Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
BLANCO Y NEGRO MADRID 29-09-1935 página 96
BLANCO Y NEGRO MADRID 29-09-1935 página 96
Ir a detalle de periódico

BLANCO Y NEGRO MADRID 29-09-1935 página 96

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página96
Más información

Descripción

go entre las manos, quedó estupefacto al ver Al día siguiente vinieron los obreros. -oaio todos ellos entraban por la hierba, pi- Aunque le saludaron a gritos y él los consaban flores, apartaban arbustos... Ya era testó, no se acercó a ellos. Desde lejos raordinario que a aquella hora subiera vigiló, como distraído y en disimulo, lo tanta gente por el jardín; pero más extraño que hacían. Y quedó extrañadísinio al ver aún resultaba la forma en que lo hacían, cómo abrían una fosa como para enterrar hr lando fuerte, discuticnflo. parándose de a un muerto... Luego se metieron dentro vez en cuando, examinándolo todo detenida- de ella y la enladrillaron y cubrieron de cemente y, sobre todo, entrando iior la hierba mento. Después colocaron una verja de hiecomo si fueran dueños del jardín... Aquello, rro con una puertecita, todo alrededor de! claro, el guarda no podía tolerarlo. Y cuan- hoyo abierto. Finalmente, el último día, do vio que el grupo se detuvo en la minúscu- acordonaron con alambres muy pintados y la plazoleta de los cuatro cipreses, se dirigió muy relucientes toda la plazoleta. rápido hacia ellos: Cuando el guarda, aquella tarde, los vio- -Oigan, oigan... -gritó. marchar y oyó que le decían adiós, ya no To lo el grupo volvió la cabeza. pudo resistir niás y se acercó al último- ¿Qué? -dijo uno de los señores- ¿Qué obrero, que parecía un capataz o un encarocurre? ¡Ah! es usted el guarda? Bien, gado y que se había retrasado un momento bien, estese usted ahí detrás de nosotros que como contemplando la obra. quizá le necesitemos. -Qué, ¿ya han acabado? le preguntó. El guarda calló. Apenas sabia hablar. Su- -S í ya está todo listo. Ya le pueden vida aislada y frente a la tierra y al cielo traer cuando quieran... le habrían reducido a casi nada la expresión- ¿Traer? ¿A quién? verbal de las cosas y de los pensamientos. -Pero ¿usted no lo sabe? Pues al poeCalló, irritado, furioso, extrañado, pero ca- ta ese de que ahora hablan tanto los periólló ¡Aquellos señores sí que hablaban! ¡Y dicos y que se murió hace ahora cincuenta ciuá bien! Presentía el guarda que cuando años. Van a trasladar su cadáver aquí, a hacían todo aquello y liablaban tan fuerte, este jardín, donde parece que él venía musería porque eran gente de mando y le au- cho a escribir y a echar migas a los pájaros... toridad. Se pasaba el tiempo aquí, según dicen, Y El que parecía d- rigir todo, dijo al fin: por eso hemos abierto esa fosa y colocado- -Entonces, definitivamente, el sitio ideal la verja alrededor y acordonado la plazolees éste, ¿verdad? Entre estos cuatro cipre- ta. Ahora usted tiene que vigilar hasta e! ses. Cuando yo propuse este jardín ya sabía día de la ceremonia para que no e. stropeen por lo que lo hacía. Conocía esta plazoleíi- lo que hemos preparado. ta funeraria... Dentro del jardín, todo él romántico y callado, esta plazoleta es cjnio un santuario o una cripta... Es el sitio exacTres largos días de trabajo continuo le to y adecuado. Pin toda la ciudad no se costó al guarda volver al jardín a su estaencontraría otro. T. os demás señores asintieron. Y todos do de siempre. La liesta, aunque sencilla ellos iniciaron el leve descenso hacia los au- en el aspecto oficial, había llevado hasta tomóviles. El guarda los seguía con una? i- allí a gran número de curiosos: comisiomidez externa, de expresión y movimientos nes, periodistas, fotógrafos... El jardín en; que no respondían a su alma recia y serena. tero fué hollado, pisoteado, invadido. Y El señor que hablaba tanto se volvió, a cuando todo terminó, el guarda, sólo, gruñendo y en furia sorda y callada, se dedicó pocos metros de su coche y le dijo: -Mañana empezarán las obras. Vendrán a su limpieza y resurrección con fervorosa unos cuantos obreros; van a ser unas obras actividad. En las noches de aquellos tres sencillísimas y de una duración de un par días no se vio encenderse y apagarse la de días. Se lo. aviso para que no les ponga lumbre de su pitillo en lo alto, cerca de la usted dificultades. Supongo que ya habrá caseta; el guarda, al anochecer, caía renusted leído en los periódicos de ío que se dido y dormía hasta las urimeras luces de! alba. trata. Fué después, a los cuatro o cinco días, El guarda calló. No sabía nada de nada. Los periódicos que leía eran los atrasados cuando ya en calma y como despertando de que se encontraba por los bancos del jardín, una pesadilla, él se dio cuenta vagamente, a veces hojas sueltas, a veces trozos... Pero sintió confusamente que algo había camcalló. No preguntó nada. Sentía un nudo biado, no con aquel cambio circunstancial y efímero de la ceremonia y de la mucheen la garganta... Los señores se fueron y él, frente al dumbre, sino con una transfomación projardín, movió la cabeza lentamente. Fué funda, silenciosa y duradera. At uella idea, la de nb estar sólo, le asalsu única lamentación visible. Pero en su alma había miedo, casi terror por lo que pu- tó- -y le sobresaltó- -casi de repente. Le sadiera pasarle a! jardín y, especialmente a la lió ál encuentro y se metió en su cerebro plazoleta minúscula, donde los cuatro cipre- y en su alma en ías primeras horas de una ses jugaban al corro bajo la luna y dor- noche de fin de verano. Se dio entonces mían, inmóviles y obscuros, al sol. Aquella cuenta perfecta, al poco de pensar en la sensación, de lo que le ocurría. plazoleta que él tanto amaba...

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.