nziento de que apenas si le prestaron aten- Qué hay desde ayer, querido amigo? ción. No tuvo más fortuna el tercer día. Contestará escuetatnente, huyendo la conHasta creyó entender que se le decía que versación buíícara nuevos temas le conversación. ¡Nue- -Lo que usted cuente. vos temas! ¡Frivolidades estúpidas seguraY comentará para sus adentros: mente! Trivialidades sin trascendencia no? -i Qué manera de penetrar! No se quita i Ah! eso, nunca. Y por no claudicar, y, sobre todo, por no tener seguridad de ser escu- el sombrero hasta que está en el ce- itro de la chado ni coni rcndido en el alcance de sus habitación. Y luego ¡qué aspecto de trasnograves tareas, deió la relación, la amistad. chador dornn do aún, qué aire frivolo sobre todo él! i Y de esto se enamoran las mujeel amor y los sueños de paternidad. res! ¿Y a esto le llaman funcionario? Le di- -iNo sería digna de mí otra conducía- -go a usted que no. ¿Cómo voy a decirle vociferó. que no? Y desde entonces mira con desdén a sus Jíguiiar Catena. compañeros, que, más modernos, con otro espíritu, otro dinamismo y otras esencias cuentan alguna vez peíjueñas aventuras de las (OÍBÍJJO X S KEGIDOK) -srr. A, fM. í 3I ZM y (S 7 7.5.