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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-10-1935 página 181
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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-10-1935 página 181

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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PUNTO DE VISTA INGLES Peligros de Iq reducción de fuerzas novales Por el ALMIRANTE CONDE DE JELLICOE, omandante en, ¡efe de las escuadras b- itánicas durante la guerra U NA lucha larga y enconada para conseguir la libertad y una sucesión de esfuerzos para conservarla: esta es la historia de la nación ingi esa. El Imperio Británico se ftiridó por el mar, por el mar se ha sostenido y por el mar continúa existiendo. Debemos la conservación de nuestra libertad a nuestra supremacía en los. mares Las rutas del océano son el medio merced al cual continúa nuestra existencia. E l movimiento iniciado durante estos últimos años para reducir la potencia de la mariña de guerra británica, me ha causado, al establecer comparación con las demás mariñas del mundo, mucho temor. Este acto tiene por objeto servir de ejemplo a las demás naciones, pero se da el caso de que ni una sola potencia nos ha imitado. P o r ello y por el recuerdo de las ansiedades que nos asaltaron durante la guerra, sobre todo en la época en que Alemania se dedicaba a una lucha submarina intensa contra nuestros barcos comerciales, no puedo menos, de éxperimentar ese temor. Ninguno de los que en aquella época tenía. ii la responsabilidad de proteger a fos barcos que transportaban viveres y otros artículos necesarios para la existencia, podrá olvidar que aun con la flota de que entonces disponíamos notábamos grandemente la falta de barcos de ese- tipo tan especialmente eficaz, conocido con los nombres de cruceros rápidos y torpederos, Cuando comparamos la cantidad de buques de ambas clases que teníamos en 1917 (más de 100 cruceros y unos 350 torpederos) con la que tenemos, ahora (menos de gO cruce- su instrumento de defensa más poderoso, en la Declaración de Londres. P o r fortuna, ese documento fx: é anulado en el momento deestallar la guerra. Ño obstante, podemos leer en los libros alemanes sobre la guerra y en las historias oficiales, que nuestros adver sarios habían puesto sus esperanzas en nuestro acatamiento. a la Declaración de Londres; y se quejaron luego de que no lo hubiésemos hecho, a pesar de que esa declaración nofué nunca ratificada. Si nos hubiésemos visto obligados a luchar, con las manos atadas por esa Declaración, nuestra situación hubiese sido extraordinariamente grave con uri; freno tan considerable para nuestros esfuerzos. N o olvidemos esta lección que deberíamos tener más que aprendida, Después de la guerra, el presidente Wilson, en uno de los catorce puntos relativos a la l i bertad de los mares, trató una vez más de entorpecer nuestros movimientos. Comprendo perfectamente el punto de vista de las demás naciones. Reconocen éstas que en una, guerra en la que no participen, su comercio debe permanecer libre de ingerencias, perolo importante es que lo que para ellas no pasaría de ser un contratiempo, para nosotros es cuestión de vida o muerte. De ahí que no podamos permitir las transigencias. Así nos lo enseña toda nuestra historia, Debemos nuestra constante libertad a n ú e s tra vigilancia y a nuestro estado de prepara- -ción y no la conservaremos más que siguien- do esta política. Es más, debemos tener en cuenta los factores nuevos en la guerra marítima. ros capaces, y solamente 134 torpederos) ve- Aunque esté plenamente en desacuerdo con. mos claramente que corremos riesgos con- los que se imaginan que los ejércitos del siderables. aire pueden reemplazar a la marina de gueBien es verdad, sin ernbargo, que la nación rra, estoy perfectamente conforme con los. contra la cual iridiábamos carece poco más qué consideran que nuestra aviación es a too. menos de armamento en lo que se refiere das luces insuficiente. Las fuerzas aéreas, a las fuerzas navales. P e r o es igualmente pueden, por ejemplo, como lo han hecho ya, cierto que, en la primavera de 1914, algunos proteger en cierto modo los convoyes de buhombres de Estado proclamaron públicamen- ques mercantes, pero no podrían hacerlo por te que la situación internacional no había sí solas y sin el concurso de los barcos de; sido nunca tan buena como en aquellos mo- superficie, de la marina de guerra, mentos: y sin ernbarg o, la guerra iba a estaIndudablemente, los aeroplanos no pueden llar pocos. meses después. proteger nuestro comercio marítimo a disP o r lo que a mí sé refiere, paréceme indis- tancia de. las costas. Pero no obstante, repito, pensable que un imperio fundado sobre su no podemos descuidar la aviación. Cada día poderío marítimo y que en la actualidad de- que pasa es el cielo una potencia más temible. pende absolutamente del mar, no sólo por lo T en esta fase nueva de los sistemas de defen- V que se refiere a su prosperidad, sino tam- sa o ataque, la Gran Bretaña debe ocupar el l u bien a su alimentación y por consiguiente a gar qué le corresponde, como lo ha hecho ya, su vida misma, debe disponer de una fuer en e! mar. -Almirante Conde de Jellicoe. za que garantice su seguridad. La Gran Bretaña había sacrificado, casi, Copyright Agence Lüteraire Internationale:

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