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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-10-1935 página 116
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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-10-1935 página 116

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página116
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ficio de siete. Por las noches asomábase al ted a Ja altura de su talento con lo cual yo quedaba coniplácido y mi novia no se balcón. ofendía. ¡Hola! -gritaba yo desde la calle. i Pobre señor de la barba blanca y el pi- ¿Qué? -inquiría ella. jama de seda cruda! l.o s primeros fríos- i Nada! ¡l í e dicho hola del invierno, sorprendiéndole a altas horas- ¿Cómo? de la noche en el halcón, dieron fm de su- -i ¡Hola existencia. -i No te entiendo! Titituí me citaba siempre en una esquina Yo hacía portavoz con mis manos, y- -i i Qiie hola! -repetía a punto de ha- de su calle, frente a un garage. Me citaba a las cinco, por ejemplo, y acudía a las cer saltar una vena por el esíucrzo. Los inquilinos de las casas inmediatas siete para preguntarme: ¿Has esperado mucho i asomábanse también a los halcones y hacían Yo había de responder negativamente comentarios en voz baja. Yo, naturalmente, procuraba que mis frases fueran dia- para que ella no se disgustase. Y surgía el dilema diario: nas de tan selecto auditorio y, para conseguirlo, ensaj aba en mi domicilio, ante- ¿Dónde vamos? el espejo, las que había de pronunciar por- -iDonde tú quieras. la nodie. Merced a estos cuidados, conse- -No. A mí me da lo mismo. guí bien pronto captarme la simpatía y la- -Y a mi. admiración de los vecinos de Tuina. La no- Dilo tú. che que dije: Te quiero sobre todos los obstáculos y a través de todas las distan- i Yo? ¿No te digo que me es lo mismo? cias fui aplaudido por la familia que ocu- -No importa. paba los tres balcones del piso principa! de Etcétera, etc. Así hasta que Titina, de la casa contigua, y la otra que grité: Todo repente, miraba su reloj, lanzaba un grienamorado piensa que la mujer elegida es tito y me exiplicaba que tenía que regreúnica, incomparable, y lo que sucede es qué sar en aquel momento a su casa. la realza con el ímpetu de su propia paLos del garage decidieron asesinarme. En sión como Titina no percibiera bien la cuanto que, durante las largas horas de frase, un señor de barba blanca y pijama espera, me distraía un instante, se echaba de seda cruda (jue se asomaba a un balcón sobre mí un automóvil o una camioneta. del piso quinto me propuso: La repetición de estos frustrados acci- -Si usted me lo permite, joven, repeti- dentes llegó a inquietarme. ré yo sus palabras. Es una lástima que esa- -No tiene nada de particular- -me hizo frase tan bella no llegue a oídos de su ver Titina el día que le expuse mis temo amada. res- el hijo del dueño fué pretendiente Acepté el ofrecimiento. El señor de la mío... Debe e. star rabioso. Procura tener barba blanca y el pijama de seda cruda cuidado. condujo la frase dos pisos más arriba. Fué entonces cuando supe que Titina no Desde entonces nuestras conversaciones había tenido nunca novio, pero que, en camse desarrollaron más fácilmente, gracias a bio, había tenido muchos pretendientes. Al la intervención del amable vecino. explicarme la diferencia entre pretendien- ¿Quiere preguntarla qué vestido va a te y novio me enteré, ¡ay! de que yo, llevar mañana? pedía yo. aunque hubiese creído lo contrario, perteY el caballero de la barba blanca re- necía a la categoría de los primeros, o lo petía que es lo mismo: ¡yo había fracasado en- Que qué vestido va usted a llevar ma- mi empeño de tener una novia formal ñana. Titina. Para ascender a la categoría de novio, -Dígale que el rosa- -repetía ésta. según Titina, el pretendiente tenía que haY el señor de la barba blanca me traía blar con los padres de la novia y fijar fela contestación: cha para la boda. Dice que el rosa. -Si quieres ser novio mío... -concluEn realidad, yo no hablaba con mi no- yó ella. via, sino con su vecino, el caballero de la Dije que no tres veces, añadí después lo barba blanca, pero si bien es cierto que el pensaría y no volví a buscarla. diálogo perdía espontaneidad, también es cierDe aquella romántica aventura con. servo to que ganaba en corrección. Nuestro in- un pañuelo de bolsillo, en uno de cuyos pitermediario, hombre culto y educado, mol- cos están mis iniciales, bordadas primorodea! las frases, las corregía, las limaba... samente por Titina. Si yo, en un momento de indignación, exclamaba: ¡Eres una idiota! el señor de José Santugtni. la barba blanca transmitía el insulto en (DIBirjO DE SOL. I3 A V I I A) esta forma: Dice, Titina, que no está us-

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