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BLANCO Y NEGRO MADRID 29-09-1935 página 134
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BLANCO Y NEGRO MADRID 29-09-1935 página 134

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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que ya había dado motivos de inspiradón a Guilíén de Castro, entra triunfalmente con Corneillc en el teatro clásico francés. Respecto al teatro italiano, si bien Ja comnvedia dell arte se mantiene autónonra y aislada, se accKre. por su parte, al iuejío de ocurrencias que mantenían los personajes fijos, Pantalón, Arlequín, Tartaglia, etc. sin hablar del carácter aventurero, cálido y gallardo de nuestro antiguo teatro. ¿Y cómo no encontrarnos en este rápido bosquejo con Shakespeare? Recordad, en primer término, al principe Hamlet, notable esgrimidor por el placer exclusivo del deporte, siquiera le fatigase un tanto, dada su constitución física, y hubiera de aplicarle, llegado el caso, contra el infame I. -aertes. Así y todo, cuando e! traidor asalto, que había de t ír, ni; inar crueiitítnieníte, es presidido por el rey, éste dice: Si Hamlet da la primera o segunda estocada, o en la tercei- a suerte da un quite al contrario, disparen toda la artillería de las almenas... Traed las copas, y que el timbal diga a las trompetais, las troni petas al artillero distante, los cañones al cielo, y el cielo a la tierra: Ahora brinda el rey de Dinantarca a la salud de Hamlet (Comenzad, y vosotros que habéis de juz, garlos, observad atentos Añadid que en la comedía Como gustéis se nos revela la violencia que ipodían. adquirir las torneos en esta forma: El mayor de los tres hijos luohó con Carlos, y éste le iderribó en el primer encuentro, haibiéndole hundido tres costillas, con tan mala suerte que no hay eai eranza de salvarle. Igual fortuna le cupo al segundo hijo, y otro tanto ál tercero. Los tres yacen ahí en el camjK) Lo que comenta el bufón f iedra de Toaue en esta for. nia: ¿Pero esa es la diversión que han perdido estas señoras? C; a la d; a aprende uno cosas nuevas! fssta es la vez ¡primera que oigo decir que las icostiiias hundidas con. stituyen una diversión para las damas Sin embargo, al vencer el infeliz Qrlaíido, contra todas las suposicióne- s, al temible Carlos, recibirá nada menos que el galardón del amor, pues si Celia le dice: Señor, habéis anereoido nuestra aprobación, hacienífo lo que de ningtma manera esperábamos de vos. Si lo mismo cumplís en amor vuestras prome. sas, muy feliz iha de ser vuestra amada A lo que agrega Rosalinda, entregándole una cadena de oro que llevalm al cuello: Noble caballero, al, ú tenéis esto, y llevadlo ¡por mi amor, por el amor de una joven con quien e. tá. reñida la Fortuna, y que lás os daría i más ijjudiera daros Trofeo y palabras que immdan de dicha e! corazón del A encedor. Así. hasta el Romanticismo, que concede un valor considerable a la contienda y al premio. Bien pueden anotarse la escenificación de La novela de tí jo vn pobre, donde la conquista d e k amada se logra montando un caballo indomable y reaH ido proezas arriesgadísimas ctxmo la de recobrar con grave peligro de la vida un insignificante ipañiuelo, arrebatado por la corriente espantosa de un río, o Carmen, ya que las hazañas del lidiador acaban, por pesar imás en la heroína que la gallardía da don José. En la escena francesa conte! niK ránea. el deporte se e. xige coii tíxla su pureza. Bastaría citar, entre los comediógtafos iniciadores a Denys Amiel en Monsienr et Madame nn Tel, quien utiliza el ángulo deportivo para infundir cierta novedad al conocido conflicto conyugal galo, y a Jacques Doval en La Débaiich- e, obra en la Ue la protagonista se ve situada entre dos mancas deportivas: la automovilista de sus improvisados amigos y la cinegética, de su madre, asi como Marcel Achard en Voiiles voú S jouer avcc moif, que transfonna, con evidente orientación deportiva, a los personajes de un. circo. Y mejor aún que en Goal! título prometedor como pocos, quienes estudiaron primei o con más satisfactorio resultado cierto ambiente del d ejtórte fueron Jacques Natanson y Jacques Thery en su comedia Knock- oiU, pues el mundillo de los lx xeadores surge allí con bastante acierto, entrelazado con un episodio de amor. Pascal es un boxeador de barraca de ferig. que tiene la pasión de su oficio y que sueña con matches sensacionales imientras lucha con los tres boxeadores famélicos que la barraca pone a su disposición para realizar el número. La bailarina Andrea, que le ama y que conoce su disgusto, le facilita frecuentemente adversarios más dignos, atrayéndoles con el premio prabable de su amor. Ahora que casi todos retroceden al examinar de cerca los bkeps formidables de Pascal, y si alguno se lanza al modesto ring paga caro su atrevimiento. Pero he aquí que uno de esos amateurs reclutados por A. ndrea es nada menos que Feruel, el campeón de Europa de todas las categorías. Feruel, que guarda el incógnito, onríe, y el combate se celelwa. Mas, ¡oh, sorpresa! Feruel, uno de los mejores boxeadores lel nnmdo, es derrotado por Pascal, y entonces, un ma nager, que presenciaba el espectáculo, se apresura a contratar al vencedor. Efectivamente, Pascal interviene en muchos combates y llega el momento de aparecer en el Circo de París a di- Siputarle, oficialimente en esta ocasión, el cam. peonato a Feruel. l eisceua dividitla (presenta los cuartos respectivos de Feruel y. Pa. scal, lo que iperniite presenciar la agitación de los wanagers, los cuidados que dedican a los coníTÍncantes, la inquietud de é. stos, a los que llegan los rumores del público, todas las interioridades, en fin, del acontecinnento pugilístico. Pascal vence de nuevo, y Andrea, que sabe ya que la gloria es una poderosa rival, y que por eso añora la antigua barraca, acepta un destino con la renunciación.

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